miércoles, 16 de mayo de 2018

Son de los Diablos (Perú)


El Son de los Diablos es una danza peruana, donde disfrazados de diablos, los afroperuanos celebran el Corpus Christi y los carnavales. Hoy en día, con mucho esfuerzo, aún se pueden encontrar limeños que tienen muy presente esta danza, aunque el Son de los Diablos como danza callejera y carnavalesca, no exista en la experiencia de la gran mayoría.
Sin embargo, hoy florece una nueve generación que comienza a ser expuesta a esta danza ancestral, gracias al esfuerzo de quienes se han preocupado de investigarla, revivirla y devolverla a las calles de Lima. Algunos investigadores de la herencia africana en el Perú encontraron el origen del Son de los Diablos tanto en el teatro litúrgico medieval y celebraciones del Corpus Christi en Europa, como en antiquísimos ritos africanos donde existe un personaje llamado “gnanga” o “brujo”. Se cree que fue en este personaje en que los colonizadores españoles encontraron para catequizar a las poblaciones negras en América. La presencia de esta cuadrilla de diablos no es exclusiva ni de Lima ni de Perú. Aunque esta danza dejó de ser practicada hace varias décadas en las calles limeñas, fue gracias al pintor mulato del Siglo XIX Pancho Fierro y sus acuarelas costumbristas, a testimonios de personas que llegaron a presenciar u oyeron hablar de la danza del Son de los Diablos, y a adaptaciones teatrales de grupos folklóricos, que aún se puede imaginar y recrear esta danza en el presente. La aparición de los diablos, tanto en Europa como en América, coincidía con la fiesta de Corpus Christi, la infraoctava de Cuasimodo y también en la celebración del Santísimo Sacramento de la Eucaristía.
La celebración del Corpus Christi en Lima se caracterizaba por la gran participación de población negra, ya que era la ciudad con la mayor concentración de esclavos africanos en el hemisferio occidental durante el Siglo XVII, y siguió siendo predominante durante la Colonia. Y aunque los negros participaban de toda la celebración, la procesión del domingo tenía para ellos una importancia especial pues desfilaban ante el Virrey, se esmeraban más que nunca en su actuación. Todas las cofradías negras participaban separadas por género e iban acompañadas de figuras grotescas, gigantes y diablillos, todas figuras deformes que representan que representaban a genios del mal, servidores del dragón, que habían sido vencidos por el Cristo Eucarístico, a quien ahora servían y le hacían referencia. Cada cofradía de negros tenían su rey o su reina que marchaba bajo un quitasol, llevaba un cetro en la mano derecha y un bastón, representando a los reyes de sus territorios nativos. También representaban a personajes de la nobleza valiéndose de máscaras, causando la risa de los espectadores. Precediendo a los reyes iban los negros disfrazados de diablillos, otros vestidos con pieles de osos o disfrazados de monstruos con cuernos, garras de leones y colas de serpientes, todos con palos y escudos simulando una batalla. Si bien la Danza de Diablos tiene su origen en España, los afroperuanos la fueron haciendo suya. Luego de la Independencia en 1821, y durante los primeros años del Siglo XX, los negros formaron diferentes cuadrillas del Son de Diablos, utilizando instrumentos como el cajón, cencerros, quijadas de burros, checos, marimbas, calimbas y otros ya desaparecidos en la práctica actual.





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