Los Corsos Colonenses tienen una vasta trayectoria en la historia popular de esta localidad. Desde su origen, reunió a toda la población sin distinción de clase bajo un mismo fin: el divertirse.
Debemos aclarar que el
sentido de lo “popular” fue avanzando con el tiempo ya que nos encontramos en
una primera etapa (entre la década de 1910/ 1920) donde se programaban eventos
para esta fecha, pero desde lo cultural, es decir, con funciones de teatro,
circos, espectáculos musicales con algún baile de vez en cuando. El evento con
el tiempo fue ganando forma en la comunidad incluso en las familias más
pudientes, quienes habilitaban sus autos y los transformaban en carrozas
adornadas con flores de papel y en algunos casos con flores naturales. Los que
transitaban en su interior, tiraban al público guirnaldas, flores de papel,
papelitos con mensajes. Luego se incorporaron (décadas más tarde) las bombitas
de agua, malabaristas, y los disfraces de todo tipo. Cada noche de corsos son
sinónimo de alegría, de diversión, de vistosidad, por ese entregue coreográfico
y estruendoso que provocan con cada murga, cada comparsa, carrozas, cabezones,
mascaritas, y la tradicional marucha, única y autóctona de los Corsos
Colonenses. Pero siempre atrás de cada integrante, hay una inmensa
familia, colaborando siempre, ya sea en la confección de los trajes, el
estandarte, los calzados, creaciones, etc., en los más mínimos detalles están
para que cada año el diseño pensado y soñado pueda lucirse con esplendor. Festejar
el carnaval en el siglo pasado era todo un evento que convocaba no solo a
quienes pretendías desfilar o participar de manera activa en el despliegue,
sino que esa tarea muchas veces involucraba a toda una familia.
Al jefe de familia
se le asignaba el lugar de “chofer”, la madre o abuela eran las encargadas de
rastrear en viejos baúles o roperos algunos vestidos, sabanas o cortinados ya
en desuso que podían ser reutilizados para la elaboración de los trajes. La
mayoría de las veces, en los carnavales del siglo pasado se hacía alusión al
ámbito circense, cuya temática evocaba la alegría, la magia, los buenos
momentos creados a partir de una función. Por otra parte, cabe señalar que al
no existir “la espuma o nieve del carnaval” el elemento más utilizado (cuya
regla ya estaba preestablecida de antemano para todos aquellos que asistían al
despliegue de las carrozas que era posible que sean mojados producto de la
algarabía) era el agua. Era frecuente que en medio del despliegue los ocupantes
de las carrozas (que podían estar hechas de las jardineras, carros o autos
descapotables) tiraran agua a los que miraban el desfile creando así un clima
de diversión entre los presentes. Las niñas, muchas veces repartían flores que
el día anterior habían ido a recoger a los campos lindantes, y tiempo más tarde
se distribuían simples tarjetitas con frases o imágenes (dibujos) creados por
ellas mismas o que bien habían visto o recortado de revistas de la época. Las
mugas son uno de los elementos más importantes de los Corsos Colonenses.
Organizadas la mayoría de las veces en cada barrio, representan la expresión
más popular de nuestra localidad donde en muchas de ellas, más allá del nombre,
cuentan con una historia familiar de más de cinco generaciones.
En la
actualidad, la murga es una expresión artística, inclusiva, donde demuestra la
gran variedad de géneros, resultado de la fusión con ritmos como el rock, la
cumbia, el reggae, sin dejar de lado el tango y el candombe. Es un folclore de
todos los días y es la herramienta de hoy para los pobres. Por algo todas las
dictaduras la marginaron, la negaron culturalmente. Aquí en Colón, a la murga
se la respeta y se la escucha, está siempre desde la vuelta de la democracia en
el calendario anual luego de su ausencia desde la última dictadura
cívico-militar. La murga y los carnavales están obligados a reconocerse como
cultura popular. Es una fiesta de todos porque es en la calle y es ahí donde
todos somos iguales. La murga es inclusiva, varones y mujeres haciendo lo
mismo, una murga lucha por restaurar la cultura de nuestro Corso, nuestro
carnaval y contarle a todos de qué se trata esto, que sale a las calles para
que vos junto a tu familia puedas divertirte. Es que la murga es mucho más: es
un espacio de representación, compromiso y crítica. Une todo el abanico social,
donde al mismo tiempo podés encontrar a barrenderos, estudiantes,
profesionales, maestras, es un círculo social que te apoya, un lugar de
sociabilización... Cuando en Colón llegan los Tradicionales Corsos, es como el
mundial para nosotros, para los barrios, para la mayoría de la ciudad. Pero la
murga no se reduce a eso, están varios meses antes con el ensayo, preparando
los trajes, el estandarte, retocando los bombos y los redoblantes. Casi todo el
año en actividad, hay prácticamente un par de meses de un parate durante el
año, y luego se comienza a planificar todo para este momento único.
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