La Gigantona tiene su origen en tiempos de la colonia en Nicaragua, desarrollándose en un proceso de mestizaje y sincretismo entre dos culturas: la española y la aborigen. Es una danza tomada de los españoles, que al llegar, llevaron el Baile de los Cabezudos, que consistía en la danza de la mujer española y el colono, que proclamaba el honor y la dignidad de la corona española.
Durante las décadas de 1940 y 1950 hubo una pérdida de esta danza, ya que no se estaba bailando en los barrios, debido a que sólo salía a las calles una Gigantona del barrio Laborio, cuyo nombre era Florentina y su propietario era el señor Hernán López, motivo por el que se le atribuye el carácter de refundador de la tradición. La Gigantona es una muñeca de entre 2,5 a 3 metros de atura, dentro de cuya armazón de madera, se coloca un hombre para conducirla y hacerla bailar. Casi siempre lleva blusa y falda larga, así como una larga cabellera y, algunas veces, se la adorna con una corona. Sus ojos, nariz y boca eran iluminados desde el interior de la cabeza con un candil o vela, pero eso ya casi no se acostumbra a hacer. El Enano Cabezón es una figura que trata de representar lo que su nombre indica, para lo cual se adapta al cuerpo de un hombre con una cabeza extremadamente grande, armada con varas flexibles y papel. El paje de la Gigantona va vestido con un traje simple y no lleva más que un saco, un cucurucho en la cabeza y una máscara. Como es el que baila frente a la Gigantona, lleva en sus manos un bastón o palo adornado que le sirve para ordenar silencio a la banda de tambores al iniciar las coplas. El grupo de la Gigantona, por lo general está compuesto de cuatro o cinco personas, incluyendo la banda de tambores, los que llevan las luminarias o faroles y el paje. El tambor, es una tradición que dejaron los españoles y está compuesto de una pieza huaca de madera. Pero el tambor original que usaban los indígenas, consistía en un corto pedazo de bambú en cuyos extremos se tensa una piel. Tanto en la Gigantona, como en el Enano Cabezón se mezclan toda una coreografía de elementos musicales y poéticos, donde el personaje central son los dos bailes es la Gigantona y El Enano Cabezón. De acuerdo a la descripción que hizo el historiador nicaragüense Edgardo Buitrago, la danza de la Gigantona, inicialmente se coloca en el centro de un círculo formado por los faroles y los tambores, mientras el paje, se sitúa frente a ella. Al romper el son de los tambores, la Gigantona, avanza hacia adelante y retrocede al compás del ritmo ejecutado y con gran agitación, luego da una media vuelta hacia la derecha y otra hacia la izquierda extendiendo los brazos en toda dirección.
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