La Comedia Musical es el género que logra que hasta el espectador más cómodo y perezoso se quiera levantar del asiento para bailar al ritmo de las canciones que aparecen en la gran pantalla. La sucesión de números musicales consigue crear una comunidad dentro y fuera de la pantalla, que acepta sin miramientos este género poco verosímil, pero muy realista por los temas que expone y los valores culturales que transmite.
Este género, que nació
a finales de los años 20 y se prolonga hasta nuestros días, resulta primordial
para entender la historia del cine y es todo un ejemplo de cómo la evolución
tecnológica ha hecho avanzar y evolucionar al séptimo arte. Hay que remontarse
a la década de los 20 en EEUU para entender cómo el recién creado sistema de
sonido Vitaphone (que permitía grabar el sonido desde un disco y que los
diálogos y el sonido estuvieran sincronizados) revolucionó la industria
cinematográfica y cambió la forma de hacer películas para siempre. Era 1926
cuando la productora cinematográfica Warner Bros adquirió este sistema y, solo
un año después, produjo el que es considerado el primer largometraje con sonido
sincronizado: “El cantante de Jazz”, con el cantante y actor Al
Jolson. A día de hoy, es considerada por los académicos como una de las
películas de más relevancia de la historia del cine, por su nivel cultural,
histórico y estético. No se puede obviar que este filme es también recordado
porque en él el actor Al Jolson hace uso del blackface,
una técnica de maquillaje utilizada por personas blancas desde 1830 para
interpretar a personas negras en diferentes ámbitos como la publicidad o el
teatro. A principios de los años 30 y debido al surgimiento de mejores
tecnologías, la Warner dejó de utilizar el Vitaphone para sus producciones.
Aunque su existencia fue breve, no hay dudas de que este innovador sistema de
sonido marcó un antes y un después en el cine y supuso que, en esos años, el
número de comedias musicales realizadas por las grandes productoras norteamericanas
se multiplicara. De hecho, fue Metro Goldwyn Mayer quién realizó el primer gran
musical de la historia: “La melodía de Broadway”. Esta
película consiguió incorporar todos los avances técnicos del momento y fue la
primera en la que los personajes hablaban, cantaban y bailaban. La cinta se
alzó con el Oscar a Mejor Película en 1929, convirtiéndose así en la primera
película de cine sonoro en llevarse un premio, lo que hizo que se aceptase de
manera más general el uso del sonido en el cine y que el género de la Comedia
Musical se ganase un hueco importante en la industria. Tanto fue así
que, en los próximos años, las productoras norteamericanas de más relevancia se
animaron a producir muchas más Comedias Musicales, visto que el
público acudía a ellas cada vez más a menudo para evadirse de los problemas
cotidianos y que, además, aportaban grandes beneficios económicos. Muchas de
estas películas estaban basadas en algunas de las obras de teatro musical que
se representaban en la Calle 42 de Manhattan, espacio que se convirtió en el
corazón de la Comedia Musical.Todo lo que allí ocurría sirvió para inspirar las numerosas Comedias
Musicales de los años 30, conocidas como la edad de oro del género.
Hollywood también quiso contar con los profesionales más destacados de aquellos
escenarios, entre los que estaba el coreógrafo Busby Berkeley. Y por
esto no es casualidad que una de las Comedias Musicales más
representativas del género lleve el nombre de esta famosa calle de Manhattan: “42nd
Street”. Esta película producida por Warner Bros en el año 1933 contó
con Lloyd
Bacon para la dirección y con Busby Berkeley para la coreografía
de los números musicales. Fue, además, la primera película en la que apareció
el inolvidable rostro de Ruby Keeler, actriz y bailarina que
dejó al público atónito con su dominio del Claqué, un tipo de baile al que el
filme musical de los años 30 le concede mucha atención. Los números musicales
creados por Berkeley para la película “Gold Diggers of 1933” son también
muy representativos de la edad de oro de la Comedia Musical. Resulta
imposible que estos espectáculos no llamen la atención, al tratarse de
coreografías llenas de vitalidad que contaban con numerosas bailarinas que
configuraban complejas formas geométricas con su cuerpo, buscando imitar el
efecto de un caleidoscopio. Berkeley lo conseguía gracias a que,
durante el número, experimentaba con la posición de la cámara colocándola en
diferentes ángulos, muy innovadores para la época, y que proporcionaban al
número musical una potencia visual extraordinaria. “Sombrero de copa” (1935),
de Mark
Sandrich y protagonizada por Ginger Roberts y Fred
Astaire, es otro filme que no se puede olvidar si se habla de los años
de oro de la Comedia Musical. Pese a no encajar en los cánones de la
estrella americana de Hollywood del momento, por ser demasiado delgado, con
poco pelo y una voz bastante aguda, Fred Astaire demostró en cada número
musical cómo el baile y él son uno en la pantalla. Bailar es su forma de
expresarse y en los números, es siempre la cámara quién sigue sus movimientos,
lo que convierte a este carismático genio del Claqué en uno de los
actores más representativos del género. “Sombrero de copa” presenta muchos
aspectos característicos de este género, sobre todo en lo referente al
argumento principal que suele tener una Comedia Musical: una historia de
amor entre dos personas opuestas que acabarán encontrando, en el mejor de los
casos, un punto en común. Esta pareja de actores protagonizó de manera conjunta
una serie de películas a lo largo de toda la década de los 30 y sus bailes
conquistaron al público del momento, que buscaba en la Comedia Musical algo que
les evadiera de la dureza y desesperanza que trajo a EEUU la Gran Depresión.
Algunos ejemplos de estos filmes son “Volando a Río” (1933), “La
alegre divorciada” (1934), “Swing Time” (1936) o “Sigamos
la flota” (1936). Es gracias a las películas de Comedia Musical de los
años 30 que el género se consolidó y sentó sus bases, sobre las que en las
décadas posteriores trabajaron grandes directores como Stanley Donen, Vincente
Minnelli o Robert Wise, con caras tan conocidas como las de Judy
Garland, Gene Kelly, Frank Sinatra o Julie Andrews entre
otros.
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