Quizá la agrupación musical más representativa de la idiosincrasia costarricense es la Cimarrona. Este grupo hoy está presente en cualquier actividad social, comunal o familiar. También es el complemento perfecto de la Mascarada, siendo capaz de desplazarse por las calles interpretando notas de alegría y júbilo.
Las primeras Mascaradas tradicionales
costarricenses, fueron acompañadas por un formato musical que hoy se encuentra
extinto en Costa Rica, y que consistía principalmente de una chirimía y un
tambor. Esta pequeña agrupación musical existió en todo el país y amenizó
procesiones y otras actividades desde los primeros tiempos coloniales. Con la
aparición de las bandas militares en el siglo XIX y las filarmonías municipales
a inicios del siglo XX, los instrumentos de manufactura europea como
clarinetes, saxofones, trompetas, barítonos y tubas llegaron a sustituir a la
chirimía, formándose pequeñas bandas o filarmonías autónomas a lo largo del
país que pronto serían conocidas como Cimarronas. El término “cimarrón” se
usa en América Latina para referirse a flora y fauna silvestre o indómita, así
mismo se usó en la época colonial para referirse a los esclavos rebeldes o que
huían de sus amos hacia las montañas o el campo, de esta forma se relacionó su
uso con la banda musical al ser esta perteneciente a un entorno popular y
callejero. Las Cimarronas no están ligadas a un ritmo o género musical en
específico, sino que son capaces de adaptar e interpretar muchos de estos. Desde
Merengues,
Cumbias
y Pasodobles,
hasta ritmos tradicionales costarricenses como Pasillo, Jota,
Contradanza,
Vals
y Son
Guanacasteco (conocido como Parrandera o Tambito). Esta
versatilidad mantiene vigentes a las Cimarronas que, junto a las Mascaradas,
son responsables de reforzar la identidad costarricense al involucrar nuevas
generaciones que continúan llevando a cabo estas manifestaciones a lo largo del
país.
Con el paso de los años las diferentes Cimarronas incorporaron
elementos sonoros que hoy en día definen un estilo musical propio de algunos
pueblos. La instrumentación de una Cimarrona consiste en una sección de
vientos, que cumple la función armónica y melódica de una pieza. La Cimarrona
en Santo Domingo de Heredia tradicionalmente ha utilizado los siguientes
instrumentos según su función: Melodía: trompeta, clarinete, saxofón alto. Segunda
voz: trompeta, clarinete, saxofón alto, saxofón tenor. Contra canto: saxofón
tenor, trombón, barítono o eufonio. Bajos: tuba o sousáfono. La sección de percusión
está compuesta por los instrumentos tradicionales de la banda de marcha
europea: redoblante, bombo y platillos. Al igual que la mayoría de
manifestaciones culturales latinoamericanas, la Cimarrona es el resultado
del sincretismo que ocurrió durante la colonia en Costa Rica, en este caso
entre diferentes prácticas e influencias musicales europeas y africanas, tanto
paganas como religiosas. En Costa Rica existían pequeños grupos musicales desde
inicios del período colonial, con instrumentos relativamente “primitivos” o
relacionados a la etnia indígena como flautas y ocarinas entre otros. Más
adelante, quizá desde mediados o finales del siglo XVIII, los grupos musicales
ya contaban con instrumentos como tambores, chirimías, clarines y pífanos. Se
reunían para amenizar las actividades y festejos patronales, pero
principalmente acompañaban procesiones y actividades religiosas. Estas
agrupaciones antecesoras existieron en todo el país, volviéndose muy populares
bajo el formato de chirimía y tambor. Las filarmonías reemplazan rápidamente a
estos instrumentos llevándolos a la “extinción” de su uso en Costa Rica. La
llegada al país de los instrumentos que conforman una Cimarrona como se la
conoce hoy en día se dio gracias a la formación de las bandas militares.
En
1845 se funda la Dirección General de Bandas, sin embargo, las bandas en sus
inicios pasaron por diferentes periodos de dificultad ante la falta de
instrumental y presupuesto. Alrededor de 1860 el panorama comenzó a mejorar
cuando se adquierieron nuevos instrumentos de pistones y saxofones, y en 1873
se publicó el Reglamento de las bandas militares que establecía los conciertos
que debían brindar las bandas, los cuales obedecían a actividades tanto del
estado como de la iglesia. En 1874 las bandas militares eran ya 6 cuando se
formó la Banda Militar de Puntarenas (la de Liberia se crea en 1870 y la de
Limón hasta 1901). Desde entonces y hasta 1890 aproximadamente se volvió a
pasar por algunas crisis de financiamiento para la dirección de bandas. Algunas
como las bandas de Liberia y Puntarenas se vieron suprimidas durante alguno
período, pero reaparecieron en 1888 y 1890 respectivamente. Para la última
década del siglo XIX ya se está gestó el movimiento paralelo de las filarmonías
municipales. Estas fueron bandas financiadas por las municipalidades y vecinos
en algunos casos. Dieron acceso a instrumentos en muchos cantones de Costa Rica
y muchas funcionaban simultáneamente como banda y escuela de música. Para las
fechas entre 1894 y 1903 se contabilizan 35 filarmonías en todo Costa Rica. Estas
filarmonías pronto cumplieron con la función de amenizar las actividades
tradicionales de cada pueblo, y con el pasar de los años se volvieron
protagonistas al ser las instituciones musicales de los pueblos costarricenses.
En los diarios de prensa de la primera mitad del siglo XX se pueden encontrar
cantidades de notas relacionadas a las filarmonías, que describen desde su buen
o mal desempeño semanalmente hasta sus más íntimos detalles como peticiones de
uniformes, instrumental o cambios de director. Con el paso del tiempo muchas de
estas agrupaciones desaparecieron, quedando como vestigio las pequeñas
agrupaciones ahora se conocen como Cimarronas. En algunos cantones de
Costa Rica las filarmonías o bandas municipales siguen funcionando en la
actualidad, mientras a su vez existen Cimarronas como agrupaciones
autosuficientes. La facilidad que hoy existe para la compra de instrumentos
musicales no era común en esa época, y es un factor esencial a tomar en cuenta
a la hora de analizar la formación de estas agrupaciones. El cantón de Santo
Domingo puede considerarse como el poseedor de la primera Cimarrona formalmente
constituida de Costa Rica, organizada en 1875 por Vicente López Granados,
quien fue el Maestro de Capilla de la Iglesia del Rosario desde 1870. Esta Cimarrona
se formó 20 años antes de la fundación de la Filarmonía Municipal de Santo
Domingo y fue debido a la necesidad de un grupo que amenizara las desde
entonces famosas fiestas patronales, pero principalmente celebraciones
religiosas y actividades de beneficencia para la construcción de la Basílica,
que hoy es el más importante templo católico del cantón. Con el aporte de
algunas familias dedicadas al negocio cafetalero que constantemente colaboraban
con diferentes causas y gracias a sus constantes viajes a Europa y también a la
cercanía geográfica con la capital San José, se obtuvieron los primeros
instrumentos musicales para la formación de esta agrupación. Años más tarde,
las Cimarronas
en Costa Rica adquieren un importante auge con la popularización de las Mascaradas
en el resto del Valle Central, pues constituyen un ingrediente esencial en el
desfile de los mantudos, payasos, gigantes, o cualquier otro nombre que se les
da a estos disfraces en todo Costa Rica. La Cimarrona es el único
grupo que acompaña a las Mascaradas en sus recorridos por las
calles para hacerlas bailar, y con la extensión de esta actividad a lo largo
del país.
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