La Lorencita es una danza de muy poca difusión. Se cree es que es norteña y
que fue recreación de otra anterior. Se inició alrededor de 1860 y desapareció
hacia principios del Siglo XX. Se la conoció en Santiago del Estero, Catamarca,
parcialmente Tucumán y Salta, y posiblemente haya recibido elementos
coreográficos de la Mariquita.
Es una delicada danza regionalista que no lleva zapateo pero sí graciosos saludos con las manos, en los que la pareja expresa las cosas más tiernas del corazón. Es una danza criolla bien norteña, con letra híbrida de quechua y castellano. La Lorencita es una danza de pareja suelta independiente, de carácter picaresco y de sentido galante y amoroso. Don Andrés Chazarreta clasifica a La Lorencita como “danza quechua”. Según Atahualpa Yupanqui, el idioma quechua sufrió grandes transformaciones en Santiago del Estero, donde desde hace muchísimo tiempo se habla un dialecto del mismo. Este idioma era el oficial del último gran imperio precolombino: el Imperio Inca. Está claro que en Santiago del Estero no se encuentran indígenas puros descendientes de aquel poderoso imperio. En cambio abundan los mestizos criollos que son quienes mantienen vivo el idioma deformado de sus antecesores incaicos. Tal vez por ello fue la clasificación de danza quechua que diera el maestro Chazarreta. Esta aseveración fue refutada por estudios históricos y musicológicos realizados por el Instituto Nacional de Musicología, que aseguran que el origen de las danzas criollas es europeo.
Es una delicada danza regionalista que no lleva zapateo pero sí graciosos saludos con las manos, en los que la pareja expresa las cosas más tiernas del corazón. Es una danza criolla bien norteña, con letra híbrida de quechua y castellano. La Lorencita es una danza de pareja suelta independiente, de carácter picaresco y de sentido galante y amoroso. Don Andrés Chazarreta clasifica a La Lorencita como “danza quechua”. Según Atahualpa Yupanqui, el idioma quechua sufrió grandes transformaciones en Santiago del Estero, donde desde hace muchísimo tiempo se habla un dialecto del mismo. Este idioma era el oficial del último gran imperio precolombino: el Imperio Inca. Está claro que en Santiago del Estero no se encuentran indígenas puros descendientes de aquel poderoso imperio. En cambio abundan los mestizos criollos que son quienes mantienen vivo el idioma deformado de sus antecesores incaicos. Tal vez por ello fue la clasificación de danza quechua que diera el maestro Chazarreta. Esta aseveración fue refutada por estudios históricos y musicológicos realizados por el Instituto Nacional de Musicología, que aseguran que el origen de las danzas criollas es europeo.
No poseyendo
datos históricos, y habiendo iniciado Chazarreta su obra de recopilación entre
la primera y segunda década del Siglo XX, se puede ubicar a la Lorencita en las
zonas rurales de Santiago del Estero, con cierta licencia, entre los años 1850
y 1920. Posiblemente esta danza se haya extendido a las provincias de Catamarca
y Tucumán. La principal característica de la Lorencita consiste en los clásicos
saluditos. Estos saludos, que son cuatro, se dividen en dos de avance y dos de
retroceso, con pasos laterales sobre la línea diagonal imaginaria que une los
dos vértices en que se encuentran los bailarines. La Lorencita pertenece a la
familia de los Escondidos, ya que su figura fundamental consiste en el
recorrido de los cuatro lados de un cuadrado imaginario. En su interpretación
es donde se luce e inspira el bailarín, al obsequiar a su pareja delicados
cumplidos, con cierta elocuencia amorosa. Ambos bailarines llevan
alternadamente sus manos al corazón y envían su mensaje de amor. Alcanzó su
mayor auge hacia 1870, época en que llegó a los salones aristocráticos de la
provincia, donde se suavizaron sus elementos y su inclinación picaresca. Su
nombre proviene de un estribillo, donde aparece reiteradamente la palabra
Lorencita. Según parece, este nombre era asignado a un personaje mitológico, una
niña que al estilo de la Telesita, estaba presente en todas las fiestas, donde
se destacaba por su donaire y dominio de la danza. Por tradición, todos le
dedican la primera danza en su homenaje.
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