Hay muchos carnavales espectaculares, como el de Río de Janeiro en Brasil o el de Venecia en Italia, que atraen a miles de visitantes cada año. Sin embargo, también se celebran otros más tradicionales que ofrecen una experiencia muy auténtica y rural.
El Carnaval
de Lantz se basa en una antigua leyenda que cuenta la historia de un
famoso bandido, llamado Miel Otxin, al que los vecinos,
hartos de sus fechorías, deciden capturar y castigar. Por si la operación sale
mal, se ponen ropas viejas y máscaras, con la intención de evitar ser
reconocidos. De noche, después de atraparlo, lo pasean por las calles del
pueblo, y al día siguiente lo queman en la hoguera, mientras los aldeanos
bailan al son de la música del txistu y el tamboril. El Carnaval de Lanz es uno
de los máximos exponentes del carnaval rural y el más representativo de
Navarra, se celebra en la localidad de Lantz. No tiene una fecha fija de
celebración, pero siempre es el domingo, lunes y martes de carnaval, día previo
al Miércoles de Ceniza. Lantz es una pequeña localidad navarra de apenas 140
habitantes situada en el Valle de Anué en la Comarca de Ultzamaldea. La vida de
esta pequeña población cambia radicalmente durante los tres días de Carnaval ya
que se acercan curiosos, turistas, investigadores, periodistas y del mundo de
la enseñanza para conocer de primera mano uno de los Carnavales más afamados
por su sentido mediático. No existe una teoría clara que nos diga desde cuándo
se celebra el Carnaval de Lanz y el origen de su leyenda. Se dice que esta
fiesta se ha conocido gracias a la trasmisión oral, siendo Lantz un lugar de
paso hacia Francia, solía haber bastantes bandidos que abusaban y robaban a los
vecinos de la villa; de entre todos ellos, Miel Otxin era el peor y más temido.
Sobre la leyenda del malvado bandolero, no es seguro si hubo alguno con el
mismo nombre, pero hay documentados muchos asaltos en la zona, e incluso se
encontró un juicio archivado, de 1818, en el que se condenó a muerte a los
cabecillas de una banda que realizaron 163 robos y 71 asesinatos. Según la
información recopilada por Jesús María Usunáriz Garayoa, de la Universidad de
Navarra. Los carnavales se prohibieron durante el franquismo y la Guerra Civil
desde 1937 hasta 1943. Sin embargo, un año más tarde José María Iribarren,
Esteban Uranga, y posiblemente Ignacio Baleztena, influyeron para obtener el
permiso del aparato franquista que trajo de vuelta los carnavales, al menos,
por un año, pese a la cercanía temporal de la guerra. El origen de este
carnaval es incierto, pero tal y como hoy lo conocemos, tiene su origen en el
afán de los hermanos Caro Baroja (Pío y Julio) por
recuperar una fiesta que, con la guerra civil, había sido prohibida por las
autoridades franquistas. Ambos se documentaron en los testimonios de los más
viejos de la villa, y en 1964, gracias a la colaboración de José Esteban
Uranga, consiguieron el permiso del Gobernador Civil para organizarla y
grabarla en una película de 10 minutos: “El Carnaval de Lanz”. Ocho años después,
en 1972, Pío y Julio recogieron en “Navarra, las cuatro estaciones” las
costumbres, celebraciones, en definitiva, la cultura a punto de perderse en una
tierra que, desde hacía más de una década, estaba dejando de ser agrícola y
ganadera, y que abandonaba los pueblos para vivir en las ciudades.
Y en ese
empeño recogieron usos, costumbres y fiestas de muchos lugares de Navarra. El
Carnaval de Lantz fue declarado Fiesta de Interés Turístico de Navarra
en el año 2011. Tres días dura el Carnaval
de Lanz en los que los participantes de este curioso cortejo realizan
un paseo callejero para finalizar en la plaza danzando a los sones del txistu y
atabal. El primero el Domingo, con el Carnaval Chiki, los actos son casi
los mismos, tanto el lunes como el martes de carnaval, la única diferencia es
que aquí los peques son los protagonistas. El segundo día, son los mismos actos
que el Martes de Carnaval, pero solo hasta medio día. El tercer día, Martes
de Carnaval es el día grande, todo comienza con un almuerzo a las
10:00, más tarde, a la 13:00, el baile del Zorziko en la Posada. Después a las
13:30 pasan a disfrazarse para posteriormente entorno a las 14:00 comenzar la Kalejira
por las calles de Lantz. A las 15:00 van a la Posaba a comer para después entre
las 18:00 y las 20:00 repetir los mismos actos de la mañana para terminar con
lo más singular del carnaval, el Ajusticiamiento y Quema de Miel-Otxin
en el frontón del pueblo. En la fiesta se pueden ver
diferentes disfraces, en función del personaje que interpretan: •
Miel Otxin: Es el bandido malvado y simboliza a los malos espíritus.
Lleva una estructura de madera de más de 3 metros de altura y un gran capirote
de colores que alcanza unos 35 Kg de peso.
• Ziripot: Este personaje representa
al vecino más fuerte, al encargado de sujetar al Miel Otxin una vez
capturado. La figura se cubre con sacos rellenos de helechos. Adquiere una gran
corpulencia, lo que limita sus movimientos haciéndolo torpe. Se ayuda para
caminar de un palo como bastón. Sufre el continuo acoso y derribo por parte de Zaldiko.
•
Zaldiko: Es el caballo de Miel Otxin, por eso siempre está
intentando tirar a Ziripot al suelo. Se disfraza con un saco rectangular y una
tabla en forma de "U", con una cola auténtica de caballo. Arotzak:
Estos suelen ser entre 8 y 12 personajes. Representan a los herreros del
pueblo, los que practicaban el oficio de la herrería. Son los encargados de
“herrar” a Zaldiko. Van disfrazados con sábanas de arpillera, horcas de
ajo, cestos. Van armados con “Xardes” de madera y todo tipo de útiles de
herrería como martillos y tenazas. Su aspecto, acompañado de sus movimientos
lentos y torpes, los hacen unos personajes siniestros, tenebrosos. Se ayudan de
un caldero con fuego, donde llevan las herraduras para herrar a Zaldiko.
Txatxus:
Son los más numerosos, ya que dan vida a la población de Lantz. La mayoría de
los vecinos se disfrazan como Txatxus. Los Txatxus representan a los
vecinos que capturaron a Miel-Otxin. Van disfrazados con
ropas vistosas, de gran colorido, con estampados. También se cubren con pieles
y llevan gorros en forma de cucurucho. Armados con escobas van saltando y
corriendo, produciendo agudos chillidos y repartiendo algún que otro escobazo.
En las décadas de los 40 y 50 los disfraces de los Txatxus eran más simples,
con mucho menos colorido, más sacos de arpillera y con cualquier cosa como
gorro. Al final del recorrido se suelen incorporar al baile personas mayores
que no han tomado parte de la mascarada.
Fuentes:
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