El Metal Neoclásico (en inglés Neo-Classical Metal) es un género musical del Heavy Metal bastante cercano al Power Metal, Speed Metal y Metal Sinfónico e influenciado por la música clásica, tanto en su composición como en su ejecución. La estructura de las canciones suele ser compleja, como en el Rock Progresivo.
El Heavy
Metal desde sus inicios ha rendido culto especial a la guitarra,
alcanzando su máxima expresión con el movimiento del Metal Neoclásico. Esta
corriente surgió cuando a la capacidad expresiva y la fuerza bruta del Rock
se le añadieron la técnica, la armonía y los recursos de la música clásica,
especialmente la Barroca. Las progresiones de los acordes, los arpegios, los
acordes partidos y las veloces escalas características tienen su origen,
principalmente, en compositores como Johann Sebastian Bach, Antonio
Vivaldi, Niccolo Paganini, Wolfang Amadeus Mozart o Ludwing
von Beethoven. Muchos de los guitarristas que tocan el estilo Neoclásico,
normalmente son virtuosos muy entrenados. No sólo existen guitarristas, también
tecladistas virtuosos como Alex Staropoli, Vitalij Kuprij, Michael
Pinella, Richard Andersson, Yuhki y Jens Johansson. Los
elementos de la música clásica ya habían sido utilizados antes en el Heavy
Metal y en el Hard Rock. Ritchie Blackmore ha sido
siempre la principal influencia citada por los guitarristas neoclásicos. Lo
cierto es que ya en los años 70’s él planteó las claves del género, tímidamente
en Deep
Purple y con más claridad en Rainbow (donde incluso hacían una
versión del “Himno a la Alegría”, de Beethoven). Blackmore aportó las
ideas, pero le faltaba, pese a su talento, habilidad técnica para llevarlo más
allá. Sin embargo, es considerado por muchos como el creador del género, ya que
su espectacular técnica para tocar la Fender Stratocaster, influenció directa o
indirectamente, a todos los posteriores guitarristas. El siguiente paso
correspondió al guitarrista Randy Rhoads. Randy había estudiado
guitarra clásica y era un guitarrista extremadamente hábil. Inició su carrera
en Quiet
Riot, pero no fue hasta que Ozzy Osbourne se fijó en él, cuando
su carrera empezó a despegar.
En 1983 apareció el primer álbum en solitario de un semidesconocido
guitarrista sueco llamado Yngwie J. Malmsteen, ferviente
admirador de Ritchie Blackmore, Bach o Paganini. Cuando su obra
“Rissing
Force” el fenómeno explotó. Este es el disco fundamental del Metal
Neoclásico, el que inspiró todo lo que vino después. Superdotado
técnicamente Malmsteen podía desarrollar las ideas clásicas en un contexto
de Rock
casi sin límites. Sus versiones en este disco de obras como el mítico Adagio
de Albinoni
son modélicas. Además, su banda, a la que también denominó Rissing Force, era
fabulosa. Después de esto, Yngwie se convirtió en referencia
para toda una generación de jóvenes músicos que creían que el Rock
debe ser algo más que actitud. Entre los años 86 y 89 aparecieron los
principales representantes del género y sus obras más significativas: Tony
Macalpine y su maravilloso “Edge of Insanity”, Vinnie
Moore, Joey Tafolla, Racer X., etc. Tras esa breve pero
intensa gloria comenzó un lento declive. Malmsteen se convirtió en uno de los
guitarristas más copiados del mundo y eso acabó quemando su estilo. El resto de
los grandes guitarristas Neoclásicos fueron modificando su
estilo, adaptándolo a los nuevos tiempos con desigual fortuna. El Grunge
de los 90, con su actitud Punk de “no hace falta saber tocar
la guitarra para formar un grupo”, acabó poniendo los últimos clavos al ataúd
del enfermo moribundo. Todavía se pueden encontrar múltiples influencias Neoclásicas
en los grupos actuales. Quedan muchas bandas escandinavas que recrean hasta el
último detalle el sonido de los Rissing
Force, el tratamiento que tienen los grupos de Heavy épicos de los solos
o melodías sería irreconocible sin el Metal Neoclásico. Grupos progresivos
actuales oscilan entre la influencia y la copia de Malmsteen, por no hablar
del caso de Stratovarius, que raya lo delictivo. Pese a la penosa imagen
del Metal
Neoclásico de estos últimos años, en su origen fueron un grupo de
músicos de inmenso talento y preparación que dejaron un magnífico legado
aprovechado (casi exprimido) por músicos posteriores. Si bien fueron en parte
bastantes responsables de su declive, producido por el endiosamiento, la
repetición de esquemas o la falta de autocrítica, dignificaron la figura del
músico de Rock como profesional y estudioso del instrumento, más allá del
juego de las estrellitas fatuas que tanto gustan a la industria.
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