Todos los 12
de Diciembre de cada año se celebra en Nicoya (Costa Rica) el día de La Virgen
de Guadalupe acompañado del conocido "Baile de la Yegüita", en el
cual un lugareño baila la yegüita, otro toca la melodía en flauta, un tercero
toca un tambor y un cuarto baila con la yegüita presentándole la imagen de la
virgen. Se trata de una mezcla de tradición indígena y católica, donde los
creyentes celebran con alegría de una forma particular la fiesta religiosa. La
tradición de la yegüita o caballito, es representada por un hombre vestido con
una especie de enagua, hecha con un aro de bejuco y tapado con una manta o con
una frazada; adelante se le coloca una cabeza de caballo hecha de madera y
atrás una cola.
Ya en procesión de la pasada que se realiza el 11 y 12 de
diciembre, a las 7 horas, participa el caballito con sus bailes, reverencias y
genuflexiones, delante de la virgen, al compás de un son que se ejecuta con
tambores, pitos (que antiguamente eran ocarinas de barro). También, así mismo
usaron carrizos de bambú o de caña delgada. El Baile de la Yegüita se
realiza desde la época de la Colonia para honrar a la virgen, por lo que esta
celebración tiene más de 355 años de historia en el pueblo guanacasteco, donde
se destaca la música y las comidas típicas. Durante el recorrido que se realiza
en forma de procesión con la Virgen de Guadalupe, desfila un hombre quien danza
al son de la música de una flauta y tambores. Su traje simboliza a una yegua,
la niña o muñeca simboliza la virgen Guadalupe. En el principio la festividad
se concentraba en la parte religiosa y en la preparación de comidas para las
gentes que venían del campo. La tradición es mantenida por los fervorosos
fieles, quienes en diciembre se reúnen para celebrar en grande las fiestas a la
virgen. La persona que baila dentro de la armazón que representa la yegüita, se
le conoce con el nombre de primer cargador, y al igual que en épocas pasadas, es
designada por la Asamblea de la Cofradía. En este baile participan
representantes de la comunidad indígena. Ellos son los encargados de tocar las
flautas. Por eso, se les denomina piteros.
Una de las
leyendas cuenta que en el tiempo de la conquista un indio encontró una veta de
oro en el camino hacia Curime, fue descubierto por uno de los vecinos, el cual
secretamente empezó a tomar pepitas de
oro también. Un día el primero de los indios y su mujer, encontraron al segundo
en la veta de oro y ambos empezaron a pelearse a muerte. La pobre mujer
temblaba de miedo, se arrodilló y suplicó ayuda a la virgen de Guadalupe. Al
instante apareció un caballito y se interpuso entre los combatientes; frente al
milagro se detuvo la lucha y se salvaron ambos. De ahí en adelante se comenzó
la participación de la yegüita en las celebraciones de la virgen de Guadalupe.
Otra de las leyendas narra que "para un 12 de diciembre después de la misa
de la Virgen de Guadalupe, mientras un grupo de devotos regresaban a sus ranchos
en las cercanías de la punta del cerro Las Cruce, en Nicoya, de repente unos
hermanos muy pasados de tragos tuvieron un disgusto y empezaron a pelearse
sacando sus afilados machetes. Ante aquella inminente tragedia los devotos
presentes comenzaron a invocar a la virgen de Guadalupe, suplicándole que por
favor detuviera esa sangrienta lucha y que no muriera ninguno de los hermanos.
De pronto apareció una yegüita que a patadas y mordiscos separó a los
contendientes y los hizo desistir de su pleito y su locura. Mientras los
devotos caían de rodillas y no cesaban de agradecer aquel milagro de la
virgencita, la yegüita así como llegó desapareció entre los tacotales y los
matorrales cercanos. Este hecho inusual fue considerado por los pobladores de
Nicoya como un milagro, y por esta razón desde aquellos lejanos tiempos se
acostumbra incluir entre las procesiones religiosas de las fiestas guadalupanas
la presencia de un caballito de madera que baila en forma muy particular. En
algún momento de la tradición se hizo costumbre que los rivales y enemistados
durante el año se amenazaran con la sentencia: “en Nicoya nos vemos el 12 de
diciembre”. Era hasta entonces que muchos pleitos se aplazaban, y al son de los
tambores y los pitos, los enemistados se peleaban hasta sangrar en presencia de
la Yeguita, que cuando consideraba necesario, intervenía bailando para
separarlos. Esta cruel costumbre fue abolida alrededor del año 1914, por el
Sacerdote José María Velazco.
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