Los Macheteros es una danza guerrera típica de San Ignacio de Moxos
(o Mojos), proveniente de la región de las llanuras del departamento de Beni
(Bolivia). Entre el 30 de julio y el 7 de agosto, la capital de la provincia Moxos
del Beni se abandona al deleite de la música, los juegos populares, el buen
comer y mejor beber.
Su santo patrono preside esta que es quizás, la más larga festividad religiosa de Bolivia. Hacia el 31 de julio, por las calles de San Ignacio de Moxos, corre algo que huele a algarabía. La prioridad es llegar a la misa para celebrar la festividad de San Francisco de Loyola. Es allí donde el párroco bendice a los participantes del festival antes que la imagen del Santo patrono salga a presidir el paso de los Macheteros y demás conjuntos que tomarán parte de la más poderosa demostración de fe y folklore de la Amazonia. Sin dudas, el momento más esperado es el paso de los Macheteros, una representación de los antiguos habitantes de la zona y uno de los símbolos de la festividad. Los Macheteros son parientes de los "anchanchus" (seres malignos) y de los "sajras" (de carácter demoníaco). El pañuelo de satín amarillo que utilizan, combina a la perfección con el tocado tradicional denominado “progi” en la lengua nativa, y con las túnicas largas (camijetas), hechas de algodón hilado por las mujeres ignacianas, y que van adornadas con vivos cielo y oro. La danza de los Macheteros tiene origen colonial, y es una representación de la resurrección de Jesucristo y su ascensión a los cielos, desde la interpretación nativa.
Su santo patrono preside esta que es quizás, la más larga festividad religiosa de Bolivia. Hacia el 31 de julio, por las calles de San Ignacio de Moxos, corre algo que huele a algarabía. La prioridad es llegar a la misa para celebrar la festividad de San Francisco de Loyola. Es allí donde el párroco bendice a los participantes del festival antes que la imagen del Santo patrono salga a presidir el paso de los Macheteros y demás conjuntos que tomarán parte de la más poderosa demostración de fe y folklore de la Amazonia. Sin dudas, el momento más esperado es el paso de los Macheteros, una representación de los antiguos habitantes de la zona y uno de los símbolos de la festividad. Los Macheteros son parientes de los "anchanchus" (seres malignos) y de los "sajras" (de carácter demoníaco). El pañuelo de satín amarillo que utilizan, combina a la perfección con el tocado tradicional denominado “progi” en la lengua nativa, y con las túnicas largas (camijetas), hechas de algodón hilado por las mujeres ignacianas, y que van adornadas con vivos cielo y oro. La danza de los Macheteros tiene origen colonial, y es una representación de la resurrección de Jesucristo y su ascensión a los cielos, desde la interpretación nativa.
Los rostros solemnes de los bailarines, todos varones de diferentes
edades, se mueven al ritmo del tamborcillo, tan característicos de la música de
raíces coloniales. Cada danzante de los Macheteros lleva en la mano derecha
un machete de madera, pero nada, ni la calculada cadencia de los pasos de
baile, pueden competir con la belleza del tocado. Las plumas de parabas,
especie de guacamayo muy abundante en la selva amazónica, van artísticamente
ordenadas de acuerdo con la intensidad de los colores. Los danzarines descalzos
se mueven ceremoniosamente, sin soltar los machetes ni deponer su actitud de
guerreros a punto de entrar en combate. Agachan la cabeza y la elevan, en señal
de ascensión y muerte, pero en ningún momento quiebran el ritmo de la música.
Su danza es de forma marcial en dos filas. Bailan con el acompañamiento de los
músicos al son de una tonada de macheteros, con flauta, tambor y zancuti, más
la tonada de ellos. Se produce con tres instrumentos tocados por dos o más
músicos, uno de los cuales toca una ocarina (chuyu'i), alternando con una quena
de un tono (cáyuré), mientras el otro músico toca una quena de tres tonos (jeruré).
Entre los ritmos que interpretan está el Pasacalle o marcha que realizan para
trasladarse de un lugar a otro o para bailar en el sitio, ya que su ritmo es
tranquilo y su paso sencillo. Estas manifestaciones artísticas de los
primitivos mojeños, fueron aprovechadas por los Jesuitas para realizar las
celebraciones cristianas, y posiblemente hicieron algunos arreglos en las
coreografías para embellecerlas y mostrarlas como un espectáculo.
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