El Canto
de la Sibila (en catalán, Cant de la Sibilla), es una
interpretación tradicional que tiene lugar durante la Misa de Gallo que abre el
día de Navidad en las iglesias de la Isla de Mallorca. Dado que se trata de un
importante legado histórico y cultural, el Canto de la Sibila de Mallorca fue
declarado parte del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO el 16
de noviembre de 2010. El Canto de la Sibila, es un drama
litúrgico interpretado en una melodía gregoriana y mozáraba.
Tiene origen en la Baja Edad Media, y se ha mantenido desde entonces sólo en Mallorca y Alguer, una población italiana ubicada en la Isla Cerdeña. Ambas poblaciones superaron la prohibición proveniente del Concilio de Trento (1545 -1563). Sibila, es el nombre con que se llamaba a un personaje de la mitología griega y romana, además de la tradición cristiana y judía, que tenía el don de la profecía. Eran varias las mujeres profetas conocidas como las Sibilas; una de ellas, la Sibila de Eritrea, fue quién luego de tener unas visiones, profetizo el fin del mundo. El testimonio más antiguo de la Sibila cristianizada y cantada en monasterios (no popularizada aún) lo aportó un manuscrito en latín del monasterio de San Marcial de Limoges (Francia), en pleno Imperio Carolingio. En España el documento más antiguo que se conserva es un manuscrito visigodo de la mezquita-catedral de Córdoba del año 960, perteneciente a la liturgia mozárabe. Del siglo XI data también el manuscrito de Ripoll redactado en latín, en el ámbito de la cultura litúrgica hispánica, siendo en poblaciones de la actual Cataluña, en donde en buena medida arraigaría. El Canto de la Sibila constituyó pues una tradición cultural cristiana, que tenía como tema central el juicio final que se emitiría sobre buenos y malos, es decir, sobre los fieles al Rey y Juez Universal, cuya llegada era anunciada desde la fiesta de su nacimiento en la condición humana. Inicialmente no fue propio de la Nochebuena actual. El primer paso en el proceso de popularización fue la incorporación del canto en latín en las catedrales, por sus presbíteros.
Tiene origen en la Baja Edad Media, y se ha mantenido desde entonces sólo en Mallorca y Alguer, una población italiana ubicada en la Isla Cerdeña. Ambas poblaciones superaron la prohibición proveniente del Concilio de Trento (1545 -1563). Sibila, es el nombre con que se llamaba a un personaje de la mitología griega y romana, además de la tradición cristiana y judía, que tenía el don de la profecía. Eran varias las mujeres profetas conocidas como las Sibilas; una de ellas, la Sibila de Eritrea, fue quién luego de tener unas visiones, profetizo el fin del mundo. El testimonio más antiguo de la Sibila cristianizada y cantada en monasterios (no popularizada aún) lo aportó un manuscrito en latín del monasterio de San Marcial de Limoges (Francia), en pleno Imperio Carolingio. En España el documento más antiguo que se conserva es un manuscrito visigodo de la mezquita-catedral de Córdoba del año 960, perteneciente a la liturgia mozárabe. Del siglo XI data también el manuscrito de Ripoll redactado en latín, en el ámbito de la cultura litúrgica hispánica, siendo en poblaciones de la actual Cataluña, en donde en buena medida arraigaría. El Canto de la Sibila constituyó pues una tradición cultural cristiana, que tenía como tema central el juicio final que se emitiría sobre buenos y malos, es decir, sobre los fieles al Rey y Juez Universal, cuya llegada era anunciada desde la fiesta de su nacimiento en la condición humana. Inicialmente no fue propio de la Nochebuena actual. El primer paso en el proceso de popularización fue la incorporación del canto en latín en las catedrales, por sus presbíteros.
La primera
información de que se dispone del Canto de la Sibila en la catedral de
Mallorca la proporciona la consueta de tempore, redactada también en latín
entre 1360 y 1363. Otros pasos en el camino de su popularización fueron la
incorporación del canto en los maitines de Navidad. En este sentido, a dicha
consueta de tempore mallorquina se le incorporó un añadido o apéndice redactado
en la segunda mitad del siglo XV, en concreto entre 1463 y 1468, que amplía la
dramatización del Canto de la Sibila,
que podía ser interpretado en latín por presbíteros o por un niño ataviado
hermosamente como una doncella con una espada, quien podía cantarla en latín o
en catalán antiguo, lo cual informa del último paso para su popularización
definitiva en Europa, que no es otro que la progresiva utilización de las
lenguas romances en su interpretación. Así, la versión más antigua con música
(utilizando pentagrama) y redactada en catalán se conserva en un cantoral del
siglo XV procedente del convento de la Concepción de Palma, custodiado en el
Centro de Estudios Teológicos de Mallorca. En las mismas fechas se recoge en un
"Lectionarium" de la Catedral de Barcelona, también con notación
musical. No obstante, en Mallorca, no fue sino hasta el año 1511, cuando un
clérigo de la catedral de Palma, monseñor Joan Font, redactó otra consueta, de
la Sagristia, ya íntegramente en el catalán allí hablado. Con el paso del
tiempo, cabe suponer que fueron o bien un excesivo folclorismo o bien el no
haber conseguido marcar esencias de expresión de fe en la comunidad creyente,
los motivos de la desaparición del canto en lo que hoy es Francia, Portugal,
Italia (salvo en Alguer) y en el resto de España (Castilla, Aragón, Galicia y
Cataluña), tras su prohibición por el Concilio de Trento finalizado en 1563. En
Mallorca la prohibición en aplicación en 1572, sin embargo, obispo nombrado en
1573, Joan Vich i Manrique, condescendiente con las costumbres mallorquinas,
propuso a un grupo de canónigos de la isla en 1575 la interpretación de canciones
devotas (básicamente villancicos) entre los nocturnos de los maitines de
Navidad así como el restablecimiento del Canto de la Sibila en la catedral de
Mallorca.
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