La muerte, con su enorme guadaña, quiso llevarse a más de un negro
bailarín, un día de la Candelaria, en pleno jolgorio, en algún lugar de las
colonias de esclavos de América. Quizás lo logró, pero de ello no hay testimonios.
Donde sí existen relatos sobre esta gesta es en Barranquilla (Colombia), donde
no se dejaron ganar la lucha con la muerte o la “ganchua”, a la que derrotaron
a punta de tambor y guacharaca. La Danza del Garabato es una expresión
folklórica negra trasladada desde Ciénaga (Magdalena) a Barranquilla, durante
la segunda mitad del siglo XIX. En ella se escenifica, con ironía y sarcasmo,
la lucha entre la vida y la muerte. Con la danza, los negros esclavos de las
bananeras, no sólo se burlaban de sus amos, sino de su propia desgracia, de la
naturaleza, del trabajo, de los dioses, de la muerte, en fin, de todo lo que
encontraba a su paso. Al final de cada cosecha, cuando los amos les regalaban
un día de descanso, los esclavos en medio de la fiesta, generalmente de la
Candelaria, representaban su mundo de infortunio, animándose con tambores y
bailes rituales. En la lucha que libran la vida y la muerte en la Danza
del Garabato, al principio sólo participaban hombres, y era animada por
el tambor alegre y la guacharaca (instrumento de raspado). Con la incorporación
de las mujeres, se incluyó una tambora. Con el ritmo marcado, los participantes
siguen las instrucciones de un caporal, que se distingue del grupo por el color
de sus medias amarillas, para hacer los movimientos propios de la danza, como
caracoles, culebras, abanicos, túneles o el movimiento de las olas. El baile
sigue a paso de marcha. Además del caporal, está la figura del presidente, más
bien representativa de la danza, quien lleva medias rojas. En el Garabato
del Country Club, se adoptó el coordinador, de medias verdes.
El garabato es un gancho de madera que el campesino costeño utiliza como
instrumento de trabajo en sus labores campestres, mientras machetea desbrozando
la maleza. Nadie sabe quién ni cuándo llevó la Danza del Garabato de
Ciénaga a Barranquilla. Lo que es indudable, es que esta danza es una de las
más tradicionales y populares del carnaval. El vestuario de los hombres
consiste en un pantalón bombacho negro que les llega a las rodillas, con
bolsillos rematados con encajes, medias blancas altas, zapatos negros planos,
camisas amarillas de mangas largas, peto o pechera en forma de babero de color
azul, con encajes y bordado en lentejuelas y una capa roja también adornada.
Como accesorio, llevan un sombrero blanco, adornado con flores artificiales y
cintas con los colores de la bandera de Barranquilla. Portan un garabato
pintado de blanco y adornado con cintas de colores. Sus caras van maquilladas
de rojo y blanco, símbolos de la vida y la muerte. Las mujeres lucen faldas
negras, largas y amplias, en la parte inferior llevan volantes con los colores
de Barranquilla, una blusa negra de escote amplio y arandelas con los mismos
colores tradicionales de la ciudad. Como accesorios portan flores en la cabeza
y zapatos negros. La muerte, personaje central, lleva un disfraz que consiste
en un traje enterizo negro, al que se le estampa un esqueleto pintado de
blanco, una careta con la calavera y una enorme guadaña que utiliza para
llevarse a los bailarines. El grupo musical que acompaña a la danza está
compuesto por una tambora, tambor de un solo parche, guacharaca y un cantador,
acompañado por voces de un coro y palmas. El grupo se desplaza bailando al
ritmo de pajarito, chandé o golpe alegre. La muerte entra en escena y con su
guadaña va eliminando uno por uno a los danzantes, hasta que al final, la
fuerza del espíritu carnavalesco la derrota, pues todos resucitan y continúan
bailando.
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