sábado, 11 de diciembre de 2021

Tragédie Lyrique (Francia)


 

Aunque en el siglo XVII Italia se había proclamado a la cabeza de Europa en el ámbito musical, Francia surgió como una de sus competidoras. Allí, el rey Luis XIV estableció un gobierno centralizado y utilizaba las artes como propaganda de su reinado.

Bajo su amparo, los músicos franceses desarrollaron un lenguaje propio, marcado por la elegancia y la contención, en contraposición del virtuosismo de la música italiana. El único contrapeso a la Ópera italiana fue la Tragédie Lyrique o Tragédie en Musique. El punto de partida de la configuración de un formato fue la obra ”Cadmus et Hermione” (1637), de Jean-Baptiste Lully. Esta es la que se considera como la primera Tragédie Lyrique, y que recibió cuatro influencias: la Ópera italiana, el Pastoral, la tragedia clásica y el Ballet. Lully y Philippe Quinault tomaron como referencia la tragedia griega y no la comedia. A partir de la década de 1640, el cardenal Mazarino organizó la Ópera italiana en Francia para mostrar lo que se estaba haciendo en Italia. Este tipo de espectáculo no gustó en el entorno francés ya que no tenían una dirección dramática tan definida como en la tragedia francesa. Además, la corte se mostraba reacia a un tipo de espectáculo que venía de un país extranjero y que estaban introduciendo, para colmo, dos extranjeros (Ana de Austria y el cardenal Mazarino). No obstante, la Ópera italiana aportó un tipo de formato con el que se quedaron los franceses: la tragédie a machine, la Ópera de tramoyas. Una de las obras que se hizo siguiendo este formato fue ”Andrómeda”, que utilizaba la tramoya y la espectacularidad de las máquinas, lo que hizo que el público francés se acostumbrara a este tipo de espectáculos. En este contexto surgió la figura de Pierre Perrin, quien junto a Robert Cambert, fueron los primeros en crear un espectáculo dramático-musical con nuevos elementos: la primera comedia francesa en música. En 1696 presentaron su primer espectáculo: “Pomone”, con texto de Perrin y música de Cambert. Lully, que había aprendido los estilos operísticos de Luigi Rossi y Francesco Cavalli durante las representaciones a cargo de Mazarino, inició una colaboración con el escritor de comedias Jean-Baptiste Molière, para crear una serie de comédies-ballets, un tipo de espectáculo que fusionaba elementos del Ballet y de la Ópera. Fue el propio Molière quien le propuso a Lully poner música a sus comedias para dotarlas de una mayor entidad. La tradición del Ballet en Francia era demasiado fuerte como para pasarla por alto, así como la tragedia hablada de Pierre Corneille y Jean Racine. La cultura literaria francesa daba prioridad a la poesía y el drama, considerando que un diálogo cantado tendría poca credibilidad. A pesar de esto, Lully se convenció que era posible hacer en Francia. En 1762 adquirió el privilegio real que le concedía derecho exclusivo de representar dramas cantados en Francia. El ministro Colbert le quitó el privilegio de la Académie Royale de Musique a Perrin y se lo cedió a Lully, quien impuso sus condiciones: no se podía hacer un espectáculo musical con más de dos cantantes y los privilegios pasarían a sus herederos. Lully supo aunar drama, música y ballet en una nueva forma de Ópera francesa que se conoció como Tragédie en Musique, y más tarde, Tragédie Lyrique. La música de Lully proyectaba el esplendor de la corte de Luis XIV. Cada Ópera comenzaba con una ouverture, que señalaba la entrada del rey. Las oberturas de Lully seguían el formato que ya había utilizado en sus ballets y que se conoce como “obertura francesa”. Otro elemento importante en la Tragédie Lyrique de Lully son los divertissements. Un divertissement es un episodio extenso, estrechamente ligado con la tradición del Ballet. Se trataba de una breve escena que daba cabida a una sucesión de danzas y coros espectaculares, con un vestuario y coreografías muy elaborados. La música que compuso Lully para sus Tragédies Lyriques, estaba estrechamente ligada con la declamación y el lenguaje francés.
Los recitativos de Lully siguen el contorno general del francés hablado, alternando la notación binaria con la ternaria para permitir la declamación más natural posible. De este modo, los recitativos de Lully prolongaron la tradición francesa, remontándose a la Musique Mesuré y al Air de cour. Los momentos más líricos, denominados airs, son canciones con texto rimado y compás regular. No eran tan elaborados como las arias italianas y eran silábicos. La intriga de la Tragédie Lyrique recurrió la mayoría de las veces a la mitología y a la leyenda (sobre todo greco-latinas), pero explotó también los poemas épicos del Renacimiento en la vena de “Roland furieux”, de ”Jérusalem délivrée”, etc. Los amores desgraciados o contrariados eran el fondo de comercio habitual de los libretistas. Lo ”merveilleux” (maravilloso), era un elemento fundamental, permitiendo, a mayor beneficio del espectáculo aunque no de la verosimilitud, multiplicar los efectos de maquinaria para poner en escena dioses y héroes, monstruos y fenómenos naturales (descenso de los cielos de Júpiter, caída de Faetón, descenso a los Infiernos, temblores de tierra, etc.). Después de ”Cadmus et Hermione” en 1673, Lully compuso una Tragédie Lyrique cada año, hasta su muerte. Tras la muerte de Luis XIV, el género quedó un poco relegado, ya que la Régence vio florecer géneros más joviales, menos solemnes, menos afectadas: Ópera-Ballet, Pastoral, etc. La Tragédie Lyrique estaba ya anticuada cuando Jean-Philippe Rameau, genio tardío y solitario, le volvió a dar lustre mientras se prepara la confrontación con la Ópera italiana de la que la “Querelle des Bouffons” fue la manifestación tangible. Rameau, aunque conservó los elementos introducidos por Lully, renovó completamente el estilo musical. La calidad excepcional de la música compuesta por Rameau, no pudo impedir que la Tragédie Lyrique volviera a caer en desuso.

 

 

Jean-Baptiste Lully

Pascal Collasse

Marc-Antoine Charpentier


Paolo Lorenzani

Marin Marais

Henry Desmarest

Élisabeth Jacquet de la Guerre

André-Cardinal Destouches

André Campra

Jean-Féry Rebel

Matthew Locke

Jean-Baptiste Matho

Jean-Joseph Mouret

François Francœur


Pancrace Royer

Michel Pignolet de Montéclair

Jean-Philippe Rameau

Jean-Marie Leclair

Antoine Dauvergne

Jean-Benjamin de La Borde


Christoph Willibald Gluck


Johann Christian Bach

Jean-Baptiste Moyne

Antonio Sacchini

Antonio Salieri




















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