El Torbellino es una danza y canto folklórico más representativo
de los departamentos de Boyacá, Cundinamarca y Santander, en el corazón de los
Andes colombianos. La tonada es compañera de los promeseros boyacenses de las
romerías (término utilizado para las reuniones de carácter religioso), en los
bailes de casorios, las fiestas patronales y demás ambientes festivos de los
pueblos y veredas (zonas rurales con pocos habitantes) del altiplano cundiboyacense.
A través del Torbellino, los campesinos expresan en sus coplas, toda la
sencillez de sus reacciones ante el amor, la desilusión, el sentimiento
religioso y el paisaje variado y aire frío de la meseta. La tonada, en cuyas
expresiones de "mesmito", "sumercé", "queré",
"truje", "vide", etc., expresan las supervivencias del
castellano antiguo. Sobre los orígenes del Torbellino han surgido hipótesis
indígenas y españolas, dignas de considerar. La indígena indica que hay
semejanza rítmica entre el Torbellino y los cantos de viaje de
los indios motilones de la serranía de Perijá. Es conocido que los indígenas no
utilizaban la marcha o paso normal de los hombres de las ciudades, sino que
tienen un trote rítmico que les permite andar sin fatiga muchas leguas por
caminos de montaña. En sus viajes van tarareando musiquillas rudimentarias,
coplas regionales o sonando tonadillas del mismo compás. En las ventas
camineras, durante el reposo del viaje, pulsan sus requintos y tiples con el
aire típico del Torbellino, para solazarse en sus recuerdos o para acompañar la
danza del mismo nombre que ejecutan en las posadas, con un sello de tristeza y
melancolía muy propias de los indígenas del altiplano cundiboyacense. Aceptada
la idea del origen motilón del Torbellino, vale aclarar que la
denominación es castellana, del latín “turbo”, que indica un remolino y también
“una confusión de gente”. Sin embargo, contrario a lo que se indica
etimológicamente, el Torbellino es un aire lento y grave,
una danza tranquila, un canto emotivo de conjunto de coplas regionales típicas.
En general, el Torbellino es un baile suelto que se
danza entre dos personas, aunque pueden aparecer hasta cuatro parejas. Los
danzantes dan vueltas, con la particularidad del movimiento femenino como un
trompo, con las manos jugando al danzar. El hombre persigue a la mujer, pero
esta se escapa, haciendo giros en remolinos; se presenta un cambio de puesto
entre el hombre y la mujer y así sucesivamente. A veces se canta, se entona una
copla y se sigue bailando. Antaño, el Torbellino se interpretaba con
capadores (flautas de pan). Luego se agregaron otros aerófonos (caña, flauta) y
los instrumentos de percusión: chucho (especie de maraca), pandereta, carraca
(matraca) o zambomba. Finalmente el ritmo se adaptó para requinto y tiple,
solos o acompañando los dúos de voces tan característicos del folklore andino
colombiano. Por su parte, la letra de los Torbellinos suele basarse en coplas
típicas utilizando palabras del castellano antiguo. Se distinguen varios tipos
de Torbellino,
destacando el triste o melancólico del altiplano y el festivo de las zonas
cálidas. Se da el nombre de “Torbellino Versao” cuando los
danzantes intercambian coplas graciosas; “Torbellino a Misa”, el que se
bailaba antes de la misa de gallo en la Nochebuena. Además el Torbellino
de la boterra y el Torbellino palmoteado. Con este
ritmo se bailan algunas danzas andinas como el Tres, la Manta,
la Matarredonda,
la Perdiz
y otras. Se dice que antiguamente el ritmo era más agitado y muy de remolino,
los aborígenes lo bailaban poniendo sobre sus cabezas una taza de chocolate,
cuya destreza consistía en no dejarla caer de la cabeza. En otras áreas, como
Tolima o Huila, el Torbellino ha sido fuertemente influenciado por ritmos locales
como la Guabina o el Sanjuanero. Varios festivales en
Colombia honran esta danza: el del Torbellino y el Requinto
(Santander), el del Torbellino (Cundinamarca) y el del Aguinaldo boyacense.
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