Oaxaca es un estado del sur de México. Su capital, del mismo nombre, es considerada Patrimonio de la Humanidad. También conocida como la “Verde Antequera” por sus hermosas construcciones de cantera verde de estilo colonial.
El mes de julio es la mejor fecha para visitarla, pues se celebra la Guelaguetza,
donde hombres y mujeres de las ocho regiones del estado se reúnen para
compartir su cultura, música, folklore y gastronomía. Oaxaca convive con más de
dieciséis grupos étnicos, entre ellos, los mixtecas, zapotecas y afromexicanos.
Estas culturas han sobrevivido y mantenido sus usos y costumbres con mayor
éxito que en el resto del territorio mexicano gracias al accidentado y aislado
territorio de ese estado. El baile original “Flor de Piña” data de
mayo de 1958, año en el que el gobernador del estado de Oaxaca Alfonso Pérez
Gazca, argumentando que la indumentaria jarocha (perteneciente a Veracruz), no
era propia de este estado, envió un oficio a la presidencia municipal de San
Juan Bautista Tuxtepec, a cargo de Ángel Vidal Brocado, en la que se solicitaba
el diseño de una coreografía indígena para la partitura “Flor de Piña”. La
creación de la coreografía buscaba representar a la región del Papaloapan, una
de las ocho regiones de Oaxaca, en la recién creada Guelaguetza oaxaqueña,
que en ediciones recientes era celebrada como homenaje racial y encuentro
étnico. El baile hace referencia a que en la cuenca del Papaloapan se da mucho
el fruto de la piña. El encargo se le otorgó a la maestra Paulina Solis, de la
escuela Francisco I. Madero, en la que impartía clases de Educación Artística. Paulina
Solís creó una danza que enaltecía las raíces indígenas de la cuenca
del Papaloapan y no se basaba en la tradición jarocha, pues por su ubicación
geográfica se creía que la cultura del municipio era de Veracruz y no de
Oaxaca.
La música “Flor de Piña” es autoría de Samuel Mondragón y, en base a ella,
se compuso los pasos que se sustentaban en el conocimiento de las danzas
mexicanas y la investigación de la región. La primera representación de Flor
de piña fue el 21 de julio de 1958 en la Guelaguetza del Lunes del
Cerro de ese año. La Guelaguetza es una fiesta folklórica
que reúne a las 8 regiones y 16 grupos étnicos de Oaxaca con motivo de hacer
ofrenda a la diosa del maíz Centéotl. Con el paso de los años, a la danza se le
agregó una coreografía por parte de la catedrática de danza y piano de la
Escuela de Bellas Artes Socorro Reyes Rangel y del Castillo.
Como resultado, se convirtió en una danza cadenciosa que se adaptó al tiempo
del espectáculo al agregársele el Vals “La Tonaleca”, del autor
chiapaneco Alberto Peña Ríos, pieza clave para mostrar la hermosura textil
de la región. Esta danza se caracteriza porque conjunta los trajes típicos de la
región de Tuxtepec. Son estos los que más caracterizan al baile Flor
de Piña, dándole un lugar importante dentro del folklore oaxaqueño. Se
utilizan los huipiles representativos de cada municipio. Cabe recalcar que
existen varios tipos de huipiles. Estos se caracterizan por sus finos bordados
y sus distintivos y alegres colores (cada uno de acuerdo al municipio del que
procede). Un huipil es una especie de blusa o vestido adornado con motivos
coloridos que suelen estar bordados. San Juan Bautista Tuxtepec no contaba
tradicionalmente con un huipil por su origen mestizo y sus tradiciones
sotaventina como los Fandangos. Por ello, en 1976 el
antropólogo Jordi Yulia y un historiador se dieron a la terea de investigar y
conjugar un traje con la mezcla de las etnias mazatecas y chinantecas, así
nació el huipil tuxtepecano. El huipil lleva un conejo enmarcado por un aro que
representa el símbolo de la luna, esto debido a que Tuxtepec provine del
nahuatl “tochtepetl” que significa cerro del conejo. Los bordados están en
hileras paralelas conformados por flores y pájaros de colores, las tres
mariposas son el margen del rio Papaloapan y el refajo es elaborado de telar de
cintura.
Como accesorio, las bailarinas utilizan listones de colores para
adornar su peinado. El peinado depende de igual manera al municipio que la
mujer representa. Una forma en la que se las puede distinguir es a través de
sus trenzas. En la danza Flor de Piña, las danzantes no usan
calzado. La partitura de la canción duraba un minuto, mientras que el tiempo
dado para la participación de cada delegación era de ocho minutos, por lo que
fue necesario ampliarla con una entrada y una salida. Antes de ser interpretada
la danza Flor de Piña, principalmente al presentarse en la feria de la Guelaguetza,
se inicia con un poema llamado “Flor de Piña”. Dicho poema fue
escrito por el artista tuxtepecano Felipe Matías Velasco. El poema describe
cada uno de los huipiles de los municipios que conforman este baile, así como
los rasgos de las mujeres indígenas de la región. El baile deja un poco de lado
la anatomía, los usos, movimientos y proporciones de las mujeres. En su lugar
se construye de manera estilizada, eleva la estatura corporal, afina las
facciones primarias, ornamenta la sencillez del huipil, introduce la sonrisa
permanente, agranda un poco la forma de los ojos y logra un resultado realmente
bello, fantástico y sorprendente en que la luz juega con la cadencia y hace del
huipil una obra de arte que se porta con orgullo. Como parte de la ornamenta, se
decidió que cada señorita llevara una piña en el hombro, que luego, durante el
espectáculo, colocan en el piso y bailan alrededor de ella. Luego de algunas
adecuaciones coreográficas, adquirió la majestuosidad y hermosura que lo
caracteriza.
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