Waka-Waka o Waka
Thocoris, es una danza de encuentros. Inicialmente rural, fue
prontamente introducida a los pueblos grandes y a la ciudad de La Paz mediante
las fiestas que los aborígenes y mestizos celebraban en honor a su Santo o una
Virgen. De ahí que forme parte de la historia inicial de entradas tan afamadas
como las del Señor del Gran Poder (Chijini) y de la Exaltación (Obrajes). Esta
danza, al parecer, tiene sus orígenes en las corridas de toros, que se
convirtió en una forma de mostrar el poder del hombre, en este caso del
español, el cual derrota a la fuerza bruta representada por el toro. Este hecho
ha debido impactar fuertemente en el nativo, de ahí cuando los aimaras vieron a
las vacas, lo primero que hicieron fue representarlas en una danza satirizada
llamada Waka-Waka (en español, vaquería). Resume en su coreografía la
benéfica introducción del ganado vacuno en los Andes, acontecimiento
importantísimo para la producción agrícola que inició a varias familias aimaras
y mestizas en la cría de reses y la comercialización de su leche, carne y
cuero. De inmediato, la vaca y el todo pasaron a formar parte de los rituales
aimaras. Se piensa que la danza de los Waka-Waka apareció para satirizar
las corridas de toros que los españoles tenían por deliciosa, pero sangrienta
diversión. Ante la prohibición de la participación del nativo en las costumbres
españolas durante la columna, la reacción inmediata del indígena fue la de
ridiculizar el comportamiento español, creando de esta manera el Waka-Waka.
Dicen que los historiadores, que en España, también se bailaba una danza
similar en época previa de su carnaval en los pueblos de Castilla, y que se
conocía con el nombre de Vaquillas.
La vestimenta de los ejecutantes del Waka-Waka incluye
monteras triangulares con adornos de espejuelos que terminan en forma
puntiaguda, el rostro con velo y un poncho colgado al hombro para disimular la
figura humana. Los bailarines se encuentran dentro de un armazón de cuero, que
representa el cuerpo de la res, que llega hasta la altura de la cintura, con
diversos volados de pollerín que circunda toda la parte baja. El toro está
representado por estos danzantes, que llevan en su cintura el lomo y la cabeza
del animal, quien con movimientos ondulantes y ágiles, participa del baile
burlándose del matador o torero. En el desfile participan varios personajes,
como el pintoresco k’usillo, cuya labor se asemeja a la de los bufones,
realizan una serie de piruetas en medio de saltos. Su desplazamiento es más veloz
que el de los otros personajes de los Wakas. Algunos investigadores atribuyen
su contexto a la cultura aimara, porque el k’usillo lleva una máscara con
alargadas orejas de colores y portan en su mano una especie de báculo
emplumado. La mujer también es importante en este baile, representa a las
lecheras, su vestimenta se caracteriza por el uso de un sinfín de polleras con
las que realizan movimientos impresionantes con el contoneo de las caderas.
Además visten mantilla de alpaca que cubre hasta la cabeza y un jubón aflecado
y bordado. En la mano llevan un jarrón o jarra de leche, principalmente de
plata, que sirve como un elemento decorativo. Es importante remarcar que esta
danza se halla íntimamente relacionada con los ritos propiciatorios agrícolas y
ofrendas a la Pachamama. Es una de las especialidades de danza del Carnaval de
Oruro, así como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
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