Aunque suene extraño en latitudes más al Sur, algunas de las fiestas nacionales más importantes de los países nórdicos (días en los que las escuelas y los centros de trabajo permanecen cerrados y se reúnen familias y amigos) se corresponden con la meteorología y, más aún, la llegada del buen tiempo.
Algo que parece lógico en lugares en los
que solo existen dos estaciones: el larguísimo invierno y un discreto verano.
Este acontecimiento tiene lugar el primer jueves después del 18 de abril y
siempre cae entre los días 19 y 25. Cierran las escuelas y la actividad
económica y laboral se paraliza. Es uno de los días festivos más importantes en
la isla: Sumardagurinn Fyrsti, literalmente “Primer Día de Verano”,
una festividad que lleva celebrando desde el año 1971 y que alberga una
historia de lo más curiosa. Entonces, ¿por qué los islandeses celebran la
llegada del verano en abril? Más allá de que realmente se comience a notar un
incremento de las temperaturas diarias y los días se alarguen, el meteorólogo Trausti
Jónsson cuenta que la razón hay que buscarla en las tradiciones
islandesas de hace más de 1000 años. “El Primer Día de Verano es un vestigio de
nuestro calendario tradicional”. Hay que recordar que, antes de la
cristianización de Escandinavia (que tuvo lugar entre los siglos VIII y XIII)
los pueblos vikingos se regían por el antiguo calendario nórdico con 52 semanas
y 12 meses clasificados en 6 “de días cortos”, es decir, de invierno, y 6 “de días
largos” o de verano. Este calendario nórdico se usó desde el asentamiento de
Islandia en el siglo IX hasta el siglo XIX. De hecho, el calendario actual no
irrumpió en el país hasta finales del siglo XVIII. Mientras tanto, el año se
dividía en verano e invierno, y la gente contaba su edad no por años, sino por
inviernos.
En la Islandia ancestral, el primer día de Harpa, que es el primer
mes “de días largos” se celebraba la llegada del verano, Sumardagurinn Fyrsti.
Aunque no se conoce con certeza el origen de este concepto, tradicionalmente se
ha interpretado como el nombre de una niña. Por este motivo, esta festividad
siempre ha estado ligada a las chicas jóvenes. El primer día de Harpa (o el
Primer Día de Verano) era conocido como el Día de las Chicas o de
las Doncellas, donde se suponía que los chicos jóvenes daban la
bienvenida a la “doncella” Harpa y tenían que ser especialmente corteses y
amables con las chicas. Ellas devolvieron el trato haciendo lo mismo con ellos
el primer día del mes Einmánudur y convirtiéndolo en el Día de los Chicos. Para
el meteorólogo Trausti Jónsson el calendario vikingo estaba organizado según
los cambios del tiempo y la Naturaleza. “Dos veces al año las temperaturas (en
Islandia) pasan de la media. Si miras las estadísticas de los últimos 30 años,
cada una de esas veces siempre coincide con Sumardagurinn Fyrsti y
con el Primer Día de Invierno”. Los veranos en Islandia no son tan calurosos
como los de otros países escandinavos (Noruega, Suecia, Dinamarca…). En
resumen, más de diez grados centígrados en verano (hasta 20) y menos de diez en
invierno. También es cierto que, en Islandia, ese incipiente verano en abril
apenas dura unos días. Es habitual que en la zona boreal vuelva a nevar y hacer
frío hasta bien entrado el mes de mayo. Pero Sumardagurinn Fyrsti no
es la única fiesta importante relacionada con la meteorología en la zona
boreal. La noche del 30 de abril tiene lugar Valborg, uno de los
momentos más importantes del año en Suecia, Noruega o Estonia con el que se
recibe al buen tiempo, ya lo llamemos primavera o verano.
Y el 1 de mayo
Finlandia entera se echa a la calle y a los parques para disfrutar de Vappu.
Así que se puede decir que el verano nórdico y báltico comienza en abril y
termina a principios de octubre. Todas estas fiestas, en las que los habitantes
de la zona boreal agradecen el escaso buen tiempo del que pueden disfrutar
durante el año, se celebran en compañía, con buena comida y bebida y, por
supuesto, con mucha, mucha música de estilos muy diferentes. En el siglo XIX,
en Islandia se solían hacer regalos de verano de padres a hijos, de marido a
mujer, o de amo a siervo, y se entregaban el Primer Día de Verano.
Aunque no lo parezca, esta tradición tiene por lo menos 400 años más que la
tradición de dar regalos en Navidad. Sin embargo, a día de hoy no es tan
popular, y no es algo que todos los islandeses continúen haciendo. Durante la
misma época, y aunque todavía no hacía tiempo de verano, los agricultores
comenzaban “simbólicamente” la temporada esparciendo estiércol en los campos de
cultivo. Otra de las costumbres de antaño es que en Islandia existía la
tradición de hacer una misa el primer día de verano. No obstante, en el siglo
XVIII, los inspectores daneses viajaron a Islandia a finales de abril y cuando vieron
que había misa y que no se hacía más allá que en Islandia, la prohibieron.
Islandia es un país de costumbres arraigadas, por algo el islandés es uno de
los idiomas que menos ha cambiado a lo largo de los siglos. Asimismo, en
Islandia todavía se cree en los elfos.
Se desvía una carretera del trazado
inicial si se sospecha que puede perturbar la vida de estos pequeños
habitantes. Por cierto, los islandeses, aunque son gente muy moderna y
civilizada, se toman muy en serio sus tradiciones. A día de hoy, una de las
tradiciones locales que sí sigue vigente es la creencia de que, si el día antes
del Primer Día de Verano hiela (temperatura por debajo de cero), el verano será
bueno. Y esto es muy importante porque el verano dura muy poco y a veces no
llega, así que se aferran a cualquier esperanza. Aunque en su día esta
festividad fue más importante que la Navidad en Islandia, hoy en día ha perdido
relevancia con la llegada de las principales fiestas cristianas. Sin embargo,
todavía se sigue celebrando con eventos varios, desfiles, música y actividades
por todo el país. Cada pueblo en Islandia tiene su propia forma de celebrar
este día, aunque muchos de los programas o actividades son parecidos. Eso sí,
todos comparten una misma cosa: la ilusión de saber que el verano está a punto
de llegar. Que sea el primer día de verano no significa que vaya a hacer buen
tiempo, pero aun así, para los islandeses es motivo de celebración. Es la señal
de que el largo invierno ha terminado y que, con un poco de suerte, el tiempo de
verano no queda tan lejos.
Fuentes:
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