El Lumbalú es un ritual funerario de la cultura palenquera en
Colombia, en la que intervienen danzas, cantos, música y actuaciones. Al
parecer es una tradición africana, principalmente de Angola, la tierra natal de
muchos de los primeros cimarrones fundadores de Palenque, que fue llevado a
Colombia por los esclavos. El origen del Lumbalú se remonta al territorio
bantú, en África. Etimológicamente está compuesto por el prefijo “lu”, que
significa colectivo y “mbalú”, que significa melancolía, recuerdos o reflexión.
Se ejecuta en común durante las nueve noches siguientes a un fallecimiento,
para honrar el alma del difunto. El alma del muerto vuelve a su casa dos veces
al día: a las 6:.00 am y a las 5:30 pm. A esas horas se reúne la comunidad en
casa del fallecido para ofrecer el Lumbalú, o sea los rituales velorios
entre la población cimarrona. Al Lumbalú hay que ir como a un
velorio, con ropa adecuada, preferentemente blanca, y con una vela para
encenderle al muerto, así como también el alma dispuesta para ver una ceremonia
en la que la música y los cantos expresan el dolor de la partida. La música se
interpreta con tambores. Uno de los ancianos del cabildo (la institución
política y religiosa más importante de la comunidad palenquera), pregona la
muerte de quien ha fallecido. El pregón se realiza para convocar la comunidad
al velorio mediante un toque especial del tambor Pechiche. Este tambor se
construye con el tronco de un árbol. Su forma es cónica, mide 40 cm de ancho en
la boca superior, y 25 cm la boca inferior, que se deja abierta. La membrana es
de cuero de venado o de saino. Para los palenqueros es un instrumento sagrado.
Una vez que se ha reunido la gente se inicia propiamente el canto-lloro
responsorial, en el que alternan el solista de voz prima y el coro. Las palmas
de las manos y los toques del tambor yamaró, ejecutado con ritmos y alturas
específicas, acompañan este ritual.
En el ritual funerario del Palenque se caracteriza por presentar la
conjugación de elementos recitativos, cantos y golpes rítmicos de los tambores,
de significado especial. Durante el Lumbalú las mujeres bailan con pasos
menudos alrededor del cadáver, ejecutando movimientos de vientre e invocaciones
con los brazos, algunas se llevan las manos a la cabeza mientras actúan y
cantan. Los cantos son en lengua palenquera, una mezcla de castellano antiguo
con algo de portugués, kimbundo y kikongo, idiomas africanos de Congo y Angola.
Esos mismos cantos, al llegar los esclavos negros a tierras americanas,
llevaron a que los blancos creyeran que se trataban de blasfemias y muchos de
ellos murieron bajo torturas. Sin embargo, eso no les impidió seguir con sus
tradiciones. San Basilio del Palenque posee un contexto particular, dado que
fue el primer pueblo de América donde la corona española reconoció su autonomía
como pueblo de afrodescendientes. Hoy en día conserva particularidades
culturales y rituales que lo diferencian de otros pueblos afro-colombianos. En
el complejo funerario palenquero, se establece una distinción entre la muerte
de un adulto y de un niño pequeño. Mientras que para los adultos se ejecuta el Lumbalú,
para los infantes los rituales fúnebres se limitan al tiempo hasta la sepultura
del cadáver. Esta diferencia radica en que la sombra del adulto requiere de una
serie de procedimientos rituales para que se dirija al mundo de los muertos,
mientras que el infante es considerado libre de pecados y no requiere de tales
procedimientos para que su alma abandone su lugar entre los vivos. Si bien
nuestra idea de funeral es un acto solemne, trágico e íntimo, en la cultura
palenquera, la muerte es motivo de fiesta y es un acto esencialmente social. El
muerto le pertenece a la comunidad, que es la que lo despide.
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