jueves, 11 de agosto de 2022

Ordo Virtutum (Alemania)

 


El 1 de mayo de 1152, un monasterio benedictino acababa de construirse, a orillas del Rin. En la nave central de la capilla se reunieron las autoridades eclesiásticas, además de la comunidad de religiosas y quizá, algunos nobles de la zona.

En el día de la consagración del espacio religioso y tras la pronunciación de las fórmulas establecidas en ocasiones como esas, se dio una escena singular: 16 mujeres vestidas de blanco se dirigieron al centro de la nave. Mientras tanto, un coro les preguntó en latín: “¿Quiénes son las que vienen de las nubes?”. Son las Virtudes personificadas, que responden con melodías que escapan a las tesituras y saltos habituales en la escritura del canto llano de la época. Así da comienzo el Drama Litúrgico considerado hoy por hoy como el más antiguo de nuestra historia, conservando de forma íntegra y de autoría conocida. Se trata del llamado Ordo Virtutum (Orden de las Virtudes), cuya autoría pertenece a la escritora, compositora, visionaria, abadesa y máxima responsable del monasterio de Rupertsberg, Hildegard von Bingen. Inserto en la tradición de representaciones teatrales medievales dentro de la Iglesia Católica, el Ordo Virturum es un Drama Litúrgico que se incluye en la parte final del “Scivias”, la primera obra profética de Hildegard von Bingen, a la que le dedicó diez años de su vida. Representa una lucha muy particular, la que libran dieciséis Virtudes contra el Diablo, un combate de fuerzas extraterrenas: Humildad (Reina de las Virtudes), Caridad, Temor de Dios, Obediencia, Fe, Amor, Castidad, Decencia, Rechazo del mundo, Amor celestial, Disciplina, Modestia, Piedad, Victoria, Discreción y Paciencia contra el Ángel Caído. Además, interviene el Coro de los Profetas y de los Patriarcas (interpretado por un coro masculino), Coro de Almas (cantado por un coro femenino), y el Diablo, que no canta, ya que es incapaz de producir música. No hay melodía que acompañe al texto, sólo grita o gruñe, en una escena que debió ser impresionante. Este recurso dramático esconde una idea muy personal de la autora, ya que, para ella, la música era un vehículo hacia lo divino.
Todos pugnan por conquistar un alma que, pese a que quiere alcanzar el Reino de Dios, debe primero salir al mundo, conocerlo y, apoyada en las Virtudes, seguir el camino que la lleve hasta Dios. Se ha sugerido que el alma representa a Richardis von Stade, amiga y compañera monja de Hildegard, que se había ido para ser abadesa en otro convento. Hildegard estaba disgustada e intentó que revocase esa decisión. Sin embargo, Richardis se fue, para morir poco tiempo después. Antes de morir, le dijo a su hermano que ella quería volver con Hildegard, lo cual no es muy diferente de la vuelta del alma arrepentida de Ordo Virtutum. Aunque el Ordo Virtutum sea una pieza típica del período en que se produjo, el lenguaje musical de Hildegard fue más allá de los usos habituales del momento. Es decir, aunque el estilo sea inicialmente simple, ya que estaría destinado a ser cantado por la propia comunidad de religiosas, en ciertos momentos los melismas y figuraciones sobre determinadas palabras alcanzan un alto grado de complejidad. Fue quizás una cantata interpretada antes o después del oficio religioso, para embellecerlo o dar lecciones morales; quizás un montaje para ser interpretado en ocasión de la misa que precedía a la Ceremonia de Consagración de las Vírgenes, que daba entrada oficial a la comunidad a las religiosas que aceptaban sus votos; o quizá, una representación completa y escenificada en ocasiones importantes, como la visita del Obispo, en 1152.
En cualquier caso, parece ser que los expertos coinciden en un aspecto: se presentó en más de una ocasión y, probablemente, con motivos diferentes. La obra se divide en distintas partes: • Parte I: es el prólogo en el cual las Virtudes son presentadas, maravillando a Patriarcas y Profetas; • Parte II: se oyen las quejas de las almas encerradas en los cuerpos. El alma feliz entra y su voz contrasta con la de las almas infelices. Cuando las Virtudes le dicen que primero tiene que vivir para ir al Cielo, el Diablo la dirige lejos, hacia las cosas mundanas; • Parte III: las Virtudes se identifican por turno y se describen a sí mismas, mientras que el Diablo interrumpe de vez en cuando y expresa opiniones contrarias e insultos; Parte IV: el Alma regresa arrepentida. Una vez que las Virtudes la aceptan de nuevo, se vuelven hacia el Diablo, al que atan y entonces elogian a Dios; • Parte V: todos los personajes marchan en procesión. El Ordo Virtutum está escrito en verso dramático y contiene 82 melodías diferentes, que están construidas más silábicamente que las canciones litúrgicas de Hildegard. Todas las partes se cantan en canto llano salvo la del Diablo. Tiene alternancia entre partes solistas y partes corales, así como también entre partes melismáticas y partes silábicas. La libertad creativa de Hildegard quedó reflejada también en la puesta en escena de esta obra, que rompió con convencionalismos sociales e hizo escandalizarse a más de uno, debido a que las Vírgenes ingresaban a la iglesia cantando salmos con los cabellos sueltos, y de adorno llevaban unos velos de seda de un blanco resplandeciente hasta el suelo, y en la frente, la figura de un cordero muy bien labrada. Hildegard sostenía que, a diferencia de las mujeres casadas, las Vírgenes no estaban sujetas a ningún hombre, así que podían recibir a Cristo, su esposo, en la iglesia, y celebrarlo descubriéndose los cabellos. Otro aspecto destacado sería la inclusión o no de instrumentos musicales en su interpretación. Las fuentes exclusivamente musicales de la época no hacen mención expresa de los que deberían usarse o no, pero cierto es que en la Edad Media se tiene constancia del uso de gran diversidad de instrumentos. Un apunte decisivo para imaginar la posible presencia de instrumentos musicales en la representación del Ordo serían las palabras de la propia Hildegarda, que establece que éstos nacen con el arte del hombre.

 

 










 

 

 







2 comentarios:

  1. Siempre me interesó la religión, más por su toque mitológico y descriptivo como tal que por su espiritualidad. Por eso encuentro tan interesante esta historia, la Biblia o la Divina Comedia de Dante...

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  2. Coincido con vos, me gusta la parte artistica de la religion, sobre todo la musica, te dejo otro post de musica del vaticano que en lo particular, me quede embelesado con esas canciones
    http://demasiadasnoches.blogspot.com/2021/07/cappella-giulia-vaticano.html#more

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