Los Pijos son una tribu urbana de España caracterizada por el alto poder adquisitivo de sus miembros. Su ideología es comúnmente conservadora, consumista y superficial y no cuentan con una manifestación cultural propia. El concepto es igual al del cheto del Río de la Plata.
La RAE considera el término
como despectivo. En un primer momento la palabra Pijo puede designar a las
personas que pertenecen a las clases altas, pero en los años 80, con la
recuperación económica de España, fue cuando los Pijos comenzaron a marcar
diferencias para separarse de la clase media que surgía y desde entonces puede
considerarse una tribu urbana. La palabra Pijo ha existido en España desde
hace varias décadas y puede hacer referencia a varios tipos de personas según
se acepte el término. Por un lado, se llaman Pijos a las personas con
mucho dinero que lo gastan en ocio y en cosas superfluas. Según esta acepción,
el poseer dinero es uno de los factores determinantes para poder pertenecer a
esta privilegiada tribu, aunque hoy en día se han sumado a este grupo una gran
cantidad de imitadores que, sin poseer gran cantidad de dinero, intentan
aparentar tenerlo. Por otro lado, la otra acepción de Pijo es de las personas,
generalmente jóvenes, que siguen las modas impuestas por la publicidad y los
mass media, y solamente prestan atención a las apariencias. Los Pijos
consumen con asiduidad ropa y complementos de firmas internacionales y tienen
predilección por los aparatos tecnológicos de alta gama, además de presumir de
sus gastos en estos elementos. Son la única tribu que se basa únicamente en el
status socio-económico de sus miembros, y al contrario que la mayoría, no han
surgido a raíz de una manifestación cultural ni en torno a una ideología
política. El Pijo se ve obligado a prestar continua atención a su impecable
presencia. Hay que distinguir entre atuendo masculino y femenino. Para los
hombres, lo ideal es: pantalón de pinzas o vaquero planchado, camisas de rayas
hechas a medida, jerseys de lana sobre los hombros con las mangas atadas sobre
el pecho, calcetines de rombos y mocasines, todo ello aderezado con abundante
gomina. Por su parte, las chicas usan blusas vaporosas o camisas masculinas,
faldas por encima de las rodillas o por debajo, según la moda vigente, jeans
ligeramente ajustados, trajes de chaqueta, pañuelos estampados de seda natural,
cadenas y anillos de oro y melena lacia.
Para ambos sexos existen una serie de
complementos indispensables como gafas de sol, relojes, autos de lujo pero no
de cualquier marca, sino de aquellas con las que se sienten identificados,
sobre todo a través de las publicidades, como BMW, Audi, Mercedes Benz, Jaguar,
etc., y por las que los demás los identifican. Es el único grupo en el que
existe distinción entre el atuendo masculino y femenino. Hay dos canciones: una de 1972 y otra de 2004, que hablan exactamente de
lo mismo. Uno es de Joan Manuel Serrat y describe a una chica educada por una nurse
vesánica, típicamente británica, que anda los domingos en la hípica y a las dos
con José Luis. La otra es de Francisco Nixon y pinta el retrato
de una moza que va a clases de sevillanas y se mueve por la ciudad en coches de
tres millones. Una se titula “Muchacha típica”, otra “Adoro
a las Pijas de mi ciudad”. Ambas intentan trazar el retrato robot de un
arquetipo, el de la pija, cuyo perfil va cambiando con el paso de los años pero
que, como concepto abstracto jamás cambia. También existen canciones dedicadas
a los hombres Pijos. Cómo olvidar “Devuélveme a mi chica”, aquel himno
generacional publicado por Hombres G en 1987. Poco después, en
1989, un MC de Leganés llamado McRandy compuso la canción “Hey
Pijo”, mientras que en 1992, Martes y Trece crearon al “Dúo
Baqueira”, dos señoritos andaluces llamados Borjamari y Pocholo que se
iban a esquiar escapando del estrés. La crítica a los Pijos por parte de los
integrantes de clases sociales baja y media es prácticamente unánime. En
algunos casos, se cuestiona la posibilidad de que esté movida por un
resentimiento de inferioridad económica o incluso la envidia, una vez que los
miembros de la clase media también suelen ser consumistas, pero su poder
adquisitivo no les permite el consumo de bienes de alta gama y ropas de diseño.
La cuestión que siempre queda sin contestación se refiere a lo que harían si
sus ingresos se los permitiera. Los Pijos no tienen una ideología
uniforme, aunque se los suele criticar por su conformismo ante lo que sucede en
la sociedad. La frase que mejor define a los Pijos sería: “lo
importante no es ganar, sino participar… de las ganancias”. Las profesiones a
las que aspira un Pijo que se precie son: empresario, abogado o relaciones
públicas. Durante su mucho tiempo libre, las actividades a las que se dedican
son fiestas, cócteles, reuniones en clubes náuticos y tenísticos, jugar al
paddle, etc. Suelen ir a discotecas para reunirse con gente de mucho dinero.
Allí escuchan música House y otros derivados. También les
gustan los cantantes que han surgido de series de televisión u otros similares.
La música favorita de los Pijos tiene fuerte influencia Pop
en algunos casos, y electrónica en otros. Generalmente, la música que está de
moda en ese momento les sienta bien. En España, los Pijos como tribu urbana
tienen su propia antítesis en la figura de los Cañis, los cuales suelen
frecuentar la misma zona de ocio, pero se los distingue en que, por lo general,
son de familias de clase media-baja o desestructuradas, visten con chandals
amplios (ellos) y tops ceñidos (ellas), en una clara inspiración de las bandas
latinas y muestran un gran desprecio por la cultura o cualquier persona que
muestre un mínimo interés por ella. En la comunicación verbal, los Pijos
emplean un vocabulario propio, formado a partir de un pequeño número términos.
Expresan intensidad y emociones mediante la composición de las mismas, formando
así frases de amplio contenido con una única palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario