Las opiniones son numerosas y dispares. Puede decirse que Salsa es sólo un nombre comercial, una etiqueta que reúne al ritmo del Caribe, que también se llaman “tropicales”. Acertada fue la frase de “El Rey del Mambo” Dámaso Pérez Prado: “Salsa es una palabra que se le ocurrió a alguien y que no quiere decir nada”. Según lo antes dicho, puede decirse que Argentina desde hace muchos años se hace Salsa, antes de que esta se conociese como tal.
En la década del 50, las grandes orquestas de hasta doce
músicos o más, cultivaban varios géneros, entre los que se incluían el Chachachá,
Mambo,
Son,
Rumba,
Conga,
Guaracha
y otros. En las tardes de sábados y domingos los auditorios de las más
prestigiosas emisoras de radio, presentaban en sus bailables, a orquestas de la
talla de Varela Varelita; Casino, liderada desde la batería
por Tito
Alberti (padre de Charly); Santa Anita; Armony
Club; Rudy Machado; Rogers Santanders; Los
Comandantes; etc. En la década del 60, con la llegada de la Nueva
Ola y El Club del Clan, las agrupaciones se fueron reduciendo en
integrantes o desapareciendo, pero a su vez, surgieron otras que se dedicaron
exclusivamente a ritmos caribeños, siendo su principal exponente Carlos
Argentino, quien en 1955, se incorporó a la Sonora Matancera. En 1961
volvió a Argentina consagrado como “El Rey de la Pachanga”. También
sonaba el cantante Pepe Reyes y su orquesta; La Sonora Camagüey; el Sexteto
Fuego Cubano y otros de menos trascendencia. Más tarde aparecieron Los Cinco
del Ritmo; La Sonora Kalingó (que impuso el ritmo “Merequetengue”); la Charanga
del Caribe; etc. Pero no se puede dejar de lado a los Guayacanes,
quinteto cubano, que eran estables en el viejo canal 13, y de Chico
Novarro. Mientras que en el Club del Clan un mulato interpretaba
temas de lo que hoy llamaríamos Salsa, era Perico Gómez, quien algunos
años después fue el responsable de la primera puesta en escena de la afamada Ópera
Rock Hairy, también por aquellos años estaba el grupo Sandunga
luego devenido en Katunga para hacer música más simple y masiva.
En 1996 comenzaron los viajes turísticos a Cuba y de los visitantes que
más personas visitaron la isla, fue argentinos. Muchas argentinas enamoradas
empezaron a traer cubanos, que muchas veces se convirtieron en profesores de Salsa
como salida laboral. Por otro lado, se habían hecho algunos intentos de fiestas
cubanas, pero no fue sino hasta el año 1998 donde se organizó la primer fiesta
cubana, en “El Salsón”, al lado de la embajada cubana, con más de 800 personas
presentes. La cubanía, la rueda y la Salsa cubana, empezaban a ponerse de
moda, pero todavía faltaba el toque mágico. Ya en el siglo XXI, de la mano de
los inmigrantes, las “salsotecas” sumaron ritmo a la ciudad de Buenos Aires,
con la llegada de cubanos, dominicanos y venezolanos, quienes crearon locales
en el centro, Palermo y otros barrios. Las grandes ciudades de EEUU, Europa y
Asia tienen al menos un barrio latino y sus “Salsotecas”. Las primeras
salsotecas latinas nacieron en Nueva York en la década de los 70, cuando los
cubanos, portorriqueños, dominicanos y otros inmigrantes de Latinoamérica
popularizaron el género en la ciudad. Con los años, estos sitios fueron
abriendo en otras ciudades de EEUU, y décadas después, gracias a la inmigración
latina, aparecieron en las grandes urbes de Europa. Hoy ya no son exclusivas de
Salsa,
también suenan Bachata, Merengue y Reggaetón. En Buenos
Aires, se las empezó a ver hace poco más de una década. Hoy hay alrededor de
quince opciones. Caracas Bar abrió en 2009, cuando el panorama era antagónico
ya que las comunidades de venezolanos y colombianos aún no eran muy importantes
en la ciudad. Para esas comunidades hay que saber que la música es mucho más
importante que para los argentinos. En esos países, el día comienza con música;
la música es el noticiero de la primera mañana; en el trabajo se pone música;
los taxis son especie de mini discotecas; y el domingo, en la casa, se escucha
música todo el día a todo volumen. Estar lejos de su hogar es algo que no se
sana nunca, por eso, las salsotecas, son el lugar donde curan sus heridas por
un rato.
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