Las Zambas y Tangos suenan diferentes al oído argentino, pero el oído del corazón salva todas las distancias cuando los representantes japoneses interpretan folklore en el Festival de Cosquín. Los japoneses en Cosquín tienen una larga historia y raíces muy profundas, participando en el festival desde 1963 al estrenarse la plaza Próspero Molina en su actual ubicación.
Es
que desde 1965 cuando los "Cantores del Sol Naciente” (HiroakiYanagi,
KasutakaNagato,
ShoeiTaniguchi)
se subieron a las tablas y sorprendieron al público que los recibió con
muestras de afecto y les hizo sonreír con efusivas muestras de alegría, y que
sumaron una tras otra las reverencias al público, la historia es interesante.
Los japoneses tienen un largo y fuerte pasado en Cosquín. Ellos no escaparon al
flagelo de la tuberculosis y comenzaron a llegar al Valle de Punilla con
escasos recursos. Allí solidariamente se unieron para soliviantar el
padecimiento que originaba su delicado estado de salud, su desarraigo, su
dificultosa comunicación y sus magros recursos económicos. Un joven correntino,
nacido en Goya, les brindó la ayuda humanitaria y médica convirtiéndose en el
amigo que luchaba codo a codo con quienes el idioma los relegaba a su estrecho
círculo de contactos. El Dr Armando Cima desarrolló una tarea titánica con los
pacientes nipones. Su desvelo y celo profesional fue reconocido por el
emperador japonés Hirohito con la "Orden del Tesoro Sagrado”, por los
residentes japoneses y por sus descendientes. El gobierno local lo reconoció
por su labor profesional y su hombría de bien, imponiendo su nombre al
nosocomio local. Después que la tuberculosis fuera sólo un recuerdo, llegó
también a la ciudad en 1960, quien se trasformaría en el más coscoino de los
japoneses para formar parte de la tradición festivalera: Sunao Mizutamari. Natural
de Kawanabe en la provincia de Kagoshima. Desempeñó muchas tareas relacionadas
en fomentar y sostener el vínculo entre japoneses y argentinos. Socio fundador
del Jardín Japonés en Buenos Aires, Presidente, tesorero, director de cultura y
educación de la Asociación Japonesa de Córdoba. Activo comerciante al frente de
su tintorería familiar. En el año 1985 el gobierno municipal lo designa Interlocutor
Oficial entre el Festival de Cosquín y el Festival de Cosquín en Japón que se
celebra en Kawamata. La casa Imperial reconoció su tarea y una medalla de oro
le fue otorgada en el 2005 como condecoración por su actividad sociocultural ad
honorem en el país. Un artista folklórico llegado de Kawamata conoció a Sunao
y se asombra por el profundo respeto que su compatriota manifiesta por sus
antepasados y su labor en pro de la cultura japonesa.
Los descendientes de Sunao
continúan con la labor de su padre en lo comercial, cultural y afectivo. Uno de
sus hijos, el mayor de tres, es Gabriel Mizutamari actual Secretario
de Relaciones Públicas e Institucionales de la Comisión Municipal de Folklore.
Todos los años, Cosquín, es el encuentro de culturas tan distintas como lo es
el algarrobo del cerezo. Hombres y mujeres de ojos rasgados sienten esta tierra
como propia y forman junto a nosotros ese gran mosaico cultural que es
Argentina. En la "Japan Foundation" le otorgó el premio de “Global
Citizenship” a la organización titulada “Norte Japón”, que es la
secretaría del Festival del “Cosquín en Japón”, por sus
actividades de promoción de intercambio cultural internacional y desarrollo de
su pueblo a través de música folclórica. Kawamata es un pueblo japonés
conocido por tres cosas: la producción de seda, que se remonta al siglo seis;
un tipo peculiar de ramen basado en la carne de shamo (una raza de gallo
local); y la celebración anual, desde 1975, de una extraña réplica del festival
argentino de Cosquín que dura tres días y enloquece a sus 15 mil habitantes.
Por alguna razón, en Kawamata son fanáticos del folklore. La historia del
fanatismo arrancó en 1955, cuando un profesor melómano, Yasumitsu Naganuma,
escuchó en la radio una canción de Atahualpa Yupanqui. Fue un camino de
ida. El tema que escuchó era "Camino del Indio" y, según dijo
Nagamuna,
la melodía se le metió en la cabeza y nunca se fue. A partir de ese momento, el
hombre compró todos los discos de folklore que se le cruzaron. Y creó la
asociación "Norte Japón", integrada por agrupaciones folclóricas de la
región de Tohoku fanáticas del estilo. Varios años más tarde, en 1973, mientras
hablaba con un amigo por teléfono, escuchó el sonido de una quena. Eso lo
terminó de enamorar. A través de la revista Chunambei Ongaku (Música de Centro
y Sudamérica) se enteró de la existencia del festival de folklore de la
localidad serrana de Cosquín, y decidió armar uno él también. En Japón.
Entonces contactó, como líder de "Norte Japón", a los
organizadores del Festival De Cosquín. Así nació "Cosquín en Japón".
Se realizó por primera vez el 18 de octubre de 1975, en un centro vecinal en el
santuario Mitama Jinja, de Kawamata. Participaron 13 grupos de distintos
lugares de Japón, como las prefecturas de Aichi, Aomori, Sendai, Yamagata,
Niigata y Tokio. Hoy, el festival tiene tres días de duración.
Y debido al
éxito de público que genera, la intendencia de Kawamata decidió que el estudio
de la quena sea obligatorio en todas sus escuelas. Hiroyuki viajó el 30 de enero
de 2019 a la Argentina, con una delegación que se presentó en nuestro festival
de Cosquín. El viaje ya es una tradición. Desde 1999, en Japón se realiza un
concurso para seleccionar y enviar a un representante japonés a las sierras
cordobesas. Esta vez viajaron 13 alumnos, que ya se habían presentado frente al
presidente Mauricio Macri en su visita a Japón, en el año 2016. Ahora cantaron
y tocaron en tierras cordobesas dos temas: "Carnavalito Quebradeño"
y "El Humahuaqueño". También tocaron en Córdoba los ganadores
de la última edición japonesa del Cosquín, los integrantes del grupo Río
del Bosque, conformado por Haruka Shimizu, guitarrista de 30
años, y Hideo Morii, cantante de 37. Ellos interpretaron "La
vieja" y "Zamba del arribeño". La banda
japonesa recibió además, de manos del embajador Noriteru Fukushima, un
reconocimiento a su música. Pero últimamente, para los habitantes de Kawamata,
la práctica del folklore argentino no es solo un divertimento. Es una actividad
fundamental para recuperar la prosperidad de su pueblo. La localidad fue una de
los más golpeadas por el terremoto de Fukushima de 2011. De hecho, desde ese
año no se había podido organizar el viaje de folcloristas japoneses al Cosquín
de Córdoba. A lo largo de 4 décadas de trayectoria, el deseo de los aficionados
de Kawamata hizo que Cosquín en Japón se convirtiera en
el festival más importante de música folclórica en Japón, en el cual
participaron músicos profesionales también de otros países, incluso de la
Argentina, Bolivia y Perú. También participan aficionados japoneses haciendo
música y danzas nativas argentinas ataviados con típicas vestimentas logrando,
en su medida, el espíritu latinoamericano tan caro al gusto del pueblo nipón. La
población local, que supo ser de más de 20 mil habitantes en la década del '70,
decrece con los años. Y el éxodo que generó el terremoto no ayuda. Parece
extraño, pero según indican las autoridades de Kawamata, el festival de "Cosquín
en Japón" es uno de los recursos más importantes con los que
cuenta la Prefectura para atraer jóvenes a la localidad.
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