lunes, 14 de julio de 2025

Día del baterista argentino

 

 

El 11 de julio de cada año, Argentina vibra al compás de la batería, conmemorando el Día del Baterista Argentino. Esta fecha no es arbitraria; se eligió para rendir homenaje a la memoria de Oscar Moro, uno de los músicos más influyentes y trascendentales en la historia del rock nacional, quien falleció un 11 de julio de 2006. Más que una simple efeméride, este día es una celebración del pulso vital de la música argentina, un reconocimiento a la destreza y pasión de quienes sostienen el ritmo desde el set de percusión.

La batería, tal como la conocemos hoy, es un instrumento relativamente joven, consolidado en su formato moderno a principios del siglo XX. Su llegada a Argentina y su posterior evolución se entrelazan con la historia de los géneros musicales que definen la identidad sonora del país.

En los albores del siglo XX, la batería comenzó a asomarse tímidamente en las orquestas de Tango. Inicialmente, los percusionistas utilizaban una combinación de bombo, platillo y redoblante de marcha, a menudo ejecutados por un solo músico que también manejaba otros instrumentos de percusión. La función principal era marcar el ritmo de forma sólida, apoyando la base armónica y melódica. Figuras como Tito Gianattasio fueron cruciales en la evolución de este rol, elevando la batería de un mero acompañamiento rítmico a un elemento con un potencial sonoro y expresivo propio dentro del complejo entramado tanguero. Gianattasio, por ejemplo, fue de los primeros en incorporar el hi-hat y técnicas de brush (escobillas) al Tango, aportando una sofisticación y una sutileza que antes no existían.

La década de 1930 y 1940 trajo consigo la influencia arrolladora del Jazz y las Big Bands estadounidenses. Este fenómeno global encontró un terreno fértil en Argentina, especialmente en Buenos Aires. Las orquestas de Jazz y Swing demandaban bateristas con una mayor agilidad, capacidad de improvisación y conocimiento de los ritmos sincopados. Esta época fue fundamental para la consolidación de la batería como un instrumento solista y virtuoso. Los bateristas argentinos de este período no solo replicaron los estilos de sus pares norteamericanos, sino que también comenzaron a fusionarlos con elementos locales, sentando las bases para futuros desarrollos.

La segunda mitad del siglo XX, particularmente a partir de la década de 1960, presenció el nacimiento y la eclosión del Rock Nacional. Este fue, quizás, el género que más visibilidad y protagonismo dio a la batería en Argentina. El Rock, con su energía intrínseca, su necesidad de un pulso potente y su vocación por la experimentación, brindó a los bateristas un espacio sin precedentes para brillar.

Nombres como Martín "Bajarlía" Abadi (Los Gatos), Oscar Moro (Los Gatos, Serú Girán, La Máquina de Hacer Pájaros), Black Amaya (Pescado Rabioso), Rodolfo García (Almendra), Daniel Colombres (Los Abuelos de la Nada), Pomo (Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota), Gustavo Rowek (V8, Rata Blanca), y muchos otros, se convirtieron en figuras legendarias. Cada uno de ellos aportó un estilo distintivo, forjando la identidad sonora de bandas icónicas y contribuyendo a la riqueza y diversidad del Rock Argentino. La batería se convirtió en la fuerza motriz, el motor rítmico que impulsaba las composiciones y los conciertos, y los bateristas, en verdaderos arquitectos del sonido de sus agrupaciones. Su influencia trascendió la música, convirtiéndose en referentes culturales para la juventud de varias generaciones.

Desde las últimas décadas del siglo XX y en el siglo XXI, el rol del baterista se ha diversificado aún más. La batería es hoy un pilar en el folklore argentino (en fusiones y nuevas expresiones), en el Jazz contemporáneo, el Pop, la electrónica, el Funk, el Heavy Metal y un sinfín de subgéneros. La profesionalización de la enseñanza del instrumento, la llegada de nuevas tecnologías (baterías electrónicas, triggers, software de producción) y la globalización de la música han abierto un panorama de posibilidades ilimitado para los bateristas argentinos, que continúan explorando, innovando y llevando su arte a los escenarios del mundo.

Cada 11 de julio se conmemora en Argentina el Día del Baterista, una fecha dedicada a reconocer la importancia de este instrumento en la música nacional y rendir homenaje a Oscar Moro, uno de los grandes pilares del Rock local desde los años ’60.

A comienzos de la década del ‘60, Oscar Moro, un adolescente rosarino de 13 años que a falta de una batería propia utilizaba ollas de cocina para tocar en las fiestas junto a su amigo guitarrista, Kay Galifi. Al poco tiempo, conocieron a Litto Nebbia y a Ciro Fogliatta que estaban tocando en una banda que a veces se presentaba en Buenos Aires.

Una vez disuelto el grupo, Nebbia le preguntó al baterista de ollas si se quería unir a un nuevo proyecto. Luego de aceptar, junto con Kay comenzaron a tocar los tres en un barcito under donde sonaba Jazz llamado La Cueva. El resto es historia. Fue en marzo de 1967 donde decidieron armar un grupo llamado Los Gatos y con ello pusieron la piedra fundacional del Rock Argentino. Litto estaba en primeras voces y armónica, Kay en guitarra, Ciro en teclados y órgano, Alfredo Toth en bajo y en la batería Moro.

Con “La Balsa”, el primer hit de la historia del Rock Nacional y el toque beat que le daba con la batería, Los Gatos fue el comienzo del periplo musical de Moro. Pero la fama y el éxito no lo cegaron, al punto tal que una vez disuelta la banda y ante la falta de una salida material concreta, no tuvo ningún problema en trabajar como chofer de micros escolares. Lejos de encasillarse, Moro fue el baterista más solicitado por aquellos años.

Es que el amplio espectro del baterista se amoldó sin problemas a Color Humano, al Folk de Porsuigieco, el sonido progresivo de La Máquina de Hacer Pájaros, la lírica de Serú Girán y a la contundencia rítmica de Riff. La versatilidad del baterista se convirtió en el alma de cada una de sus bandas y por eso también colaboró con solistas como León Gieco, Celeste Carballo, Charly García, Fabiana Cantilo, Nito Mestre y Pedro Aznar entre otros.

Sin embargo, la agitada vida del Rock provocó que se fuera antes de tiempo. Con varios problemas de salud y alejado ya de los escenarios, falleció el 11 de julio de 2006. Tenía apenas 58 años, pero para entonces su impronta se había convertido en referencia indiscutible de varias generaciones. En su homenaje, se instauró en esa fecha el Día del Baterista.

Un total de 50 bateristas se reunieron en las escalinatas del Parque España de Rosario para homenajear a Oscar Moro, en 2023, a 17 años de su muerte.

Detrás de la iniciativa está Norberto “Dubi” Ramos, baterista rosarino y devoto de la vida y obra de Moro. “Esto arranca en 2015, cuando un baterista de Buenos Aires, Roberto Becker, empieza a juntar firmas para que el 11 de julio, el día que fallece Oscar Moro en el 2006, sea declarado el Día del baterista”.

Norberto soñaba con juntar 100 baterías en el Monumento a la Bandera. Por eso se contactó con otro colega, Omar Pogonza, y en 2016 lograron llevar a cabo el proyecto con ayuda de la Secretaría de Cultura de la ciudad. El homenaje fue completo, ya que también pudieron descubrir una placa de Oscar Moro en la esquina de Buenos Aires y Rioja, en el bar La buena medida, pegado a la casa donde vivía el legendario baterista.

Por distintas razones, el evento no se pudo hacer en los años siguientes. Después vino la pandemia… Hasta 2022 que se hizo en el Anfiteatro del Parque España y fue un éxito también porque se llenó. La gente se sentó en el piso, arriba en las barandas en la escalera, fue increíble, una fiesta.

 

 

Fuentes:

 

• Eleco.com.ar

• Laizquierdadiario.com

• Es.rollingstone.com

 


 



























 























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