La Tumba Francesa es una manifestación cultural de música y danza llevada al oriente de Cuba por los franceses y sus esclavos. Debido a la situación creada por la Revolución haitiana durante el período comprendido entre los años 1791 y 1804, ante el temor de perder las fuentes de riqueza, muchos franceses asentados en esa porción de La Española decidieron probar suerte en la mayor de las islas de las Antillas.
Acarrearon el tradicional
cultivo de café y los esclavos que habían poseído durante décadas. La cercanía
geográfica entre el oriente de Cuba y el occidente de Haití, provocó la
elección de Santiago de Cuba y Guantánamo como los domicilios principales para
la nueva oleada migratoria. En Cuba, tanto los colonos franceses como los
criollos descendientes de haitianos, fueron llamados “franceses”. Los haitianos
echaron raíces en esos campos y allí continuaron cultivando su cultura,
intentado conservarla en su mayor pureza. Sus cánticos y sus bailes
representaban un escape psicológico, una reafirmación a la identidad de sus
seres, además de que les alegraba profundamente la vida en la esclavitud. Entre
todas sus expresiones, la más excelsa era aquella que combinaba sonidos de
África Occidental (principalmente de Congo y Dahomey), con la danza tradicional
francesa, a la que llamaron ”Tumba Francesa”. Los esclavos, que
generalmente se ocupaban de las labores agrícolas vinculadas a la recolección y
siembra del café, tomaron elementos “aristocráticos” de sus amos. La danza de
los esclavos negros fue influenciada por los bailes de salón ingleses de los
siglos XVIII y XIX, así como por la Contradanza francesa. Esto puede apreciarse
en sus vestuarios y pasos, que imitaban la usanza de los bailes europeos. Por
su parte, los instrumentos musicales, cantos y toques, mantuvieron su origen
africano. En un primer momento, los negros realizaban sus celebraciones en los
secaderos de café. Más tarde, surgieron los cabildos o “sociedades” que se
organizaron de forma similar a los de la nobleza francesa. Contaba con un “rey”
o presidente como líder supremo, un vicepresidente, y una “reina” o presidente
para ocuparse de las mujeres. Esta danza, además, era ejecutada por personalidades
relevantes: el “mayor” o la “mayora” de plaza, quien dirigía el baile; el
compositor o cantante solista y la reina cantadora, como guía del coro. La
música de la Tumba Francesa es tocada por una orquesta o grupo musical de
instrumentos de percusión consistente en tres tambores grandes de un solo
parche llamados ”tumbas”, un xilófono llamado “catá”; la “tambora”, tambor
pequeño de dos parches, y maracas llamadas “chachás”. Aunque inicialmente sólo
los hombres tocaban los tambores, en la actualidad, tanto hombres como mujeres
bailan, cantan y pueden tocar los tambores sin distinción.
La Tumba Francesa, cuya traducción literal es “tambor francés”, es
una práctica que se consolidó y transmitió de generación en generación, hasta
llegar a nuestros días con una integridad sorprendente. Entre los grupos que
aún perduran está Tumba Francesa de Bejuco (Holguín). Llama la atención los
colores del vestuario de las mujeres de este grupo. Los vestidos son largos,
anchos y predominan los estampados floreados, con diseños similares a la moda
de dos siglos atrás. En las cabellas llevan pañuelos lisos con el mismo tono de
los vestidos. Los hombres portan camisas largas de mangas largas. Un solista,
conocido como “composé”, interpreta un pequeño tema en creole y luego comienzan
a sonar los instrumentos de percusión. Paulatinamente se incorporan las parejas
para comenzar con el baile. Es una coreografía bien montada que parece
transportarnos a otra época. Las letras de las canciones exaltan el coraje de
los cubanos, la hermosura de la mujer y el valor de la amistad. Desde 1959 este
grupo comenzó a hacer algunas presentaciones en el marco del carnaval del
municipio de Sagua de Tánamo, en Holguín, apoyados por el Consejo Nacional de
Cultura y activistas del mismo que tratan de rescatar las tradiciones
culturales de la comunidad. En el territorio de Santiago de Cuba se encuentra
el grupo de Tumba Francesa La Caridad de Oriente. Esta agrupación fue
fundada en 1862. Las mujeres visten trajes de color liso en armonía con el
pañuelo de la cabeza. Los músicos portan trajes de cuello y corbata, los bailarines
pantalón y camisa de la misma gama y una pañoleta multicolor anudada al cuello.
Los movimientos de los bailarines son muy similares, aunque el ritmo resulta
más estridente y alegre, quizás hasta con alguna influencia de la Conga
santiaguera. Por último, en Guantánamo se encuentra el grupo de Tumba
Francesa Pompadour-Santa Catalina de Ricci. Su denominación se debe al
propietario de un famoso cafetal y a la patrona de Guantánamo, según la usanza
católica. Su estilo es diferente, se canta en creole y en español, por lo que
en ocasiones se puede comprender el mensaje acompañado por la música. Las
letras hacen recordar a héroes cubanos, hazañas militares, milagros de santos,
la importancia y transparencia de los sentimientos verdaderos. Tampoco falta la
pizca de buen humor. La lírica tiene su contraparte en la danza, que se ejecuta
en todo momento. Esta sociedad es la más pura, se parece más a la gente que la
creó, personas que sabían reconocer los valores humanos, sentimentales y el
poder de la alegría innata y necesaria. Por sus valores patrimoniales, las tres
sociedades de Tumba Francesa existentes en Cuba, ostentan varios
reconocimientos. Entre ellos, destaca el premio “Memoria Viva”, por el rescate
y conservación de bailes y cánticos que enriquecen la cultura de Cuba. La Tumba
Francesa fue proclamada en 2003 en la lista representativa del
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
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