Desde los comienzos del Rock, los conjuntos de músicos han
existido en toda clase de formas y tamaños. Pero Banda, lo que se dice una “Banda
de Rock”, tiene cinco integrantes. Empezando por lo más tradicional,
como los Beach Boys, hasta llegar a algo más moderno como Pearl
Jam (pasando, sin dudas, por los Rolling Stones), la composición
correcta pareciera ser esa.
Un cantante, dos guitarras, un bajo y la batería.
¿Qué más se puede necesitar? Sin embargo, la llamada música Rock
se ha convertido en una de las músicas clásicas del siglo XX, con sus obras
maestras, su canon estético y sus mitologías. Entre ellas, la formación de
tríos conserva para sí un prestigio merecido. No cualquier músico puede lograr
generar un efecto alienante, shockeante, de petrificación musical, que
convierte a un trío de instrumentistas en lo que se llama un Power
Trío de Rock. Ya sea con el agregado de un cantante (bandas
fundamentales en el Rock, como Led Zeppelin, The Who, Black
Sabbath, los primeros tríos que acompañaban a Elvis Presley, The
Sex Pistols, Ramones, The Smiths y Suede
estarían en esta categoría de tríos no puros) o con el atractivo de que el
cantante sea uno de los tres instrumentistas (los pioneros Jimi Hendrix Experience y
Cream;
Emerson,
Lake and Palmer; Pappo’s Blues; Manal; The
Police; The Jam; Nirvana; Divididos), el triángulo
musical formado por el tándem clásico de guitarra, bajo y batería parece ser,
por alguna razón, un formato que define al Rock. La situación musical que se
genera resulta entonces desafiante en cuanto a lo técnico como fértil en lo
musical. En muchos casos, la finalidad de un Power Trío es enfatizar
el virtuosismo al ejecutar los instrumentos, dejando un tanto de lado al
vocalista y sus letras. Como si se tratara de una lucha contra el silencio,
cualquier trío que pretenda hacer Rock tiene que coordinarse y
multiplicarse para que el sonido resulte atronador. El Trío de Poder surgió en
la década del 60, en gran parte gracias a la llegada de los amplificadores,
pero en definitiva, se debió a la popularidad emergente del bajo eléctrico. Un
bajo amplificado logra escucharse más fuerte, así que el resto de la banda
puede tocar a un mayor volumen, sin miedo a opacarlo. Una banda de tres,
entonces, logra conservar el mismo impacto de sonido, y deja mucho más espacio
para la improvisación y la creatividad. Los tríos suelen convertirse en grupos
herméticos y cerrados en su propia dinámica, de la cual no quieren (o no
pueden) salir. Como si se tratara de un delicado mecanismo de relojería, no
pueden prescindir de ninguna de sus partes. Así fue como súper bandas como Led
Zeppelin o The Who, no pudieron superar las salidas de sus respectivos
bateristas, que si bien ninguno de ellos participaba activamente en la
composición, sus muertes significaron la separación de los grupos. Al ser triangular, la energía se distribuye de otro modo, fluye de una
manera especial. Hay una inestabilidad musical a la que se suma la personal: es
como una mera ala que le falta una pata, y hay que hacer un esfuerzo extra para
que se mantenga en equilibrio. Por otro lado, la música hace un recorrido más
corto entre cada uno de los integrantes, y todo es más inmediato.
La clave que
subyace en todo trío reside en el desarrollo telepático que existe entre cada
uno de los músicos. Llegada esta instancia, el grupo puede llegar a funcionar
automáticamente, y a la vez que aumenta la intercomunicación, aumenta la
interdependencia personal. Hacia mediados de 1960, en el momento culminante de
la explosión de la cultura psicodélica, dos tríos definieron el canon de todo
buen Power
Trío: hacer sonar una orquesta electrizante con sólo tres integrantes.
Tanto Cream (Ginger Baker en batería, Jack
Bruce en bajo, y Eric Clapton en guitarra), como The
Jimi Hendrix Experience (Jimi Hendrix en guitarra y voz, Noel
Redding en bajo, y Mitch Mitchell en batería),
lograban, en base a virtuosismo, exhibicionismo, talento y actitud
experimental, demostrar lo que hasta entonces (y aun ahora) parecía imposible:
que tres personas pudieran generar un efecto sonoro semejante. Valiéndose de
sus habilidades técnicas, su creatividad y capacidad, un grupo de tres personas
podía salir a romperle la cabeza al mundo. El mérito de estos dos tríos, reside
en haber sentado un precedente histórico que aún hoy tiene validez. Casi diez
años después, Sting (cantante y bajista jazzero), Andy Summer
(guitarrista), y Stewart Copeland (baterista), supieron comprender la lección y
en sólo cinco años completaron una meteórica carrera valiéndose de un cóctel
irresistible: Reggae blanco, fuerza rockera y encanto Pop. En los años 80,
cuando los dominantes eran el Glam Metal y el Pop mainstream del tipo
radio friendly, descendió la popularidad del Power Trío. Sin embargo,
en los 90 con la aparición de grupos como Primus y Nirvana, este formato
volvió a cobrar popularidad. El Rock Argentino ha dejado varios Power
Tríos que quedarán por siempre marcados en la historia. La primera fue Manal,
banda precursora del Blues y el Rock cantado en español,
integrada por Alejandro Medina (bajo, voz y teclados), Claudio Gabis (guitarra,
armónica, piano y órgano) y Javier Martínez (batería y voz); Tantor
fue una banda de Rock Progresivo formada por los ex integrantes de Aquelarre,
Héctor
Starc, Rodolfo García y Carlos Alberto Rufino; Pappo’s
Blues, liderada por Norberto Napolitano, que sufrió
varios cambios en su formación; Soda Stereo, formada en Buenos Aires
por Gustavo
Cerati (voz y guitarra), Zeta Bosio (bajo) y Charly
Alberti(batería); Spinetta
y los Socios del Desierto, encabezada por Luis Alberto Spinetta
(guitarra), Marcelo Torres (bajo), y Daniel Wirtz (batería); Divididos
”La
Aplanadora del Rock”, formada en 1988 por los ex Sumo Ricardo Mollo (guitarra
y voz), Diego Arnedo (bajo) y cambiando periódicamente de baterista. Además,
se cuenta con: A.N.I.M.A.L., Carajo y Eruca Sativa, entre los
más destacados.
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