Los trovadores peruanos actuales reconocen, casi todos, a Felipe Pinglo y
Chabuca Granda como sus antecesores; sin embargo, cada cual cita diferentes
influencias. La expresión musical llamada Trova se remonta mucho más atrás en
la historia del hombre, y se sobreentiende que no ha habido pueblo que no haya
contado con un poeta o un trovador que cante sus vicisitudes y conserve su
memoria. En el caso particular del Perú es indudable, que al igual que en todas
partes, ha tenido toca clase de trovadores según su devenir histórico. En la
época prehispánica, cuenta Garcilazo, que en el imperio incaico, esta función
la ejercían ciertos poetas ambulantes, denominados en quechua como “arawix”.
Ya en la época hispánica surgieron varios movimientos de expresión popular,
como el llamado Taki Onqoy, que era una danza acompañada de letras de carácter
reivindicativo y venía a ser subversiva para las autoridades coloniales, ya que
recordaban lo grande que había sido el Imperio Inca y cómo tenía que hacerse
para volver a él expulsando a los españoles. Se trataba de una “música
protesta”, por lo que fue combatida y suprimida. También existieron otro tipo
de músicos trashumantes, quienes cargando sus arpas, violines, vihuelas y
guitarras, compusieron una serie de melodías, historias y poemas, que hasta la
fecha se recuerdan sin que se sepa el nombre de sus autores. Hoy se puede ver a
esos trovadores principalmente en regiones más humildes y apartadas de las
grandes urbes, en caletas de pescadores, pueblitos del interior, villorrios,
ferias populares, bares y cantinas amenizando alguna reunión.
La industria discográfica no acepta canciones con letras comprometidas que
tengan algún tinte político o reflexivo. Rara vez logra darse algo así, como es
el caso de la canción “Flor de Retama”, del trovador Ricardo
Dolorier, inspirada en la lucha de los estudiantes del departamento de
Ayacucho, que fueron reprimidos por los “Sinchis” (Comandos de la Marina de
Guerra del Perú). En las décadas de 1960 y 1970, tuvo gran influencia la Nueva
Trova Cubana en sectores de clase media y media alta de Lima, que por aquel
entonces era izquierdista-intelectual, por eso es que muchos de esos jóvenes
imitaron dicho modelo intentando desarrollar un movimiento musical parecido,
utilizando ritmos cubanos y argentinos. En esa época apareció el músico
académico Sergio Garrido Lecca, quien fundó la Escuela de Arte Popular,
de la que surgieron artistas y grupos como Tiemponuevo, Andrés Soto de la Colina y
Daniel “Kiri” Escobar. Luego de la primera generación, en los 80
aparecieron otros artistas que se alejaron del discurso panfletario marxista y
se acercaron al intimismo y posmodernismo de esa década. En los 90, los
sucedieron trovadores más influenciados por el Rock. Si bien no se hacen llamar
trovadores, su trabajo sirvió para que otros intérpretes emparentados con la
Trova clásica, accedan a un público más amplio. Actualmente los trovadores
urbanos se encuentran con el dilema de participar del mercado discográfico y la
obligación de reflejar los verdaderos sentimientos y necesidades de su pueblo.
El modelo cubano ya se agotó y la sociedad exige una forma de expresión
auténtica.
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