martes, 27 de octubre de 2020

Danza de los Seises (España)

 

Hablar de Seises actualmente significa hablar de los diez niños de la Catedral de Sevilla que realizan una danza sagrada en tres ocasiones durante el año: en la Octava de Corpus, la de la Inmaculada y en el triduo de carnaval. Esta vistosa y peculiar tradición remonta a la época del Renacimiento, siendo en la actualidad conocida en todas partes. 

Al tratar de los Seises conviene distinguir claramente dos etapas en su evolución histórica: una relativa a la denominación Seises y su oficio de cantores, y otra a la danza sagrada que ellos realizaban. Los niños cantan en la iglesia desde los primeros siglos. De hecho, la monja española Egeria (siglo IV) confirmó su presencia en los oficios de Jerusalén. Siglos más tarde, participaban al menos en la liturgia hispano-mozárabe y en la galicana. Por tanto, abrirse la antigua mezquita-catedral de Sevilla al culto, tras la reconquista de la ciudad, esta contara con la presencia organizada de mozos de coro (niños cantores y acólitos), para la liturgia solemne, práctica común en la España de entonces. En el Renacimiento, cuando nace la música coral y como consecuencia del coro polifónico, los niños cantores se encargaron de las voces superiores de la polifonía, de los versos responsoriales del oficio, de algunas otras secciones, y a veces también de varias danzas y pasos que se realizaban en Navidad y Pascuas. Estos chiquillos solían ser de cuatro a diez, aunque en la segunda mitad del siglo XV se generalizó el número seis, razón por la que bien entrado el siglo XVI pasaron a denominarse Seises. Hasta entonces en los documentos de Sevilla se los llamaba “moços”. “moços de coro”, ”muchachos”, “moços cantorçicos” o “niños cantorçicos”. La palabra Seises es el plural vulgarizado de seis, y a su vez, una abreviación de la frase “los seis niños cantores”. A los seis niños de la plantilla a veces se agregaban algunos más, denominados supernumerarios, cuyo número varió según la época. Lo cierto es que actualmente son diez los que interpretan bailes de Seises del Corpus, Inmaculada y Carnaval.

Los niños cantores o Seises de las catedrales, vivían con el maestro de capilla y de él recibían educación, manutención y vestimenta, hasta que en el siglo XVII pasaron a vivir internos en los colegios creados por los cabildos. El Colegio de San Isidoro, en el que ingresaron los Seises el 1 de enero de 1636, fue fundado en 1633 por los acólitos (moços de coro) de la Catedral, y cerró sus puertas definitivamente en 1960. No se sabe con seguridad desde cuándo comenzaron a danzar los Seises en la Catedral de Sevilla, aunque su aparición está fuertemente ligada a la procesión del Corpus. Esta fiesta fue el acontecimiento que impulsó, durante el período renacentista, al nacimiento de la danza sagrada de los Seises en la Catedral y ha sido, a lo largo de los siglos, la única razón de su existencia. Los primeros documentos de la catedral que hacen referencias al baile de los Seises se encuentran en el Libro del Veedor (1508-1509) y en los Libros de Fábrica (1512). Estos señalan que en la procesión de Corpus de 1508 tomó parte activa un grupo de niños con sus danzas, pero no dicen nada del número ni de que dicha costumbre se iniciara aquel año. En realidad, la verdadera historia de los Seises de Sevilla nació en 1613, año en que éstos comenzaron a bailar durante la Octava de Corpus en el presbiterio bajo la Catedral, con los trajes de pagecitos y con el mismo significado y organización actual, salvando ciertos detalles. Los Seises bailaban entonces en tres ocasiones en la procesión del Corpus ante la Custodia, otra ante el Arzobispo, y la tercera, ante el Ayuntamiento y el Tribunal de la Inquisición. El cariño, emoción y hasta orgullo que sienten los muchachos y los mismos padres porque sus hijos sean Seises es tan grande, que varios de ellos aceptan, de muy mala gana, que llegue el momento de ”jubilarse”, luego de dos años de actividad, algo que no está exento, con cierta frecuencia, de protestas, disgustos y llantos. Los turistas que actualmente acuden en masa a la función litúrgica de la Catedral, lo hacen con dos objetivos como si se tratara casi de un atractivo turístico más, o para contemplarlo como algo digno de admiración, ”nuevo”, distinto. Pero en el fondo, todos lo miran con respeto y hasta emoción.





































1 comentario:

  1. Las tradiciones...
    Siempre es bonito de conservarlas. La nostalgia nos da fuerza para el presente y esperanza cara al futuro...

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