¿Quién escribió un himno vitalista tras ver cómo una chica se suicidaba? ¿Qué pareja famosa se grabó en la cama para una banda sonora? ¿Y existe algo parecido a un estribillo capaz de matar?
• “Louie, Louie”, de The
Kingsmen, está llena de palabrotas. Los padrinos del Rock
garajero grabaron su versión de este himno Rhythm and Blues, compuesto en 1955
por Richard
Berry, en condiciones que hoy son materia de leyenda: resaca tras un
concierto, única toma, estudio tan pequeño que el cantante tenía que estar
encorvado... El single fue todo un éxito, pero la calidad de sonido que
ofrecían los reproductores de música a principios de los sesenta sirvió para
enmascarar algo que, de haberse escuchado con mayor claridad, habría vetado
para siempre a los Kingsmen de la radiofórmula. Hablamos del sonoro
"Fuck!" que el baterista Lynn Easton grita en el minuto 0:54,
cuando se le cae al suelo una baqueta. • “'In the air tonight”, de Phil
Collins, se escribió para que alguien confesase su secreto más oscuro. Eminem
ya contó la historia mejor que nadie en su “Stan”: “¿Conoces la canción de Phil
Collins “In the air tonight” / Sobre un tipo que pudo haber salvado a
otro de ahogarse / Pero no lo hizo, entonces Phil lo vio todo y luego, en un
concierto, se encontró con él?”. Pues sí, se dice que la letra de esta joya del
Pop
experimental está inspirada en un extrañísimo hecho real: Collins se encontraba una
noche cerca de un lago, donde vio a alguien ahogándose y cómo otro hombre,
mucho más cerca del agua que él, se quedaba de brazos cruzados. La cosa no
acaba ahí, sino que, como también explica el rapero, Phil Collins descubrió la
identidad del cobarde, lo invitó a uno de sus conciertos y le cantó “In
the air tonight” mirándole a los ojos, con la esperanza de que después
confesase lo que pasó a la familia del muerto. Muy rocambolesco, pero su
protagonista ha declarado estar harto de tener que desmentirlo todo una y otra
vez en sus entrevistas. Lo que indica que aún hay gente que se lo cree. • “The
dark side of the moon”, de Pink Floyd, se sincroniza a la
perfección con “El mago de Oz”. Aquí no hablamos de una canción, sino de un
disco entero. Las primeras referencias a este fenómeno datan de 1994, cuando
alguien en un rudimentario foro de fans de Pink Floyd propuso la teoría de que
su octavo disco se escribió como banda sonora secreta de la película “El
mago de Oz”. Hablamos de una sincronía absoluta: canciones que se
acaban justo cuando hay un cambio de plano, letras que parecen hacer referencia
a acciones de los personajes, el arcoíris de la portada (un supuesto guiño a “Over
the rainbow”), etc. El grupo ha negado que esta equivalencia entre
sonido e imagen fuese intencionada, por lo que estaríamos hablando de uno de
los casos de apofenia más populares de todos los tiempos: cuando te dicen que
algo es de una manera, tu mente empieza a ver patrones donde quizá no los haya.
• “'Strawberry
fields forever”, de The Beatles, contiene la frase “I
buried Paul” (“Yo enterré a Paul”). Paul Is Dead es,
probablemente, la leyenda urbana musical por antonomasia, hasta el punto de que
inspiró el título de un libro tan divertido como “Paul está muerto y otras leyendas
urbanas del rock” (Errata Naturae), de Héctor Sánchez y David
Sánchez. Resumiendo, mucho una historia larga: McCartney murió en un
accidente de tráfico allá por 1966, la compañía discográfica entró en pánico,
encontraron a un doble, lo sometieron a operaciones de cirugía estética, le
enseñaron a cantar y a tocar el bajo con la mano izquierda y fingieron que no
había pasado nada. ¡Pero! Los tres Beatles restantes, dolidos, fueron
dejando pistas crípticas en sus canciones y las portadas de sus discos. Por
ejemplo, hay quien cree escuchar a John Lennon confesando haber
enterrado a McCartney al final de “Strawberry fields forever”... ¿Lo
dice de verdad, o sólo lo parece? Es difícil saberlo, pues lo cierto es que,
cuando el rumor llegó a sus oídos, el grupo lo encontró tan divertido que
empezó a seguirle el juego a los conspiranoicos, creando referencias a Paul
Is Dead como simple broma. • “Hotel California”, de los Eagles,
es satánica. La letra habla de un viajero que decide parar a dormir en un
lujoso y decadente hotel en mitad del desierto, donde le dicen que puede hacer
el check out a la hora que le apetezca, pero jamás se podrá marchar. Don
Felder, Don Henley y Glenn Frey, sus compositores,
imaginaron el Hotel California como una gran metáfora del hedonismo reinante
en la Los Ángeles de mediados de los 70, una fiesta sin principio ni final
donde los excesos acabaron consumiendo el alma del Sueño Americano. Sin
embargo, su potente simbolismo y sus frases llenas de alegorías posibilitaron
otras interpretaciones, como la que afirma que se trata de una celebración de Anton
LaVey y su Iglesia de Satán (hay quien dice que el propio Papa Negro
está escondido en una de las fotos interiores del vinilo). Los Eagles
niegan con la cabeza: lo de “But they just can't kill the beast” no es literal.
Y, por supuesto, ellos no adoran al Diablo. • “Gloomy sunday”, de Billie
Holiday (entre otros), es responsable directa de varias muertes. El
compositor y pianista húngaro Rezső Seress lanzó en 1933 una
canción tristísima sobre la guerra y los pecados de su país. Después, el poeta László
Jávor escribió una letra alternativa, en la que su narrador contempla
el suicidio tras la muerte de su amada, y la tituló “Domingo triste”. Su letra
se tradujo al inglés en 1936, y desde entonces ha sido grabada por estrellas
como Holiday
(quien quizá no fuera una rockera en sentido estricto, pero sí el rock
encarnado). La leyenda urbana debió activarse después de 1968, año en que Seress
se quitó su la vida: desde luego, “Gloomy Sunday” (pues ese fue su
título en inglés) parecía orbitar siempre en torno a suicidios. Es como si la
canción estuviera hechizada, pero no existe ninguna prueba de que las radios
dejasen de emitirla tras comprobar que conducía a todo aquel que la escuchara a
los brazos de una muerte prematura. • “Love rollercoaster”, de Ohio
Players, se grabó mientras una mujer era asesinada en el estudio. La
canción explica que el amor es como una montaña rusa, así que el grupo y sus
productores consideraron oportuno meter gritos en la sección instrumental. Como
si, ya sabés, alguien estuviera montando en una montaña rusa. Dado que Billy
Beck, Ohio Player de toda la vida, era el que emitía los chillidos
más agudos, se decidió que fuese él. Todo muy razonable, pero entonces empezó a
circular el rumor de que lo que se escucha es la agonía de una mujer que está
siendo asesinada allí mismo, mientras el grupo sigue tocando como si nada (otras
versiones aseguran que los propios Ohio Players asesinaron a una grupi
de manera ritual). Nadie sabe de dónde sale está leyenda urbana, pero lleva
décadas ahí. • “Scandalous”, de Prince, esconde sonidos de sexo real
entre el músico y Kim Basinger. La banda sonora de “Batman” (1989) está llena
de historias asombrosas. Como, por ejemplo, la que asegura que Prince
la grabó entera en un único fin de semana, con algo de ayuda de su señor padre
(el músico de Jazz John L. Nelson). “Scandalous” era la octava canción
del disco, pero un problema de derechos con Warner Bros. le impidió a nuestro
hombre lanzar esa misma versión como sencillo. De modo que Prince, ni corto ni
perezoso, la expandió hasta crear el maxi-single “The scandalous sex suite”,
para el que reclutó a una nueva colaboradora: su entonces novia, además de
protagonista de “Batman”, Kim Basinger. Está más que
comprobado que es su voz la que se escucha durante el fragmento dialogado de la
canción, pero nunca se ha aclarado del todo si los gemidos orgásmicos que
aparecen en otro tramo son también suyos. Hay quien va más allá. Hay quien dice
que esos sonidos no son para nada simulados, sino que Prince y ella se grabaron
mientras estaban manos a la obra.
• “Puff, the magic dragon”, de Peter,
Paul & Mary, trata sobre fumar marihuana. Inspirándose en un poema
infantil escrito por Lenny Lipton en 1959, el trío grabó
una de sus canciones más populares. Todo el mundo la ama, pero el problema es
que mucha gente da por hecho que su letra hace referencia a las drogas blandas.
Y no es verdad: Lipton quiso tratar temas como la pérdida de la inocencia o la
persistencia de los sueños que tenemos de pequeños, luego cualquier
interpretación fumeta es un simple accidente. De hecho, todos los implicados en
“Puff,
the magic dragon” llevan desde mediados de los 70 negando por activa y
por pasiva que ese dragón tuviera algo que ver con los porros, así que ya va
siendo hora de que les concedamos el beneficio de la duda. • “Metal
machine music”, de Lou Reed, fue sólo una broma para
alienar a la crítica musical. En su momento, Reed afirmó que este
disco fue la conclusión definitiva del Heavy Metal, un género que presumía
de haber inventado él mismo. Se trata de cuatro canciones, de unos 16 minutos
cada una, que llevan el concepto “ruido” hasta cotas inéditas hasta el momento.
Una sinfonía de caos y feedback sin estructura, melodía ni ritmo que fue
interpretada desde el momento de su lanzamiento como un bofetón en la cara de
los fans, los críticos y la propia industria musical. Su autor nunca hizo otra
cosa más que defenderlo y jurar que cada segundo de “Metal machine music” iba
en serio. Quizá se le fuera la mano con la experimentación, o quizá Reed
pertenecía a esa clase de bromistas que prefieren ser torturados antes de
reconocer la intención detrás de sus actos. Sea como fuere, hoy el disco ha
sido objeto de una cierta revalorización crítica, luego tan inaudible no debía
de ser. • “American girl”, de Tom Petty, es la historia de un
suicidio. En 1967, la Universidad de Florida abrió el centro residencial Beaty
Towers, muy próximo a una carretera. Desde entonces, el edificio ha sido
testigo de algún que otro suicidio (la vida del estudiante es ciertamente
dura), pero nadie sabe decir a ciencia cierta si alguna chica saltó alguna vez
desde uno de los pisos superiores. ¿Por qué es esto importante? Porque se
comenta que “American girl” trata sobre ese hecho traumático, contemplado en
primera persona por un Tom Petty aún adolescente. Desde
luego que la letra trata sobre una muchacha desesperada que escucha a los
coches pasar desde su balcón, pero el rockero declaró en varias entrevistas que
esta imagen está inspirada en los sonidos que él mismo oía desde el piso en que
vivía cuando la escribió. • “Wild horses”, de The
Rolling Stones, estuvo a punto de ser borrada por accidente. En 1971,
un joven técnico llamado Chris Kimsey empezó a trabajar en la producción de “Sticky
Fingers”, el esperado nuevo disco de los Stones. Una noche
cualquiera, Kimsey entró en el estudio y se encontró con una cinta en la que el
grupo había grabado la versión final de “Wild horses”, quizá una de las
canciones más representativas de esta etapa. Su misión era hacer una copia, sin
más. Pero entonces la grabadora empezó a fallar, hasta el punto de que casi
destruye por completo la cinta. Kimsey tuvo que pedir ayuda para sacar,
cuidadosamente y milímetro a milímetro, los rollos del aparato, en uno de esos
accidentes terribles que sólo podían suceder en la era analógica. Al final, “Wild
horses” se salvó de la destrucción. Claro que los Stones podrían haberla
grabado otra vez al día siguiente, sin más, pero siempre cabe la posibilidad de
que no les quedara tan bien. ¿Lo mejor de todo? Que Kimsey no le contó a nadie
esta anécdota hasta su entrevista con la web soundonsound, lo que quiere decir
que el grupo nunca tuvo ni idea de lo que había pasado.
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