Si nos detenemos un poco a pensar, la música fue la primera forma de expresión del ser humano, y más aún, el lenguaje hablado fue precedido por primitivas estructuras musicales. Los sonidos producidos por los primeros homínidos emitían vibraciones de las cuales se originaron las primeras formas de comunicación y de expresión de un sentimiento.
La música ha ido a la par de
nuestra evolución y de nuestra naturaleza que, el hecho de entenderla y reconocerla,
radica, radica la importancia de una educación musical desde la infancia. La
música cumple una función muy importante en el desarrollo socio afectivo del
niño. Enseña a diferenciar errores y desarrolla la capacidad para mayor y mejor
participación en el aula, en relación con los compañeros y con el docente al
compartir o interactuar con los niños a través del juego y actividades
musicales dirigidas fundamentalmente a ejercitar destrezas. Los niños
experimentan emociones y espontaneidad, así como también el crecimiento de sus
sentimientos estáticos, la música produce satisfacción y placer, despierta la
observación y aceptación de todo cuanto nos rodea, les facilita la integración
grupal al compartir cantando y tocando los instrumentos con los compañeros, lo
que a su vez refuerza la noción de trabajo cooperativo y otros indicadores de
buena convivencia, como el respeto a la diversidad y el amor a sus semejantes.
Los niños descubren un nuevo medio de comunicación y expresión, fortalecen su
autoestima, conocen y expresan sus capacidades, demuestran su experiencia en el
alcance de metas, se motiva a superar dificultades cuando participa en
producciones artísticas, se esfuerzan en aplicar correctamente los elementos
básicos de la música, etc. En la educación escolar es habitual que el niño
reciba clases de educación musical ya que, actualmente existen numerosas
investigaciones que sitúan a la música como un factor importante en el
desarrollo integral del niño en edad escolar. El sonido y la música son innatos
al hombre y se presentan en los primeros meses de vida. El niño es sensible a
los sonidos desde el vientre materno. Por tanto, la educación musical puede
nacer en el seno materno si la madre canta o escucha música.
Como a las
dieciocho semanas de gestación, el oído es funcional, así que la madre debe
cantar canciones, poner música clásica para que el niño ya se vaya
familiarizando con la música antes de nacer, lo que influirá en el posterior
aprendizaje de la misma. La música es un lenguaje a través del que nos
comunicamos y expresamos. Además, la música es de las pocas actividades que
hace trabajar los dos hemisferios del cerebro, haciendo que se conecten.
También estimula el desarrollo del cerebelo, que es el encargado de la
percepción del mismo. El alumno de Educación Infantil debe desarrollar capacidades
relacionadas con las primeras manifestaciones de la comunicación y el lenguaje
y con el descubrimiento sonoro del entorno cercano en el que vive, formarse una
imagen positiva y ajustada de sí mismo y adquirir un cierto grado de autonomía
personal. Por lo tanto, la música en esta etapa ayuda al desarrollo integral de
capacidades porque su principal objetivo es el desarrollo integral o de la
personalidad del alumnado. Antes de llegar a la escuela, sus vivencias
musicales están centradas en su casa y en el juego con la familia a través de
las cuales los adultos se comunican con los niños. Teniendo en cuenta la mente
infantil, hay que elegir las canciones que más pueden llamar la atención, por
sus temáticas sencillas, ingenuas y precisas, aunque poéticas y ricas en
imágenes. En segundo lugar, si se tiene en cuenta el principio didáctico de que
los nuevos aprendizajes se integran en lo ya aprendido, ya sea por conocimiento
natural o académico, en la actualidad los juguetes infantiles contienen
melodías adaptadas de música clásica (“Canción de cuna”, de Brahms;
“Paseo
en trineo”, de Mozart, etc.). Algunas
características de los alumnos relacionados con la música pueden ser:
• A los
tres años: descubre las posibilidades rítmico-musicales de las palabras. Puede
cantar canciones con un ámbito melódico reducido y contenido onomatopéyico.
Realiza movimientos libres en el espacio diferenciando las negras y las
corcheas, aunque no conozcan el concepto de duración. Se trabaja en el
conocimiento de su cuerpo para lo cual se emplean canciones de gestos; • A los
cuatro años: son capaces de llevar un ritmo todos juntos, por lo tanto, pueden
cantar canciones y acompañándolas marcando el pulso. Se pueden realizar
sencillos juegos dramáticos, canciones de gestos, dramatización de canciones
fáciles, movimientos en el espacio rápido-lento a partir de la música rápida o
lenta. También se pueden introducir nuevos parámetros del sonido, como
intensidad y altura, con lo cual se favorece la audición y el control de la
voz; • A los cinco años: tienen un desarrollo motriz importante, lo que les
permite sincronizar los movimientos. Se inician en el conocimiento de la
familia de los instrumentos. Realizan sencillos dibujos en grafía no convencional
siguiendo la música escuchada. Desarrollo de la lateralidad, por lo que se
trabaja con canciones donde se realizan movimientos de derecha a izquierda. Quienes
estudian para ser maestros de Inicial y Primaria deben ser conscientes de que a
través del canto van iniciarán al niño en el cultivo del arte musical. No
necesitan ser grandes cantantes, sino entonar y vocalizar bien y tener buena
articulación y dicción, para que se les entienda bien lo que cantan. Para
finalizar, hay que decir que la educación musical debe comenzar cuanto antes, a
través de canciones, juegos, danzas, audiciones activas y qué mejor momento que
la educación infantil para que, cuando lleguen a la primaria, estén motivados,
valoren y aprecien la música como parte de sus vivencias personales y sociales.
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