Con el nombre de Guardia Vieja se define al movimiento cultural, la etapa y el grupo de músicos, poetas y bailarines que crearon el Tango. No existe coincidencia entre los historiadores para precisar el momento de comienzo y final del movimiento, pero hay coincidencia en ubicar el inicio en las últimas dos décadas del siglo XIX y el final entre la segunda y la tercera década del siglo XX, cuando dio paso al movimiento llamado Guardia Nueva.
Músicos tales como Canaro, Firpo
o Bardi,
pertenecientes a los comienzos del Tango, siguieron componiendo en su
estilo original enfrentándose en muchos momentos con los renovadores de la
Guardia Nueva (un claro ejemplo es el de Firpo). Existen a su vez,
exponentes tales como Delfino quien generó un proceso de
cambio, se salió de las organizaciones típicas en su modo de componer a partir
de la década del 20. Por otro lado, Arolas planteó en sus Tangos
ideas musicales realmente renovadoras para su época. En comparación a sus
contemporáneos, logró plasmar un estilo propio a pesar de su temprano deceso
(murió a los 33 años). Es decir que no se puede afirmar qué Tangos,
qué compositores o qué formaciones son referentes estéticos de cada época sólo
por su momento histórico. Más allá de que existen características generales que
se observan en cada momento, no es posible generalizar un análisis; hay que
situar a cada obra basándose en sus características constructivas y en el momento
histórico de su compositor. El tango surgió, se consolidó y evolucionó a partir
de diversos elementos que se conjugan a ese respecto conformando un estilo con
características constructivas propias. Observamos grandes diferencias, desde el
punto de vista compositivo, entre los Tangos del comienzo del siglo con
respecto a los Tangos posteriores. Se cree entonces que sí se puede observar
conductas comunes en el discurso de estos Tangos “primitivos”. Estos “tipos”
musicales, que caracterizan a los Tangos de la Guardia Vieja, fueron
renovados por nuevas “ocurrencias”, las cuales, a su vez, pueden establecer un
nuevo tipo estilístico en contraposición con los Tangos que evolucionaron
posteriormente, es decir que dieron origen a la nueva etapa del Tango
denominada Guardia Nueva.
En la primera etapa, el estilo se consolidó, era
ejecutado en forma intuitiva, “a la parrilla”, por músicos que, en general, no
poseían un estudio sistemático en cuanto a la formación musical y fuerom
dibujando, de a poco, los lineamientos básicos que caracterizaron al Tango
en el futuro, diferenciándolo de otras músicas imperantes en la época. Hacia
fines del siglo XIX el Tango se desarrolló en tríos
integrados por arpa o acordeón, flauta y violín; en algunas ocasiones se
utiliza el clarinete o cualquier instrumento factible a ser trasladado de salón
en salón. Paulatinamente, la guitarra (instrumento traído por el español en la
conquista, muy arraigado a las costumbres del campo) fue transformándose en el
instrumento armónico por excelencia de estos tríos. Los músicos del trío no sabían
leer música, realizaban una confusa improvisación, sin solos. No escribían sus acompañamientos,
y sólo en algunos casos pautaron gráficamente la melodía y el cifrado (acordes
del acompañamiento). Por estas razones, los elementos descriptivos de las características
de los Tangos primigenios, llegaron a la actualidad a través de
relatos y anécdotas de historiadores y músicos que vivieron ese momento
histórico. Las referencias en diarios de la época aparecieron con frecuencia a
comienzos del siglo XX, en especial en los meses de enero y febrero (época de
carnaval). Se mencionaba a su vez al Tango dentro de esquemas musicales
mayores, tales como los sainetes. Las obras eran transmitidas oralmente y se
iban generando en base al procedimiento elaborativo de ensayo-error, es decir,
se planteaba un motivo rítmico-melódico, que después generaba derivaciones
temáticas por medio de las prácticas repetidas y sistemáticas en cada
ejecución.
Estas particularidades dieron como resultado, en un comienzo, la
falta de organización de un estilo propio. Ya en el siglo XX, la incorporación
del piano, entre otros elementos, planteó modificaciones a las estructuras de
los tríos y se convirtió en la voz conductora del Tango. En un comienzo los
instrumentos no fueron seleccionados buscando una sonoridad determinada, sino
que, en general, poseían la característica principal de ser aquellos que podían
ser fácilmente ejecutados y fácilmente trasladables. Tanto la flauta como el
clarinete se caracterizan por realizar melodías ágiles sin necesitar un manejo
técnico muy complejo. La guitarra hizo su aparición posteriormente y brindó,
sobre todo, una base armónica y un marcado rítmico que caracterizó al
acompañamiento del Tango durante muchos años. Ese acompañamiento estaba basado en
la rítmica de la Habanera alternado por momentos, con un movimiento uniforme de corcheas.
El bandoneón se integró al Tango poco antes de 1910.
Si bien existen varias constancias de la presencia del bandoneón en el Río de
la Plata mucho antes, fue recién en la primera década del siglo XX que el
bandoneón pasó a ser el instrumento central del Tango. Al igual que el
piano, hubo resistencias por parte de los músicos para aceptar la presencia de
un instrumento que requería estudio y adaptación rítmica y musical. Se conoce por relatos de la época que el piano
apareció como instrumento solista, muchas veces utilizado en los prostíbulos
que podían comprarlo, como modo de entretener a los clientes mientras esperaban
a las prostitutas. Aunque no se hallaron registros sonoros, se reconoce que, en
general, los pianistas comenzaron repitiendo la textura y modo de ejecución de
la época: la mano derecha ejecutaba la melodía y la mano izquierda realizaba un
acompañamiento habanerado, a imitación de la guitarra. La aparición del piano,
primero, se da en convivencia con la guitarra y luego pasa a tomar su lugar
quedando la guitarra asociada a una estética de acompañamiento a cantantes. Las
partes escritas para piano aportan una especie de “esqueleto armónico” de
acople orquestal.
Es bien sabido que el piano es un objeto de lujo en la
sociedad del Río de La Plata de comienzos de siglo XX. Las partituras que
comenzaron a editarse, escritas para este instrumento, denotan el hecho de que
tanto a la interpretación como a la composición del Tango estaban
integrándose actores sociales diferentes de estratos sociales medios y altos. Del mismo modo que el bandoneón había reemplazado a la flauta, constituyéndose
en el corazón del mismo, el piano reemplazó a las guitarras en la orquesta
típica. Ante públicos cada vez más numerosos, la guitarra carecía del volumen
suficiente y de potencia rítmica para el baile. Del mismo modo que Maglio
y Greco
habían incluido el bandoneón en la orquesta de tango, es Roberto Firpo y su famosa
orquesta, el referente de la inclusión del piano, a partir de 1912. La Guardia
Vieja encontró la inmortalidad en una obra instrumental compuesta por
un joven montevideano de 19 años: "La cumparsita", de Gerardo
Matos Rodríguez. En 1916 Roberto Firpo la arregló y la
estrenó en Montevideo. En 1917, los compositores Enrique Delfino y Juan
Carlos Cobián compusieron respectivamente los Tangos “Sans
Souci” y “Salomé”, un nuevo tipo de canción conocido como Tango-Romanza,
de melodías depuradas, que abrió camino para el Tango de avanzada y de
difusión masiva que se consolidaría en la década siguiente. En la última etapa
de la Guardia Vieja, el Tango tomó forma. El bandoneón, el
piano, la orquesta típica de Tango, la calidad del Tango
cantado, una danza sin equivalentes, la difusión discográfica y la aceptación
internacional, estaban sentando las bases para pegar un salto de calidad que lo
llevaría a una nueva etapa, la Guardia Nueva.
Fuentes:
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