Cada 20 de enero en la parroquia de Aldán (Galicia, España), la danza en honor a San Sebastián se convierte en el mejor motivo para la fiesta. La parroquia de Aldán se vuelve en la celebración de la tradicional y antigua danza de San Sebastián de Damas y Galanes, sumado un guía, que interpretan durante media hora en el atrio de San Cibrán para deleite del numeroso público que abarrota el reducido espacio.
Pocas cosas hay más importantes para un lugareño que volver a su tierra por San Sebastián. De dirigir las distintas figuras, que reciben nombres alusivos al movimiento que se realiza, se encarga un guía, que es, además, quien dirige los ensayos previos. La lentitud de los pasos y movimientos al ritmo de una antigua melodía interpretada por un gaitero y acompasada por el sonar de las castañuelas que llevan los galanes, convierte a la danza en un ejercicio de resistencia y de exhibición multicolor de las vestimentas de las damas. Ya por la tarde, la danza se repetía ante la casa del Presentero o Mayordomo y en el patio del pazo-torre en presencia de los Condes de Aldán (hoy de Canalejas). Al terminar la presentación, los danzantes eran obsequiados por los condes con un pequeño refectorio-merienda (antiguamente tabaco y naranjas), acompañado del excelente vino de las bodegas del pazo. En la actualidad, tras un enfrentamiento con la viuda del conde, los danzantes ya no concurren al pazo de los condes sino que, a media tarde, se presentan en la plaza. El guía de la danza es el encargado de buscar a los mozos que bailen de Galanes mientras que, el que ejerce de mayordomo (también puede ser una mujer), debe localizar a las mozas que hagan de Damas y pedir donativos por las casas para costear la fiesta. Suele ocurrir que algunos de los participantes de la danza, mozos o mozas, figuren en la misma como agradecimiento u ofrenda a un favor que se solicita del santo. Curación de enfermedades y males diversos, protección para los que embarcan e iban a servir en la armada o en el ejército (por la característica militar del santo) fueron las demandas más frecuentes antaño.
En la actualidad, los Galanes suelen prolongar su pertenencia a la danza hasta que el cuerpo aguante o haya un impedimento que los aparte de la misma. Las Damas, sin embargo, cambian con más frecuencia pues suelen dejar su cometido en el baile al casarse o al superar la edad de moza. En la víspera de la fiesta, los danzantes, hombres y mujeres, suelen celebrar una cena de confraternidad. Queda en la memoria que hace bastantes años, el cura de la parroquia tuvo conocimiento de ciertas licencias (roces y malas costumbres, dijeron) ocurridas entre algunos mozos y mozas después de la celebración de la cena, prohibiendo entonces la participación de las mujeres en la danza. Durante muchos años, fueron hombres vestidos de Damas los que completaron el conjunto coreográfico hasta que de nuevo las cosas volvieron a su cauce al acordarse de que fuesen dos los mozos que acompañasen a cada chica a su casa después de la cena. Esto sería sólo anecdótico si tras el mismo relato no se escondieses aspectos comunes a lo que se dice de numerosas danzas en las que intervienen muchachos haciendo de damas, al tiempo que intenta explicar, desde el punto de vista popular, la duplicidad de hombres que presenta la danza frente al número de mujeres. La vestimenta actual de los Galanes, uniformada en estilo y color (negro), presenta un traje de vestir con camisa blanca y corbata, zapatos de suela, sombrero y banda cruzada al pecho, actualmente de color púrpura, pero antaño llevaban los colores de la bandera española, luego de gallega, luego roja. Las Damas visten enaguas blancas con puntillas y camisas también blancas con bordados y cuellos subidos. Sobre las enaguas, un delantal negro con pedrería de azabache. Sobre los hombros y prendido con broches de fantasía, un vistoso mantón de manila con estampados floreados que deja ver la pechera de la camisa sobre la que caen numerosos collares de pedrería de varios tamaños, combinados con alhajas y joyas diversas. En la cabeza llevan un sombrero de paja adornado con una llamativa composición floral de diversos colores, del que penden por su parte trasera, numerosas y largas cintas de colores que llegan con sus flecos casi hasta el suelo. Pendientes y sortijas completan este vistoso y pesado traje que hace que los movimientos de las Damas sean reposados y lentos. Por último, los Galanes portan en ambas manos unas castañuelas que no paran de tocar durante el baile acompañando a las gaitas.
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