El Canto Popular Uruguayo fue un movimiento musical originado en
Uruguay en los años 60 y que tuvo su auge hacia el final del gobierno de facto
en la década de los 80. El origen del nombre “Canto Popular Uruguayo”
es discutido, existiendo algunos investigadores que afirman que esta corriente
tomó esa denominación del disco de José Carabajal llamado “Canto
Popular”, editado en 1969.
El Canto Popular Uruguayo configuró una
fervorosa respuesta de la población uruguaya frente al sistemático
avasallamiento de la libertad de expresión. La Canción Popular de
intervención, o ”Canto Popular” como se lo llama, ostenta en el Uruguay una
larga trayectoria que se remonta, tal vez a los tiempos de la lucha por la
emancipación y contra el poder colonial, en el siglo XIX, y se basa en la
costumbre de describir, mediante el canto, las diferentes facetas de la vida y
epopeya del pueblo. Así se fueron narrando experiencias colectivas o
individuales, pero generalmente ligadas al sentir colectivo, a través de un
tipo de canción en michos casos evolutiva, de basamento artístico y creativo, y
que cuenta en todos los casos, con un profundo sentido humanista y solidario.
En diciembre de 1952 en Argentina se sancionó un decreto que estableció pautas
obligatorias para la difusión de la música nacional en las radios. Esto tuvo un
gran impacto en las distintas corrientes de la música folclórica, dando
visibilidad a la música autóctona. Como consecuencia, cruzó hacia el Uruguay
una importante ola de folklore. Se pusieron de moda Bagualas, Carnavalitos,
Zambas
y Chacareras,
que si bien no eran ritmos uruguayos, se aproximaban mucho a la sensibilidad
local. Una figura clave en la búsqueda de la identidad musical uruguaya hacia
1960 fue Anselmo Grau, quien conducía programas de radio y televisión
desde los cuales ayudó a difundir el trabajo de sus contemporáneos. Su labor
permitió que los uruguayos tomaran conciencia de su propia música.
Los primeros autores de canciones de lo que posteriormente se conocería
como Canto
Popular Uruguayo, fueron Aníbal Sampayo, Osiris Rodríguez Castillos,
Rubén
Lena y Víctor Lima. Osiris Rodríguez Castillos resucitó
al Cielito,
ritmo olvidado en el Uruguay. En 1962 editó su primer LP titulado “Poemas
y Canciones Orientales” Rubén Lena, por su parte, no se ató
al criollismo, sino que compuso temas carnavaleros, sones y serraneras. Otros
precursores del Canto Popular Uruguayo fueron Alfredo Zitarrosa, Daniel
Viglietti y José Carabajal. A ellos los siguieron otros artistas como Tabaré
Etcheverry, Washington Carrasco, Numa Moraes, Yamandú Palacios, Roberto
Darwin, Eustaquio Sosa, Ricardo Comba, Alán Gómez y Rubén
Rada. Con la llegada de la dictadura militar en 1973, se produjo el
exilio de la mayoría de los cantautores del Canto Popular. A partir
de entonces, comenzó a gestarse una segunda generación de cantautores del Canto
Popular. A fines de 1975, bajo la rectoría del poeta y músico Washington
Benavides, se creó el llamado “Grupo de Tacuarembó”, movimiento
intelectual que aglutinó artistas de diversas disciplinas. A través de ellos se
editó el disco ”Soy del campo”. Casi paralelamente, Carlos María Fossatti
grabó “Hasta sucumbir”, homenaje a los héroes de la Resistencia de
Paysandú, y Santiago Chalar rescató el antiguo tema “La loca del Bequeló”.
Este empuje de la nueva generación fue netamente rural y a ellos no les fue
fácil el trabajo, ya que debían cuidar sus textos para no ofender a las
autoridades y antes de las actuaciones en vivo debían presentar la lista de
canciones a interpretar, en dependencias policiales. En septiembre de 1978 se
realizaron espectáculos multitudinarios en el Palacio Peñarol y desde entonces,
los recitales se sucedieron a un ritmo vertiginoso. Surgieron nuevos
cantautores: el dúo Larbanois-Carrero, Juan José de Mello, Omar
Romano, el dúo Los Zucará, Mariana García Vigil, Eduardo
Darnauchans, Los que iban cantando, el Grupo
Vocal Universo, Contraviento y Rumbo, entre otros. El Canto
Popular Uruguayo fue una corriente heterogénea y multigeneracional. Se
nutrió de folklore uruguayo, argentino y latinoamericano, de la Murga,
el Candombe,
el Rock,
la Milonga
y la música docta. Fue esencialmente acústico y le otorgó mayor importancia al
texto, a la poesía.
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