lunes, 20 de marzo de 2023

Galopa Misionera (Argentina)

 


La Galopa Misionera, es un género musical y una danza, característica de la provincia de Misiones​ y su zona de influencia fronteriza, en Argentina, Paraguay y Brasil (donde la llaman Galopera). La Galopa Misionera es la mejor representante de los ritmos de la provincia de Misiones, siendo su “auténtica expresión musical”.

La Galopa es pintura musical de esta tierra, su raíz auténticamente guaraní le confiere por momentos una dulzura llena de hechizos, tamizada de bravíos chispazos, en arranques insólitos, tremendos, inesperados, como si se hablara de una transposición ambiental a la guitarra, el arpa, el bandoneón, al violín o al acordeón. Se trata de un estilo que proviene del Galop, una expresión llegada desde Francia. En Paraguay también había un estilo de Galopa. La mención de ejecución más antigua de una Galopa data de 1891, cuando el Coronel Benjamín Moritán, por entonces Gobernador del Territorio Nacional de Misiones, interpretó en casa de Don Casiano Carballo, situada en el pueblo de San José, la denominada “Galopa de Moritán”. En Misiones, el género tuvo un toque propio de guitarristas como Lucas Braulio Areco. ​La movilización de la Galopa Misionera fue iniciada por los hermanos José Vicente y Ramón Ayala Cidade, siendo acompañada por Lucas Braulio Areco, conocido como “El Patriarca de las Galopas”,​ ya que dio publicidad y puso en conocimiento a la población con su obra “Misionerita”, que es el himno oficial de la provincia. En 1956 surgió “El Mensú”, de Ramón Ayala, con su ritmo de Galopa. Según su autor y los hermanos Cidade “nació de la necesidad de componer una canción que caracterice al hombre misionero”. En su contenido se visualiza y se siente la fuerza de la sangre, de la herencia misionera, unida a la voz interior que quiso fluir para expresarse con autenticidad reflejando en síntesis el largo esfuerzo, casi martirio, del ser misionero, el largo batallar de su destino desde lo social, lo histórico y lo paisajístico. Con la aparicion de “El Mensú” muchos músicos redescubrieron las fuentes del canto misionero. Volvieron a sus raíces y produjeron composiciones musicales en que traducen, a su modo, la forma muy peculiar los sentimientos de los hijos de la Tierra Colorada. ​En 1956 surgió “El Mensú”, de Ramón Ayala, con ritmo de Galopa.
La Galopa Misionera es un desprendimiento del género polkístico que fue tomando en este lugar del mundo ciertas características que la diferencian y la distinguen. El paisaje y el entramado sociocultural multiétnico misionero le otorgaron matices propios y distintivos. Así, la velocidad de ejecución de la Galopa es más vivaz, con mayor policromía tonal, con modulaciones entre tonos menores y tonos mayores e incorporando acordes aumentados y disminuidos que le dan a este ritmo nativista una versatilidad armónica enriquecida. Otra característica propia se observa en las Galopas con letra, cuyos fraseos melódicos son variados, adaptados al discurso literario. Y es precisamente en este aspecto, el literario, en donde se dan las más notables diferencias, ya que desde la edad fundacional de nuestro nativismo los creadores de canciones le otorgaron una importancia central al mensaje de las letras, recurriendo incluso, a la colaboración de poetas y escritores para completar sus obras. Así, este ritmo fue insertándose en un contexto de canciones argentinas y latinoamericanas de la época, cobrando un compromiso con la realidad humana consustanciada con su paisaje y su historia. Entonces, a pesar de haber surgido de un ambiente rural, la Galopa Misionera fue instalándose como una música para teatros, salones y festivales, mientras que sus letras fueron integradas a contenidos académicos y educativos. “Misiones del mensú, del obrajero, del barbacuá, de la ponchada y el reviro. Misiones que canta y brama en su madera nacida en la sangre seca de su tierra brava. Y allí, la Galopa Regional, allí vi nacer un día salpicando las cuerdas de la guitarra con sabor de hachazo y perfume de orquídea en un solo haz sonoro, enraizada en su ancestro guaraní. Y la galopa se incorpora así al folklore del país con perfiles propios: ritmo definido, ternura melódica engarzada en la altivez natural del predio indiano. Y mancha la tierra, grávida de historia pretérita y fabuloso porvenir. Y la Galopa Regional en su diana triunfal sobre caminos ardientes, el terso y callado andar del río, las copas gigantes, las serranías de celeste imposible, el Iguazú ciclópeo...la Galopa Regional, de misiones ha nacido de su propia vibración y por eso será siempre la más terminante expresión de su totalidad telúrica…” (Lucas Braulio Areco, Revista Cultura, 1962)
También la textura sonora le da características propias a la Galopa actual. Si bien para el canto solista, de dúos o grupos vocales, los instrumentos armónicos de base principales son la guitarra y el piano, como sonido de orquesta fueron incorporados el bandoneón, el acordeón, los violines, el contrabajo y la flauta traversa o instrumentos electrónicos como el órgano, el bajo y la guitarra eléctrica. También es dable señalar que en algunas producciones más recientes fueron incorporados instrumentos de viento y de percusión propios del acervo de la música étnica. La Galopa Misionera es de movimiento Allegro, siendo su velocidad de ejecución, en un péndulo de metrónomo, de 120 por 60 segundos. Se escribe en un compás compuesto de 6/8, característica que comparte con las demás músicas de los guaraníes. Consta de una introducción que generalmente no lleva ritmo, es sólo un juego de armonías, de colores melódicos y tonalidades que le dan grandiosidad al comienzo del tema, una primera y una segunda parte. Estas partes pueden ser desiguales en cuanto a la cantidad de compases y pueden estar en tonos menores o mayores, según el estilo de cada compositor. En las músicas guaraníes del litoral argentino y del Paraguay, la ligadura de prolongación de compás a compás es fundamental; sin embargo, en la Galopa Misionera estas ligaduras no son frecuentes ni características. Por lo tanto, este ritmo tiene otro acento, otra escritura, otro color musical y también otra interpretación. La coreografía es libre, posibilitando la creación de coreografías según gustos y creatividad. Por lo general, se caracteriza por amplios giros. Se puede bailar en pareja. Mayormente son mujeres que realizan coreografías con sensualidad. “Misionerita” ha adquirido notable repercusión en los años 1960, siendo grabada por: Ariel Ramírez, Ramona Galarza, Ginette Acevedo, Raúl Barboza, Waldo Belloso, Jovita Díaz y Jorge Cardoso, el maestro franco-español J. Francisco Ortiz, el neerlandés Alex Winia y el costarricense Roberto Ortiz Monestal.

















































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