Tradicionalmente, los Crossroads (encrucijadas) son intersecciones entre el mundo material y el mundo espiritual. Allí, los espíritus pueden colarse en nuestra realidad; por tanto, simbolizan el punto en el que hay que recurrir a la fuerza espiritual para enfrentarse a los propios demonios.
Las historias de pactos hechos con el diablo a medianoche en un cruce
de caminos son comunes tanto en el folklore africano como en el europeo. La
leyenda asocia a Robert Johnson con el cruce de caminos y el pacto con el
diablo. Sin embargo, fue Tommy Johnson el primero en hacer
alarde de tal encuentro. Tommy Johnson empezó a tocar la
guitarra a los doce o trece años y, con dieciséis, abandonó el hogar familiar
para vagabundear por gran parte del estado de Misisipi junto a una mujer que le
doblaba la edad. A su regreso, dos años después, su técnica como guitarrista
había mejorado muy considerablemente. Es entonces cuando surge por primera vez
la conocida historia del pacto con el diablo en el cruce de caminos. Cuando le
preguntaron cómo había adquirido tal destreza a la guitarra, Johnson
contó que en cierta ocasión se encontraba en un cruce de caminos cerca de la
medianoche cuando un hombre negro, grande y misterioso, se acercó a él y, tomando
su guitarra, la afinó de una manera particular, tocó una canción y se la devolvió.
Después, el enigmático personaje desapareció y, desde aquel momento, Tommy
pudo tocar cualquier canción; sin embargo, a cambio había tenido que pagar un
precio terrible, vender su alma. Esa es la historia que Tommy Johnson relató a su
hermano Ledell y a todos los que querían escucharle, para quienes el
diablo no era ningún mito ni ninguna abstracción metafísica, sino una fuerza
muy concreta, activa y maligna. Lo cierto es que durante los dos años que
estuvo ausente, Johnson entró en contacto con otros muchos guitarristas, entre
ellos Charlie Patton y Willie Brown, a quienes conoció en
una plantación cercana a la Dockery, y con quienes probablemente mejoró de
forma significativa su técnica con la guitarra.
Ledell también cuenta que
el día 1 de noviembre de 1956, cuando su hermano se iba para tocar en una
fiesta en Crystal Spring, éste le dijo que en aquella ocasión se iba muy lejos
para no volver. Aunque Johnson siempre terminaba sus
actuaciones con su tema señero “Big Road Blues”, después de tocar en
la fiesta hasta bien entrada la noche, terminó su actuación con un tema
religioso. Esa misma noche, mientras descansaba, se cayó de la cama y, cuando
lo encontraron, había fallecido de un ataque al corazón. Era la noche de los
muertos; curioso epílogo para un músico consciente de sus debilidades que buscó
su redención antes morir. La historia de Robert Johnson es sospechosamente
similar a la de Tommy. Se dice que Robert desapareció en 1931 por un
período de entre seis meses y dos años, según quién lo relate. Al cabo de ese
tiempo indeterminado, Johnson reapareció con una guitarra
a la espalda en un junk joint de Banks, cerca de Robinsonville. Era un sábado
por la noche y sobre el escenario estaban Son House y Wille Brown. A empujones
entre la multitud, Robert se acercó a los músicos y le pidió a House
que le permitiera tocar una sola canción en el tiempo de descanso, a lo cual el
veterano accedió. Lo primero que sorprendió a House fue que Johnson
había añadido una cuerda a las seis habituales de la guitarra, y cuando el
joven guitarrista empezó a rasguear las cuerdas, se dio cuenta de que estaba
ante un auténtico profesional. Al finalizar su actuación todas las bocas,
incluidas las de House y Brown, estaban abiertas de
admiración ante su agilidad con la guitarra. Robert justifico su
recién adquirida destreza con la misma historia que Tommy Johnson había
relatado pocos años antes a su hermano Ledell. Alguien le dijo que fuera
con su guitarra a un cruce de caminos cerca de la Plantación Dockery a
medianoche. Allí tuvo el encuentro con un hombre negro y alto, el diablo, que
cogió su guitarra y la afinó.
El extraño tocó algunas canciones y luego le
devolvió la guitarra a Robert. Este fue el trato: a cambio
de su alma, Johnson sería capaz de crear el Blues que le haría
famoso. A lo largo de su breve carrera, el propio Johnson se ocupó de
seguir alimentando la leyenda a través de las letras de canciones como “Me
and the Devil Blues”, “Crossroad Blues” o “Hellhound
on My Trail”. Lo que parece claro, dejando de lado la leyenda, es que
durante el tiempo que estuvo ausente, Robert Johnson adquirió una gran
destreza con la guitarra. Algunas fuentes afirman que estuvo en los alrededores
de Hazlehurst y que se casó con una mujer llamada Callie Craft, a la que
abandonó a los pocos meses, y que durante ese tiempo trabajó a menudo con un
guitarrista de Alabama llamado Ike Zinnerman, quien debió de
contribuir de manera decisiva en su desarrollo musical. Es posible que este
músico forjara en Johnson la idea de su encuentro diabólico, pues se contaba de
él que había aprendido por medios sobrenaturales tocando la guitarra por las
noches sobre las tumbas de un cementerio. En cualquier caso, el genio musical y
la sofisticación intelectual de Robert Johnson son evidentes en sus
canciones. Lo que es especialmente sorprendente de su canción “Cross
Road Blues” es la sensación expresada de fracaso por haber intentado
encontrar sus recursos espirituales y haber salido con las manos vacías. En
lugar de contarnos una historia sencilla en la que podría haber sido abrumado
por el diablo o elevado a los cielos por Dios, Johnson se encuentra en
la encrucijada, hundiéndose, aplastado por el terror existencial. El
cristianismo le ha fallado y los rituales ancestrales que podrían haberlo
rescatado, también: (Parado en el cruce de caminos, intentaba hacer autostop / Parecía
que nadie me conocía, todos pasaban de mí).
Teniendo en cuenta la época, las
circunstancias y el genio de Robert Johnson, algunos autores
encuentran al menos tres significados diferentes en su relato del cruce de
caminos: 1 – Relata un evento real en el que Robert Johnson fue
realmente al cruce de las autopistas 61 y 49 en Clarksdale, Misisipi; 2 – Está hablando
de tomar decisiones en la vida, una encrucijada diaria a la que todos nos
enfrentamos. 3 – Cuenta cómo vendió su alma en la encrucijada que, como se ha
dicho, representa la intersección entre los dos mundos y es donde se puede
establecer contacto con lo sobrenatural. La muerte de Johnson en 1938 a los
veintisiete años, después de beber whisky que probablemente había sido
envenenado por un marido celoso, puso el sello a la leyenda del trato del genio
del Blues
con el diablo, el cual parece haber cumplido su parte del pacto, pues ningún
otro artista acústico, y mucho menos uno de la década de 1930, ha tenido un
impacto tan poderoso en el Blues. Muchas de sus canciones se
han convertido en grandes éxitos para músicos y grupos de Rock y Blues
eléctrico como Led Zeppelin, The Rolling Stones, Cream,
Red
Hot Chili Peppers y muchas otras bandas que han convertido las
canciones de Johnson al Rock, al Funk o al Heavy
Metal.
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