Talchum es el nombre con el que se denomina a espectáculo en el cual los actores, ataviados con traje tradicional y máscara coreanos, llevan a cabo una danza que frecuentemente incluyen gestos, comentarios y cantos.
Etimológicamente el
término Talchum proviene de la unión de “Tal”, cuyo significado es
máscara, y “Chum”, que significa baile. Originariamente este término se
aplicaba a las danzas de máscaras provenientes de la provincia de Hwanghae, en
la actual Corea del Norte. De hecho, en las provincias de Seúl y Gyeonggi este
género se denomina Sandae Nori, en el oeste de la provincia de Gyeongsang Sur se
denominan Ogwangdae y Hahoe Byeolsingut Tal en Andong
(provincia de Gyeongsang Norte). Sin embargo, actualmente el término se ha
extendido para designar un género que comprende 12 variantes reconocidas por el
gobierno coreano teniendo en común el uso de máscaras y la temática social. Al
igual que muchas tradiciones, el estilo Talchum se ha transmitido de
generación en generación. No obstante, con el paso del tiempo y con la
introducción de nuevas artes escénicas venidas de Occidente su importancia fue
decayendo. De hecho, de un arte popular como fue, el Talchum ha quedado en
algunas áreas reducido a un suvenir turístico (para nacionales y extranjeros)
representado por las máscaras que adornan las paredes de muchos negocios. Curiosamente,
en la actualidad y debido a la necesidad de conservar lo que fue declarado Patrimonio
Cultural Intangible, diferentes colectivos han realizado arduos
esfuerzos por acercar este arte al público. Aunque se desconoce el momento en
el cual aparecieron en la vida social coreana, las primeras actuaciones de este
género parecen tener lugar en el período de los Tres Reinos (18 a. C – 935 d.
C) como se deduce de la existencia de la danza de espadas Kommu del Reino de Silla
(57 a. C – 935 d. C) la cual es representada con máscaras.
La popularidad de
esta danza alcanzó un gran desarrollo durante la Dinastía Koryo (918 – 1392) y
dio lugar posteriormente al Talchum. Según investigaciones realizadas
por historiadores, en esta época la danza de máscaras, al igual que muchos
elementos culturales, se vio influenciada por el desarrollo de la Ruta de la
Seda, especialmente con la entrada de nuevas filosofías como el budismo o el confucionismo.
Durante la Dinastía Joseon (1392-1910), aunque es escasamente mencionada por
los registros documentales de la época y mencionada tan sólo de pasada en
poemas, se conoce que la danza de máscaras fue incluida en los espectáculos de
la corte bajo la dirección del Sandae Dogam (la oficina
gubernamental encargada de proveer espectáculos en todo el país). De hecho,
durante décadas, la actividad de esta oficina impulsó el conocimiento de esta
danza en todo el país. Posteriormente, tras el cese de actividad de esta
oficina en el siglo XVII, los actores continuaron realizando este tipo de
danzas sin control gubernamental en las grandes celebraciones. De este tipo de
actuaciones se derivan los géneros de la danza de máscaras a los que pertenecen
el estilo propiamente llamado Talchum y el Sandae Nori. Al mismo
tiempo, según diversos historiadores, tras la desaparición del Sandae
Dogam y la libertad de representación surgieron compañías que
representaban versiones abreviadas de Sandae Nori. Sin embargo, la
disponibilidad de estas compañías itinerantes no siempre permitía a las
pequeñas localidades disfrutar de su actuación durante las festividades
locales.
Es por ello que se cree que los aldeanos decidieron crear pequeños
grupos locales que representasen estas actuaciones durante las festividades
señaladas. La creación de estos grupos hizo que se creen dos nuevas variantes
del género: la Ogwangdae y la Yaryu. Estas dos tipologías, aunque
provienen de la sandae nori se diferencian de ésta en temática y puesta en
escena, distanciándose bastante del control cortesano auspiciado por el Sandae
Dogam. Tras este momento de libertad y durante más de dos siglos, las
danzas de máscaras se representaron en sus variantes en todo el territorio
coreano. Sin embargo, a partir de la ocupación japonesa (1910-1945) y como
consecuencia de la situación política existente, las representaciones de este
tipo disminuyeron de manera alarmante. Esto se debió a que este género, en sus
diversas variantes, por un lado, era símbolo de la tradición coreana y llevaba
consigo una carga simbólica que mantenía a la población unida ante una
identidad coreana. Y por otro lado, el género en sí, tanto en su versión
cortesana como en su versión popular, permitía realizar críticas a la situación
sociopolítica tal y como había sucedido durante siglos. No obstante, hasta
1938, al inicio de la segunda guerra sino-japonesa (1937-1945) estas
representaciones no fueron explícitamente prohibidas, sino que fueron sometidas
a la política colonial japonesa de instaurar un fuerte régimen basado en
principios sintoístas, de tal modo que se eliminaron ceremonias y festivales
regionales de los que estas representaciones formaban parte.
Paralelamente,
aunque de manera muy paulatina, en dicha época se inició un proceso en el cual
estas representaciones dejaron de ser parte de festividades y ceremonias y comenzó
a representarse con el fin de atraer espectadores que pagaban por ver la
representación en un contexto diferente al de una festividad única. Tras el fin
de la ocupación japonesa y la división de la península de Corea en dos naciones
diferentes (1948) el género tuvo dos destinos, teniendo en cuenta las
diferentes directrices socio-políticas de las dos nuevas naciones. En lo que
respecta a la evolución de este género en Corea del Norte, es difícil conocer
su estado actual debido al hecho de que el sistema totalitario establecido
propugna que las artes escénicas tradicionales estén al servicio del partido
único así como de la revolución. Caso distinto es el del desarrollo de este
género en Corea del Sur ya que, durante la guerra civil (1950-1953), la llegada
masiva de refugiados de la actual Corea del Norte y cuna del Talchum
hizo posible que este género se estableciese y se extendiese por la actual
Corea del Sur de tal forma que, Talchum pasó a denominar a toda
danza de máscaras. Al mismo tiempo que la danza de máscaras era reconocida como
patrimonio cultural, ésta sufrió una crisis existencial ya que, por una parte,
necesitaba cambiar y adaptarse a la nueva época y, por otra, el hecho de ser
considerada como patrimonio cultural tradicional en cierta manera la forzaba a
permanecer intangible. Este dilema se vio agravado por el hecho de que la
ocupación japonesa había influido en aspectos tan significativos como los
personajes o la temática, propugnándose por parte de los defensores más
puristas un regreso al estado previo a dicha ocupación. Con la instauración de
la democracia en la sociedad coreana, la danza de máscaras quedó relegada, como
manera de expresión, a un segundo plano. De hecho, si bien seguía considerada
como un arte tradicional y patrimonio cultural, sus representaciones se
tornaron minoritarias y se relacionaron con festividades (como en sus orígenes)
o bien con fines turísticos (como parte esencial del folclore coreano). En la
actualidad, sin embargo, ante la necesidad de vigorizar este arte y gracias a
la aportación de nuevas generaciones, así como del apoyo oficial por parte del
Gobierno coreano, grupos como UHEE o Little Angels tratan de,
sin cambiar su esencia, hacer llegar este género al público, tanto a nivel nacional
como internacional. Finalmente, y aunque es incierto asegurar que se está
asistiendo a un renacimiento de este género, sí que es posible asegurar que las
máscaras de madera que tan llamativas resultan en las vitrinas de negocios de
recuerdos turísticos no se quedan, por el momento, ni en dichas vitrinas ni en
las de los más distinguidos museos del mundo.
Fuente:
• Revistacultural.ecosdeasia.com
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