Las Mojigangas, como se les conoce formalmente, se originaron en España y fueron llevadas a México hacia el 1600 por los sacerdotes católicos. En España fueron muy apreciadas durante el llamado Siglo de Oro, período de máximo apogeo cultural que abarca de 1492 a 1681, formaban parte de las artes escénicas menores, eran utilizadas en textos cómicos especialmente, dada sus proporciones descomunales, sus representaciones de personajes eran meramente satíricos, aunque había otra versión de las llamadas “dramáticas”.
Aquí se
puede apreciar la política misionera de los primeros franciscanos en México:
favorecer que los aborígenes integren sus diversiones tradicionales con las
aportadas por los conquistadores, para que aprendan los Evangelios. Las Mojigangas
se fueron desarrollando dentro del concepto de lo festivo y carnavalesco,
representando a personajes y animales, siendo la música la que hace bailar a
estos personajes decorados con collares llamativos. En Zacualpan de Amilpas
(Morelia), se festeja cada año una Mojiganga con comparsas disfrazadas,
carros alegóricos o religiosos, y en ocasiones, gigantes bailables. La
tradición de las grandes bandas de viento es muy fuerte en ese Estado y siempre
están presentes en las festividades un gran número de bandas. Transcurre el
último domingo de septiembre, como parte de los festejos en honor a la Virgen
del Rosario. También en San Andrés Tuxtla (Veracruz), se celebra la Mojiganga
el 28 y 29 de noviembre, para la que se crean figuras hechas de caña y forradas
de papel que recorren las calles principales del pueblo con la música,
celebrando al Santo Patrono San Andrés Apóstol. También se celebran el 7, 8 y
12 de diciembre. Lo mismo sucede en Tehuixtla (Morelos), en el primer domingo de
octubre, y es en esta ciudad donde la tradición data de más de 400 años. En San
Juan de los Lagos (Jalisco), también existe un grupo de Mojigangas dedicada a
participar de las ferias y carnavales de la región de los Altos de Jalisco, en
San Juan de los Lagos, Jalostotitlán y otras ciudades. Una Mojiganga es una marioneta gigante, que se puede usar para
desfiles o como escultura. Consiste en una estructura en forma de A forrada con
papel maché. La altura varía entre 2 y 6 metros. El titiritero que va adentro
se coloca un arnés en los hombros para soportar el peso de la cabeza y el
busto.
En la ciudad de San Miguel de Allende (Guanajuato), el uso de Mojigangas
es toda una tradición, se las puede ver paseando a diario por las calles del
pueblo. Así mismo, se las ve bailando al lado de la banda, la estudiantina o
rondallas durante las famosas callejoneadas. Esta tradición subsiste con
dignidad, frente a la modernidad y los intereses políticos y comerciales que
todo lo quieren transformar en negocio rentable. La Mojiganga es la que
anuncia, invita y convoca; la que dice “estamos de fiesta”. Una de las
tradiciones más divertidas de la ciudad es la “Callejoneada con Mojigangas”,
una celebración pre-boda que los novios, que consiste en acompañar a la pareja
de novios caminando por las coloridas calles de San Miguel de Allende,
partiendo de la parroquia de San Miguel Arcángel. El recorrido lo comienza un
burrito tequilero adornado con flores folklóricas, siguen los novios y las Mojigangas
bailan al son de la música detrás de ellos. Estas grandes figuras se
personalizan con las características de cada pareja, y al final no puede faltar
la música Banda o Mariachi. En el recorrido, todos los
que acompañan al cortejo, van degustando tequila o mezcal en unos jarritos
llamados porrones. Los novios celebran felicidad con los invitados y extraños
que se detienen a observar el espectáculo y algunos deciden unirse en el
recorrido caminando juntos hasta llegar a donde se llevará a cabo la recepción.
Las Mojigangas
son sin dudas uno de los ingredientes más importantes de San Miguel Allende y
añaden magia a la ciudad. Mientras que en España la Mojiganga continúa con
una fuerte tradición de los gigantes en su cultura secular y religiosa (por
ejemplo el desfile de los gigantes durante la pamplonada), en México esta
tradición se transformó en una forma de arte más relajada y burlesca.
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