Si usted es colombiano casi seguro que ha cantado o escuchado muchas
canciones del llamado Chucu Chucu. Un diciembre no es
completo sin ellas. Letras singulares, melodías de todo tipo de géneros, y
otros elementos, hacen parte de este estilo musical de amplios límites. El Chucu
Chucu es un término onomatopéyico que debe su nombre al sonido que hace
el güiro en ritmos como la Cumbia y el Vallenato. Se trata de
una forma musical que surgió después del boom de las grandes orquestas de
música tropical que tuvieron su auge durante las décadas del 40 y del 50.
Al
iniciar la década de los 60, estos pequeños grupos de jóvenes empezaron a crear
un nuevo sonido simple y fácil de bailar, incorporando teclados electrónicos
como el Solovox de Hammond, con el que lograban imitar los instrumentos de una
orquesta más grande. También empezaron a utilizar rudimentarios sistemas de
amplificación, razón por la cual desplazaron a las grandes orquestas en el
gusto de los bailadores, especialmente los más jóvenes. El Chucu Chucu tiene ritmos
pegajosos que se bailan fácil, arrastrando los pies adelante y atrás o a un
lado y a otro. Ha sido una veta musical para Colombia, Venezuela y Ecuador (con
ecos en México y Perú). El Chucu Chucu tiene “sabor a diciembre”,
a fiestas en las casas, con los tíos y tías bailando entre los sobrinos. Es
sencillo, es simple (simplón, dirían algunos) pero, sin dudas, representa un
quiebre definitivo en la historia musical de Antioquía. En la Medellín de los
albores de los años 60, un grupo de jóvenes se aventuró a crear música, una que
sintieran propio. Guiados por la intuición y con un entusiasmo inusitado dieron
origen a lo que después se identificaría como Sonido Paisa (término
familiar para referirse a los nativos de los departamentos de Antioquía,
Risaralda, Quindío y Caldas). Muchos llamaron a esta música como Chucu
Chucu. Este género de música tropical colombiana tuvo un desarrollo
exponencial en las décadas del 60 y del 70. Hoy se notan esfuerzos, tanto
artísticos como académicos, para reivindicar el sentido y el valor de esta
propuesta musical, tanto en Colombia como en el exterior. En la década del 70,
el Chucu
Chucu fue desplazado en la preferencia del público, por otros ritmos
como la Salsa, pero nadie pudo imaginar que renacería veinte años
después con una gran fuerza. El renacimiento del Chucu Chucu,
curiosamente, se ha limitado al reciclaje de los grandes éxitos de los años 50
hasta hoy. Este fenómeno comenzó muy tímidamente con la recuperación, por parte
de Carlos
Vives, de algunas viejas canciones del repertorio del maestro Rafael
Escalona. Vives gustó enseguida.
Luego de Vives aparecieron Iván y Sus Bam Band, quienes
retomaron el repertorio de Corraleros del Majagual sin hacerle
ningún cambio digno de mención. Sus méritos consistían en los pantalones
desgarrados en ciertas partes de las coristas y en que arreglo era idéntico al
original. Así, plagiaron los grandes temas del venezolano Nelson González y Sus Estrellas,
hasta que el cantante y bajista Luis Felipe González, hermano de
Nelson, revivió la banda y cosechó de nuevo sus propios éxitos de 20 años
atrás. Iván y Sus Bam Band intentaron un nuevo golpe copiando las Cumbias
colombianas de El Indio Pastor López, el Archiduque del Chucu Chucu
venezolano de los 70, pero Pastor se recicló a sí mismo en versión remix y
acabó yéndole mejor que a sus copistas. César García, de Balboa Records,
empresa que edita los discosde la
Billo’s
Caracas Boys y, que recientemente sacó al mercado el paquete de los 30
éxitos de esa orquesta, atribuye a varias razones esta fiebre de reciclaje del Chucu
Chucu. Una, es la ausencia de éxitos actuales debido a que los
compositores de música tropical se han venido a menos. También puede obedecer a
que las estaciones de radio no han apoyado debidamente a la música nueva y las
disqueras tuvieron que reeditar discos que las generaciones actuales no
conocen. La lista de recicladores de Chucu Chucu es muy larga. Comienza
por Moisés
Angulo, con su música de apayera, que no ha hecho más que covers y
ningún disco con material propio. Hoy, esta especie de alergia hacia la
creatividad, ha llevado a un empobrecimiento tal, que lo que en otras épocas se
consideraba copia del estilo de un artista, se ha vuelto un mérito. Uno de los
grupos más exitosos es Los 50 de Joselito, que se trata de
tres muchachos reunidos en una selección por un productor para grabar viejos Vallenatos
con guitarras que siempre suenan en las épocas navideñas. Se busca conservar la
esencia del ayer con el sonido de hoy. Se busca destacar el patrimonio musical
de diferentes compositores. Es una fórmula muy vendedora, a la gente le fascina
escuchar música de antes con gente joven y físicamente agradable, incluso los
niños lo ven como algo muy juvenil. Actualmente, hay por lo menos catorce
nuevos grupos dentro de esta tendencia, imitando al Chucu Chucu de la vieja
escuela y buscando parte del mercado de Los Joselitos. Algunos de ellos son Vallenet,
Sonkolao
(de sones cubanos), Ola 2000, Los Gomelos, etc., todo un panorama
de conjunto juveniles que, comercialmente es difícil que sobrepasen más de una
temporada y que no le aporta nada a la música nacional colombiana. También han
plagiado a Los Graduados, de Gustavo Quintero, a quien el grupo Metacaña
le copió no sólo el repertorio y los arreglos, sino también la voz del Loco
Quintero. Lo mismo pasó con Los Hispanos y Rodolfo Aicardi.
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