lunes, 9 de enero de 2023

Leyendas Urbanas del Rock I

 


¿Quién escribió un himno vitalista tras ver cómo una chica se suicidaba? ¿Qué pareja famosa se grabó en la cama para una banda sonora? ¿Y existe algo parecido a un estribillo capaz de matar?

• “Louie, Louie”, de The Kingsmen, está llena de palabrotas. Los padrinos del Rock garajero grabaron su versión de este himno Rhythm and Blues, compuesto en 1955 por Richard Berry, en condiciones que hoy son materia de leyenda: resaca tras un concierto, única toma, estudio tan pequeño que el cantante tenía que estar encorvado... El single fue todo un éxito, pero la calidad de sonido que ofrecían los reproductores de música a principios de los sesenta sirvió para enmascarar algo que, de haberse escuchado con mayor claridad, habría vetado para siempre a los Kingsmen de la radiofórmula. Hablamos del sonoro "Fuck!" que el baterista Lynn Easton grita en el minuto 0:54, cuando se le cae al suelo una baqueta. • “'In the air tonight”, de Phil Collins, se escribió para que alguien confesase su secreto más oscuro. Eminem ya contó la historia mejor que nadie en su “Stan”: “¿Conoces la canción de Phil CollinsIn the air tonight” / Sobre un tipo que pudo haber salvado a otro de ahogarse / Pero no lo hizo, entonces Phil lo vio todo y luego, en un concierto, se encontró con él?”. Pues sí, se dice que la letra de esta joya del Pop experimental está inspirada en un extrañísimo hecho real: Collins se encontraba una noche cerca de un lago, donde vio a alguien ahogándose y cómo otro hombre, mucho más cerca del agua que él, se quedaba de brazos cruzados. La cosa no acaba ahí, sino que, como también explica el rapero, Phil Collins descubrió la identidad del cobarde, lo invitó a uno de sus conciertos y le cantó “In the air tonight” mirándole a los ojos, con la esperanza de que después confesase lo que pasó a la familia del muerto. Muy rocambolesco, pero su protagonista ha declarado estar harto de tener que desmentirlo todo una y otra vez en sus entrevistas. Lo que indica que aún hay gente que se lo cree. • “The dark side of the moon”, de Pink Floyd, se sincroniza a la perfección con “El mago de Oz”. Aquí no hablamos de una canción, sino de un disco entero. Las primeras referencias a este fenómeno datan de 1994, cuando alguien en un rudimentario foro de fans de Pink Floyd propuso la teoría de que su octavo disco se escribió como banda sonora secreta de la película “El mago de Oz”. Hablamos de una sincronía absoluta: canciones que se acaban justo cuando hay un cambio de plano, letras que parecen hacer referencia a acciones de los personajes, el arcoíris de la portada (un supuesto guiño a “Over the rainbow”), etc. El grupo ha negado que esta equivalencia entre sonido e imagen fuese intencionada, por lo que estaríamos hablando de uno de los casos de apofenia más populares de todos los tiempos: cuando te dicen que algo es de una manera, tu mente empieza a ver patrones donde quizá no los haya.
• “'Strawberry fields forever”, de The Beatles, contiene la frase “I buried Paul” (“Yo enterré a Paul”). Paul Is Dead es, probablemente, la leyenda urbana musical por antonomasia, hasta el punto de que inspiró el título de un libro tan divertido como “Paul está muerto y otras leyendas urbanas del rock” (Errata Naturae), de Héctor Sánchez y David Sánchez. Resumiendo, mucho una historia larga: McCartney murió en un accidente de tráfico allá por 1966, la compañía discográfica entró en pánico, encontraron a un doble, lo sometieron a operaciones de cirugía estética, le enseñaron a cantar y a tocar el bajo con la mano izquierda y fingieron que no había pasado nada. ¡Pero! Los tres Beatles restantes, dolidos, fueron dejando pistas crípticas en sus canciones y las portadas de sus discos. Por ejemplo, hay quien cree escuchar a John Lennon confesando haber enterrado a McCartney al final de “Strawberry fields forever”... ¿Lo dice de verdad, o sólo lo parece? Es difícil saberlo, pues lo cierto es que, cuando el rumor llegó a sus oídos, el grupo lo encontró tan divertido que empezó a seguirle el juego a los conspiranoicos, creando referencias a Paul Is Dead como simple broma. • “Hotel California”, de los Eagles, es satánica. La letra habla de un viajero que decide parar a dormir en un lujoso y decadente hotel en mitad del desierto, donde le dicen que puede hacer el check out a la hora que le apetezca, pero jamás se podrá marchar. Don Felder, Don Henley y Glenn Frey, sus compositores, imaginaron el Hotel California como una gran metáfora del hedonismo reinante en la Los Ángeles de mediados de los 70, una fiesta sin principio ni final donde los excesos acabaron consumiendo el alma del Sueño Americano. Sin embargo, su potente simbolismo y sus frases llenas de alegorías posibilitaron otras interpretaciones, como la que afirma que se trata de una celebración de Anton LaVey y su Iglesia de Satán (hay quien dice que el propio Papa Negro está escondido en una de las fotos interiores del vinilo). Los Eagles niegan con la cabeza: lo de “But they just can't kill the beast” no es literal. Y, por supuesto, ellos no adoran al Diablo. • “Gloomy sunday”, de Billie Holiday (entre otros), es responsable directa de varias muertes. El compositor y pianista húngaro Rezső Seress lanzó en 1933 una canción tristísima sobre la guerra y los pecados de su país. Después, el poeta László Jávor escribió una letra alternativa, en la que su narrador contempla el suicidio tras la muerte de su amada, y la tituló “Domingo triste”. Su letra se tradujo al inglés en 1936, y desde entonces ha sido grabada por estrellas como Holiday (quien quizá no fuera una rockera en sentido estricto, pero sí el rock encarnado). La leyenda urbana debió activarse después de 1968, año en que Seress se quitó su la vida: desde luego, “Gloomy Sunday” (pues ese fue su título en inglés) parecía orbitar siempre en torno a suicidios. Es como si la canción estuviera hechizada, pero no existe ninguna prueba de que las radios dejasen de emitirla tras comprobar que conducía a todo aquel que la escuchara a los brazos de una muerte prematura. • “Love rollercoaster”, de Ohio Players, se grabó mientras una mujer era asesinada en el estudio. La canción explica que el amor es como una montaña rusa, así que el grupo y sus productores consideraron oportuno meter gritos en la sección instrumental. Como si, ya sabés, alguien estuviera montando en una montaña rusa. Dado que Billy Beck, Ohio Player de toda la vida, era el que emitía los chillidos más agudos, se decidió que fuese él. Todo muy razonable, pero entonces empezó a circular el rumor de que lo que se escucha es la agonía de una mujer que está siendo asesinada allí mismo, mientras el grupo sigue tocando como si nada (otras versiones aseguran que los propios Ohio Players asesinaron a una grupi de manera ritual). Nadie sabe de dónde sale está leyenda urbana, pero lleva décadas ahí. • “Scandalous”, de Prince, esconde sonidos de sexo real entre el músico y Kim Basinger. La banda sonora de “Batman” (1989) está llena de historias asombrosas. Como, por ejemplo, la que asegura que Prince la grabó entera en un único fin de semana, con algo de ayuda de su señor padre (el músico de Jazz John L. Nelson). “Scandalous” era la octava canción del disco, pero un problema de derechos con Warner Bros. le impidió a nuestro hombre lanzar esa misma versión como sencillo. De modo que Prince, ni corto ni perezoso, la expandió hasta crear el maxi-single “The scandalous sex suite”, para el que reclutó a una nueva colaboradora: su entonces novia, además de protagonista de “Batman”, Kim Basinger. Está más que comprobado que es su voz la que se escucha durante el fragmento dialogado de la canción, pero nunca se ha aclarado del todo si los gemidos orgásmicos que aparecen en otro tramo son también suyos. Hay quien va más allá. Hay quien dice que esos sonidos no son para nada simulados, sino que Prince y ella se grabaron mientras estaban manos a la obra.
• “Puff, the magic dragon”, de Peter, Paul & Mary, trata sobre fumar marihuana. Inspirándose en un poema infantil escrito por Lenny Lipton en 1959, el trío grabó una de sus canciones más populares. Todo el mundo la ama, pero el problema es que mucha gente da por hecho que su letra hace referencia a las drogas blandas. Y no es verdad: Lipton quiso tratar temas como la pérdida de la inocencia o la persistencia de los sueños que tenemos de pequeños, luego cualquier interpretación fumeta es un simple accidente. De hecho, todos los implicados en “Puff, the magic dragon” llevan desde mediados de los 70 negando por activa y por pasiva que ese dragón tuviera algo que ver con los porros, así que ya va siendo hora de que les concedamos el beneficio de la duda. • “Metal machine music”, de Lou Reed, fue sólo una broma para alienar a la crítica musical. En su momento, Reed afirmó que este disco fue la conclusión definitiva del Heavy Metal, un género que presumía de haber inventado él mismo. Se trata de cuatro canciones, de unos 16 minutos cada una, que llevan el concepto “ruido” hasta cotas inéditas hasta el momento. Una sinfonía de caos y feedback sin estructura, melodía ni ritmo que fue interpretada desde el momento de su lanzamiento como un bofetón en la cara de los fans, los críticos y la propia industria musical. Su autor nunca hizo otra cosa más que defenderlo y jurar que cada segundo de “Metal machine music” iba en serio. Quizá se le fuera la mano con la experimentación, o quizá Reed pertenecía a esa clase de bromistas que prefieren ser torturados antes de reconocer la intención detrás de sus actos. Sea como fuere, hoy el disco ha sido objeto de una cierta revalorización crítica, luego tan inaudible no debía de ser. • “American girl”, de Tom Petty, es la historia de un suicidio. En 1967, la Universidad de Florida abrió el centro residencial Beaty Towers, muy próximo a una carretera. Desde entonces, el edificio ha sido testigo de algún que otro suicidio (la vida del estudiante es ciertamente dura), pero nadie sabe decir a ciencia cierta si alguna chica saltó alguna vez desde uno de los pisos superiores. ¿Por qué es esto importante? Porque se comenta que “American girl” trata sobre ese hecho traumático, contemplado en primera persona por un Tom Petty aún adolescente. Desde luego que la letra trata sobre una muchacha desesperada que escucha a los coches pasar desde su balcón, pero el rockero declaró en varias entrevistas que esta imagen está inspirada en los sonidos que él mismo oía desde el piso en que vivía cuando la escribió. • “Wild horses”, de The Rolling Stones, estuvo a punto de ser borrada por accidente. En 1971, un joven técnico llamado Chris Kimsey empezó a trabajar en la producción de “Sticky Fingers”, el esperado nuevo disco de los Stones. Una noche cualquiera, Kimsey entró en el estudio y se encontró con una cinta en la que el grupo había grabado la versión final de “Wild horses”, quizá una de las canciones más representativas de esta etapa. Su misión era hacer una copia, sin más. Pero entonces la grabadora empezó a fallar, hasta el punto de que casi destruye por completo la cinta. Kimsey tuvo que pedir ayuda para sacar, cuidadosamente y milímetro a milímetro, los rollos del aparato, en uno de esos accidentes terribles que sólo podían suceder en la era analógica. Al final, “Wild horses” se salvó de la destrucción. Claro que los Stones podrían haberla grabado otra vez al día siguiente, sin más, pero siempre cabe la posibilidad de que no les quedara tan bien. ¿Lo mejor de todo? Que Kimsey no le contó a nadie esta anécdota hasta su entrevista con la web soundonsound, lo que quiere decir que el grupo nunca tuvo ni idea de lo que había pasado.




































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