La recolección de impuestos, el transporte del oro y la plata, la distribución y recolección de mercancías y productos es en el inmenso territorio de la Corona Española requería de una inmensa flota. A saber, se tenían cuatro rutas, Sevilla-Veracruz, Sevilla-Portobelo, Acapulco-Manila, Sevilla-Buenos Aires.
La nave más famosa que llegaba a Acapulco era La Nao de
Manila, aunque el puerto guerrerense no era el único punto donde se repartían
mercancías. La negada de la Nao provocaba una verdadera feria en el Puerto. Para
poder introducir esclavos en la Nueva España había que pagar un impuesto, ¿por
qué no evitar la aduana? ¿Cómo le hacemos? Los bajamos en otro lugar, que ei
barco recale y bajamos la mercancía... Esos puntos de desembarco subrepticios
se localizaban en el actual Estado de Oaxaca, entre otros, Huatulco,
Tehuantepec y Las Salinas. Además de los productos y las situaciones antes
mencionadas, los barcos de la Corona transportaron enfermedades, chismes, y,
aunque muchos no quieran creerlo transportaron Cultura. Ya tuera de manera
legal o no, el movimiento de mercancías o el desembarco de esclavos requería de
capataces, arrieros, chalanes y una gran cantidad de personas que no podían
estar estáticas ante la tremenda afluencia de tantas y tantas cosas, eso o en
los Puertos. Hubo poblaciones, como Tixtla en Guerrero, que eran el paso
obligado de comerciantes, ganaderos, arrieros, etc. ¿Cuánto de lo que ellos
vieron, oyeron, cantaron, compraron o preguntaron en los Puertos se quedó en
Tixtla o en las muchas poblaciones que les quedaba por recorrer? Este intercambio
cultural no se dio en una sola dirección. Para que las distintas situaciones
echaran raíces tuvieron que pasar muchos pero muchos años. Se dice que en 1821
un barco chileno llegó a Acapulco para apoyar la Independencia de México y que
al bajar los marineros al puerto los pobladores los vieron bailar la Cueca.
El baile tanto que se popularizó con el nombre de Chilena. Lo cierto es que
ese intercambio cultural llevaba muchos años ejerciéndose. El litoral que se
encuentra entre Acapulco y Puerto Ángel en Oaxaca se conoce como Costa Chica.
La región del Estado de Guerrero que va desde Tierra Caliente de Michoacán
hasta Acapulco se conoce como Costa Grande. ¿Qué generó esta diversidad?
La
sobre explotación de los indígenas por parte de los españoles, además de las
epidemias. Se cree que la población indígena disminuyó en más del noventa y
nueve por ciento. No contando con mano de obra indígena los españoles
consiguieron esclavos africanos, a los cuales también trataban mal. Huyendo de
la explotación se formaron comunidades libres, coexistiendo, a veces
pacíficamente y a veces no, indios, afromestizos y mestizos. Si a lo anterior
le sumamos la información, los instrumentos, los bailes que iban y venían con
viajeros, comerciantes y marineros es muy fácil determinar por qué el Estado de
Guerrero tiene tanta diversidad cultural. La artesa es, a fin de cuentas, un
cajón de madera hecho de una sola pieza y puede ir desde un cajón hecho para
amasar el pan hasta una tarima sobre la cual se puede bailar. La artesa se fabrica con madera de parota y tiene labrada una figura de
animal en uno de sus extremos. La gran cantidad de negros y mulatos que
habitaban la Costa Chica dieron lugar al Son de artesa. En un principio las
autoridades religiosas permitieron la música y el baile de las comunidades
africanas y afromestizas en domingos y días festivos. En dicha comunidad el
oficio de músico era muy común. Pero como en muchas de las formas musicales los
versos fueron cada vez más atrevidos y los bailes no se diga, así que cuidando
las buenas costumbres, tales bailes fueron prohibidos. Pero ¿qué pasa cuando
algo se prohíbe?, se difunde más. Existen algunas denuncias sobre estos bailes prohibidos.
Las fechas van desde 1770 hasta 1803. El Son de artesa o Fandango de artesa fue
muy popular en la Costa Chica, se dice que a principios de los años 70 del
siglo XX el baile era común en la región. Para finales del siglo XX ya solo dos
comunidades lo incluyen: San Nicolás Tolentino, a 15 km de Cuajinicuilapa, y el
Ciruelo, en Pinotepa Nacional.
Se dice que el número de sones que llegó a tener
en su haber bastaban para bailar toda la noche sin repetir, en la actualidad el
repertorio se reduce a ocho. En San Nicolás Tolentino la instrumentación consta
de violín, cajón, charrasca y una o dos voces. La artesa es un cajón de madera
de tres a cuatro metros de largo, casi un metro de ancho y unos cincuenta
centímetros de alto, que en los extremos puede tener labrada la figura de un
caballo, una vaca o un toro. Si no hay artesa se puede usar una tarima. La
parte abierta de la caja da al suelo. El sonido sale por un costado del cajón.
La parte de 88 x 45 cm se cubre con una piel de venado y es la zona donde golpean
los músicos que ejecutan el cajón. La piel no vibra, su función es proteger la
mano de los músicos. El cajón es percutido por dos o tres músicos
simultáneamente. Una de las manos del músico golpea con la palma sobre el
cajón, la otra mano usa un palo circular a modo de baqueta. En su interior
tiene semillas, dicho en otras palabras, es el palo de lluvia de la Costa
Chica. En el Ciruelo, en Oaxaca, la instrumentación incluye artesa, violín,
cajón y guitarra sexta. La instrumentación no necesariamente tiene que ser como
se describió anteriormente. En vez de violín puede entrar una guitarra sexta o
un requinto. Los versos del son de artesa se cantan a una sola voz y
generalmente no pasan de cinco en cada son. Los sones se bailan generalmente en
pareja, aunque puede haber dos mujeres y un hombre o bien varias mujeres. El zapateado es constante y no disminuye de
intensidad cuando se cantan las estrofas. Anteriormente se utilizaba en celebraciones comunitarias,
sobre todo, en bodas y en la fiesta de Santiago (celebrada el 5 de julio),
ahora su uso se limita a encuentros culturales en la región. Los investigadores sostienen que hay mucho por
descubrir sobre el Son de artesa. Lo preocupante es que no hay mucho interés por
rescatar, renovar y dar vida a esta tradición.
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