martes, 27 de septiembre de 2022

Kawleeya (Irak)

 


Irak tiene una de las más antiguas historias culturales del mundo. Allí fue donde las antiguas civilizaciones de Mesopotamia surgieron, cuyo legado marcó a las civilizaciones del Viejo Mundo. Culturalmente, Irak tiene un patrimonio muy rico.

El país es conocido por sus poetas, sus poetas y sus escultores, que se encuentran entre los mejores del mundo árabe, siendo alguno de ellos de clase mundial. A diferencia de muchos países árabes, Irak abraza y celebra los logros de su pasado en los tiempos pre-islámicos. Lo que ahora es Irak fue la cuna de la civilización en la antigua Mesopotamia y la cultura de Sumeria, donde se inventaron la escritura y la rueda. Antes de la caída de Saddam Hussein, los gitanos sufrían cierta marginalidad pero eran muy importantes para la cultura iraquí. Gran parte de ellos eran músicos y bailarines profesionales que conservaban músicas y danzas que, tras la invasión estadounidense, están en peligro de extinción. Al sur de Bagdad se encuentra la localidad de Al Zuhur, poblada tradicionalmente por gitanos (Kawleeya), que antaño era un lugar próspero gracias al esplendor que se vivían con la música y la danza, que atraía viajeros de todo el país. Tras la guerra de 2003, los Kawleeya cayeron en el ostracismo de la sociedad ya que su profesión empezó a considerarse moralmente repugnante y ya no hay lugar para el arte en un país como Irak que, de ser mayoritariamente laico con Saddam Hissein, ha pasado a ser islámico ultraconservador tras la guerra- antes de la invasión vivían en el pueblo unas 450 familias de gitanos. La mayoría ha tenido que emigrado y hoy quedan sólo unas pocas familias que sobreviven de la mendicidad en unas condiciones muy precarias, sin luz ni agua. Los gitanos fueron atacados por las milicias, las mujeres fueron acusadas de ejercer la prostitución y a los hombres se los acusó depravados por cantar. A pesar de que la mayoría de gitanos de Irak son musulmanes, la danza y la música en ellos tienen categoría de religión y su templo no es una iglesia ni una mezquita, sino el escenario, y cuando no se les permite, el corazón.
Por eso los gitanos tienen una pasión genuina que nadie es capaz de alcanzar. La teoría más aceptada sobre el origen de la palabra Kawleeya, es que procede de la lengua gitana domaní, en la que significa “herrero” y surge de la conjugación del término “kawa”, cuyo significado es ”hierro”. De hecho, la herrería ha sido la profesión del pueblo Kawleeya y de ellos surgió la costumbre de bailar con dagas y hacer “suertes” con ellas, representando el orgullo que es para ellos dedicarse a este oficio. Según la mayoría de los estudios, la danza Kawleeya tiene sus orígenes en la India, aunque posee un carácter totalmente diferente de las danzas indias tradicionales y la razón es que los Kawleeya tienen una excepcional capacidad para adaptar su forma de vida a las sociedades en donde habitan a fin de protegerse de la discriminación y el rechazo, y no quedar aislado. En sus migraciones interiores por Irak, incorporaron elementos de varios estilos de danza y música que fueron encontrando en su camino. El baile no lo encajan en una base rítmica o musical única, sino que lo hacen con todo tipo de música iraquí, que a su vez, tiene una gran riqueza de ritmos. La historia registra la gran influencia de los gitanos en los folklores y expresiones populares de las zonas en donde se asentaron.
Los Kawleeya, desde su establecimiento en Irak, han contribuido con manifestaciones propias en las artes iraquíes hasta la actualidad. La danza Kawleeya se trata de un baile de “tierra”. No debe haber tensión en los brazos o en la columna vertebral mientras se baila. El concepto del trabajo corporal es holístico y no hay aislamiento corporal de las diferentes zonas del cuerpo. Se hacen grandes movimientos de brazos y trabajos de pies muy dinámicos, así como muchos saltos. Existen variedad de giros de cabeza y cabello, en tanto el movimiento de las caderas es muy poderoso y enérgico. El temperamento es tan fogoso que hace esta danza muy distinta de las demás. Al igual que otras danzas tradicionales, tiene un alto contenido ritual y simbólico que debe ser respetado por todo aquel que desee danzarlo. Las vestimentas han variado con el correr del tiempo, pero lo que se conserva en su mayoría de interpretaciones es el colorido y el destacamento de la apasionante figura femenina, las joyas y accesorios y por supuesto, los brazos y piernas tatuadas con henna (tinte natural de color rojizo) son infaltables.

 

 
















































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