En escena diez bailarines vestidos con coloridos trajes y máscaras. El
sonido de un violín y el arpa marcando uno de sus movimientos que fueron
creados no sólo para burlarse de los patrones españoles sino también para venerar
a su Santa Patrona, la Virgen de las Mercedes. Así es la denominada danza Paso
de Huanquilla, la cual nació en tiempos inmemoriales en el centro
poblado de Qontsa Hirka, ubicado en el distrito de San Luis,
capital de la
provincia ancashina de Carlos Fermín Fitzcarral, En remotas épocas, antes de la
llegada de los Incas a esa región, un joven sacerdote guerrero ejecutó por
primera vez esta danza en honor a la Mama Quilla, la luna, la deidad que por
esa lejana época era venerada por los antepasados. Diógenes Alvarado Collens,
presidente de la Asociación de San Luisinos residentes en la ciudad de Huaraz,
refiere que la danza es una sátira contra los españoles. “Todo lo que el pueblo
no podía expresar, lo decían a través del baile y burlándose del poderío que
ostentaban de manera subliminal”, manifiesta. Uno de los danzarines funge de
caporal y lleva entre sus manos el broquel, es decir el bastón para inspirar
temor y poder. Se desplaza siempre adelante, dirigiendo a los demás que se
ubican en dos filas. Durante el recorrido, el caporal hace retroceder a los
bailarines y tras zapatear de espaldas, todos se abalanzan sobre él, haciéndole
quedar en ridículo, pues dejan en claro que en realidad no era tan poderoso.
Los personajes que intervienen en esta danza son los Huaquillas, los guiadores,
el caporal y los músicos. Esta recreación mediante el baile, pasó de ser un
ritual de adoración a la Mama Quilla en épocas preincaicas, a una sátira a los
españoles durante la conquista. Más tarde devino en una celebración anual en
honor a la Virgen de Las Mercedes, que se conmemora el 24 de setiembre.
Los homenajes a la Virgen se realizan del 22 al 27 de septiembre. El 22,
es el rompe. Allí, en medio de la algarabía general, aparecen los danzantes con
el tradicional Paso Huanquilla. Junto a los músicos, los danzantes se dirigen
al templo a saludar a Mama Milshi (la Virgen). El 21 de septiembre es la
víspera, ahí en horas de la noche todo el pueblo y visitantes salen a la plaza
a ver la danza del Paso Huanquilla. Los danzantes bailan alrededor de la plaza
hasta la medianoche, hora en que se encienden los cuatro castillos que el
mayordomo ofrece a la patrona de San Luis. El 24 de septiembre es el día
central donde el Paso Huanquilla preside la procesión. Los danzantes van delante
de la sagrada imagen y con ella recorren las principales calles de la ciudad.
El 25 de setiembre se realiza la despedida, es una ceremonia muy especial en la
que los danzantes despiden en la casa del mayordomo a los visitantes. A partir
del mediodía del 26 se realiza la tradicional carrera de cintas, en esta
ceremonia, los danzantes del Paso Huanquilla realizan una breve
presentación. Los hombres que participan de la danza visten pantalón y capa
azulina elaborado con tela satinada y diferentes adornos, entre ellos
cascabeles que suenan al compás del arpa y el violín. También lucen correa con
detalles dorados, una camisa blanca, monterilla con adornos en lana de
diferentes colores: lila, blanco, azulino y palo rosa, además de coloridas
plumillas. Durante la procesión los bailarines colocan sus cintillos en la mano
de la patrona y le dedican oraciones. Paralelo al baile de los varones surgió
también el antihuanquilla, la danza de las mujeres. Durante la festividad,
ellas visitan las casas del pueblo y bailan y cantan a las amas de casa,
quienes luego les entregan ofrendas. Antes les daban alimentos o la tradicional
chicha de jora, sin embargo ahora entregan cerveza. Las diez mujeres llevan sus
coloridos atuendos, alhajas, adornos elaborados con plumas de pavorreal y
cintas de colores que cubren sus rostros. El Paso Huanquilla fue
declarado Patrimonio Cultural de la Nación en el año 2009.
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