El Carnaval de Gualeguaychú es el evento a cielo abierto más
importante de la temporada veraniega en Argentina. El “Corsódromo” es un
escenario al aire libre, único en el país, con capacidad para 35000 personas sentadas.
Está ubicado en el Parque de la Estación, un espacio recreativo de 75
hectáreas. Este lugar permite el lucimiento del espectáculo ya que proporciona
una perfecta visión hacia la pasarela del desfile, de 500 metros de largo por
10 de ancho. Cuenta con sectores VIP con terrazas, sillas y mesas, confortables
tribunas, con ubicación individual, instalaciones sanitarias, servicio
gastronómico, sonido digital, seguridad, salidas de emergencia y áreas de
estacionamiento. Desde fines del siglo XIX Gualeguaychú, al igual que otros
pueblos de la provincia, tuvo en sus corsos, la máxima expresión de alegría y
diversión colectiva. En un principio, el corso se desarrollaba por las
tardecitas, ya que la ciudad no contó con una adecuada iluminación eléctrica hasta
1907. En las primeras décadas del siglo XX, los corsos alcanzaron un esplendor
comparable actual. Numerosos carruajes poblaban el circuito, llevando a las
niñas más bonitas con sus trajes de fantasía. Era tal la cantidad de
serpentinas y papel picado utilizado en todo el recorrido, que a menudo los
cocheros debían detener la marcha para desatascar los ejes. Los jóvenes
intercambiaban con las niñas ramitos de flores, que muchas veces servía como un
pretexto para iniciar una relación. Alrededor de 1930 se construyó en el centro
de la ciudad, una enorme pasarela de madera en donde actuaban las orquestas,
las murgas y conjuntos. En las décadas siguientes (1930-1940), se impusieron
las murgas que cantaban al igual que las uruguayas de la actualidad. Cantaban sus
canciones que contenían numerosas apreciaciones y críticas sobre los temas del
momento de la ciudad. Décadas después, las murgas con cornetas de caña y papel,
desplazó a las ingeniosas murgas cantadas, con lo que el corso comenzó a
languidecer lentamente. Para mediados de la década del 70, parecía que el Carnaval
de Gualeguaychú, no tenía nada más para ofrecer, y si algo faltaba para
restarle atractivo, fue que los numerosos juegos además del agua, habían
degenerado en violencia, por lo que poco a poco las familias se fueron alejando
de los corsos.
Corsódromo
Varios factores contribuyeron a la transformación de los corsos hasta
convertirlos en los más deslumbrantes del país. En primer lugar, en
Gualeguaychú se celebra desde 1959 el desfile de carrozas estudiantiles, por lo
que desde entonces, miles de estudiantes aprendieron a crear, pintar, diseñar,
soldar, iluminar y, en general, a crear obras magníficas aprovechando las cosas
que la gente les regalaba. Por ello, la mayor parte de los gualeguaychuenses de
50 años para abajo, alguna vez hicieron carrozas o ayudaron en las mismas. Con el
paso de los años, esto ha generado una especie de profesionalismo colectivo,
que algún día tenía que manifestarse de otra manera. Otro factor fue que en
1978 un comerciante propuso una nueva forma de organizar los corsos. Él mismo
había financiado años anteriores la comparsa Acorad (su apellido Daroca al
revés). Esa comparsa fue un éxito resonante que revolucionó los tradicionales
corsos en los que predominaban las viejas murgas. Pero el esfuerzo financiero
era difícil de sobrellevar, sumado a la creciente de 1978 que inundó el
supermercado, hicieron que Daroca se diera por vencido. Sin embargo, se dio
cuenta que si querían mejorar el carnaval, había que organizarlo de otra forma.
En primer lugar, propuso que se cobrara entrada (hasta entonces era gratis) y
que el dinero se repartiera para los participantes del espectáculo y que el
corso lo organicen las instituciones, y entre varias de ellas (más de quince),
se formó la primera comisión de corsos. El primer corso que organizaron fue en
1979 y desde entonces se comenzó a levantar el nivel. Influyó mucho que la
nueva Comisión de Corsos llevó muchas comparsas de prestigio (de Corrientes,
Brasil, etc.) y ello produjo un efecto de contagio. El gran estallido se
produjo en 1981, en cuyo corso las comparsas dieron un salto de calidad que
alcanzó un brillo cercano al actual. Si bien antes de esa fecha ya habían
aparecido algunas comparsas, como Papelitos del Oeste (1977, del Club
Juventud Unida) y O’ Bahía (1980, del Club de Pescadores). En 1981 aparecieron
las restantes: Marí Marí (Club Central Entrerriano), Kamarr (Club Sirio
Libanés) y Ara Yeví (Club Tiro Federal). Durante el espectáculo, tres comparsas
desfilan en el corsódromo. El Carnaval de Gualeguaychú es
considerado uno de los más importantes del mundo por su convocatoria.
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