Convertido en viral por famosos de diversa índole, popularizado dentro del fútbol y sacado del Hip-Hop, pero con un doble sentido muy oscuro. El “Dab” se ha extendido como una moda inofensiva que ha hecho olvidar su verdadero origen en las calles estadounidenses de peor reputación.
Inclinar la cabeza en dirección a un codo
elevado mientras se extiende el otro brazo en dirección contraria. El gesto que
ha hecho del Dab un fenómeno que traspasó fronteras contiene una teoría
sumamente sencilla que se traduce también en la práctica. Es por ello que entre
los jóvenes principalmente se ha extendido a situaciones cotidianas algo que
nació del baile... ¿o quizás no? Los amantes del Hip-Hop ubican el
nacimiento del Dab Dance en las calles de EEUU y su irrupción en escena con el
lanzamiento del single del grupo Migos “Look at my dab”. En su
videoclip, que acumula millones de reproducciones en YouTube, el famoso paso se
repite hasta la extenuación en sus poco más de tres minutos de duración. Otras
fuentes apuntan a que el creador sería un rapero llamado Skippa da Flippa, que en
2014 difundió un vídeo en el que hacía exactamente el mismo baile. Un
movimiento innovador y con cierto flow que empezó a ser emulado con bastante
rapidez entre los seguidores de un tipo de música que, promovido por las redes
sociales, fue englobando nuevos ámbitos a la par que sumando masa social, hasta
llegar al punto en el que gran cantidad de los imitadores actuales ni siquiera
conocen el tema en cuestión. Instagram, los parques, las discotecas...
cualquier lugar de preeminencia juvenil e infantil es susceptible de acaparar
un Dab
detrás de otro en contextos dispares. Pese a que en la actualidad se utiliza
mayoritariamente como una postura que queda bien ante las cámaras, su concepto
inicial podría guardar relación con un mundo mucho más oscuro como es el de la
droga.
La controversia salió a raíz de un video grabado y difundido por el
rapero norteamericano Bow Wow, en el cual mostraba su
sorpresa por la tremenda acogida de un gesto desconocido entre el público no
consumidor de estupefacientes. En su explicación, el artista hace referencia al
consumo de los concentrados de THC más potentes que pueden encontrarse en el
cannabis y a las reacciones que produce, algo que recuerda en cierta medida al
movimiento citado. “Lo primero de todo, el Dab es una forma fuerte de fumar
marihuana, es la forma más pura de marihuana que existe. Es extremadamente fuerte,
por lo que el baile viene de cuando fumas y toses, lo primero que haces es eso”,
comentaba Bow Wow, relatando experiencias de amigos suyos con las drogas
y haciendo ver que la posición era más que común en esos escenarios. Fruto del
revuelo generado, los miembros de Migos no tardaron en negar las
acusaciones amparándose en lo inocente de un paso ya típico en sus bailes,
dando origen a un enfrentamiento verbal entre dos bandos que no han dado su
brazo a torcer en cuanto a sus respectivas posiciones. De todos modos, es
cierto que temas como el narcotráfico o las drogas son recurrentes en sus
éxitos y no sería descabellado que el Dab Dance fuera un guiño más al
entorno de las adicciones. La idea, que resulta chocante después de observar
cómo incluso en los colegios se realiza con normalidad, deja de ser del todo
disparatada al comprobar el doble sentido de la palabra dentro de la jerga
callejera.
Antes de que el “dabbing” entrara en la danza, la palabra ya era
utilizada para mencionar una práctica de consumo de cannabis basado en la
inhalación de una especie de cera producto del calentamiento previo de algunos
de los componentes más fuertes. El mejunje resultante del experimento (BHO) es
el conocido también como “dab” y, como detalla el portal especializado
cogollando.com, se obtiene al extraer el THC (el cannabinoide más potente) y
otras sustancias psicoactivas similares a través de la aplicación de calor. Al
fumarse, debido a la gran potencia que desprende y al escaso control que se
puede tener sobre un ensayo casero de este tipo, es lógico que el cuerpo del
fumador en cuestión se vea obligado a realizar un aspaviento similar al que
tanto se ha extendido. Pero el salto a la fama mundial del controvertido gesto
no llegó de la mano del Hip-Hop, sino del deporte, en
especial del fútbol. En concreto, de un jugador específico, Paul
Pogba. El galo, que militaba entonces en la Juventus de Turín en el año
2016, fue pionero por aquel entonces en celebrar uno de sus goles de aquella
manera y poco a poco fue contagiando a compañeros de profesión y aficionados. A
tenor de la excelente acogida que tuvo el festejo entre el público, que en
ningún momento fue consciente del oscuro significado oculto que posee, Pogba
no ha dudado en repetirlo cuantas veces ha podido y lo ha convertido en una
marca personal que exprime incluso en sus perfiles en las redes sociales. El
centrocampista se ha convertido en el principal propulsor de una moda que ya se
ha internacionalizado, quizás desconocedor también de la existencia de la
vertiente originaria del dabbing.
Otros futbolistas de la talla de Neymar
Jr. o Jesse Lingard se han querido subir al carro de una celebración
con sello propio que ha perdido la exclusividad y la han moldeado a su manera
para darle un toque aún más distintivo. Con movimiento de pies incluido, con
otro compañero, de rodillas, con saludos de manos previo, de rodillas... nada
escapa a la creatividad de unos profesionales del fútbol que cada día tienen
más estudiado cómo actuar el día en que logren meter el balón entre los tres
palos. Definitivamente, el Dab quiere poner fin a su pasado
tétrico y pasar a ser un sinónimo de alegrías y un complemento que acompañe
momentos para el recuerdo. Podría decirse que el significado adquirido es el
reemplazo de la tradicional 'V' de victoria cuando algo se culminaba de manera
exitosa. Tanto es así, que el fútbol y la danza se han quedado diminutos para
un fenómeno mundial que sigue arrasando años después de su creación y que se
puede ver en platós de televisión, en bodas o en recreos de colegio de todos
los continentes. De hecho, estrellas de diversa índole no han tenido problema
en sumarse a un hábito repleto de adeptos. Cantantes como Rihanna, políticos como Hillary
Clinton o deportistas de diferentes disciplinas como Lebron
James o Lewis Hamilton han mostrado la reconocidísima pose delante de
las cámaras por un puñado de aplausos y un empujón a su popularidad todavía
mayor. Por extraño que parezca, al igual que el resto de modas, el Dab
se ha transformado en una costumbre festiva que pone al mismo nivel a las
celebrities con la gente de a pie, algo básico para que cada persona tenga un
modelo a seguir en este sentido y sea partícipe del alcance global de una
novedad así. Aunque se trata de un comportamiento propio de la adolescencia y
su inevitable lucha por ser aceptado a base de popularidad, ha sido el público
de todas las edades el que ha querido sumarse a estas celebraciones,
agigantando el crecimiento del fenómeno. Cualquier excusa se antoja buena si
tiene la finalidad de festejar, ya sea de este modo o de otro. La historia del Dab
que comenzó en las calles norteamericanas de peor fama se ha hecho mayor
partiéndose en dos vertientes opuestas, aunque en su etapa inicial llegaron a
estar unidas. En pocas ocasiones puede decirse que la ignorancia sea algo
aconsejable, pero este es uno de los casos extraños en los que ha servido para
crear un movimiento incluyente y desenfadado que ha dejado huella en una
sociedad contemporánea sana.
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