En la reducida zona de Tucumán,
Salta y Santiago del Estero, recibe el nombre de Pala-Pala una danza cuyas
características musicales y coreográficas la asemejan a otra cualquiera de las
picarescas. Es una danza que no tiene historia documentada y que ha sido
discutida por los investigadores. Se ha sostenido que el Pala-Pala es de origen
quechua, quizás a causa del texto bilingüe quechua-español que nos ha llegado,
pero las versiones que conocemos actualmente son de neta factura
europea-criolla. Para Andrés Chazarreta, gran
tradicionalista santiagueño, este baile representaba al cuervo y la paloma
(pala pala y chuña, en quechua). La consideró una danza quechua y como tal la
publicó en 1923 en su “Tercer Álbum Musical Santiagueño”. A esta posición se
opone la sustentada por el destacado investigador Carlos Vega, quien señala que
nada es aborigen en el Pala-Pala y que se trata de una variante de la
Mariquita. Esta última fue una danza picaresca muy practicada en los salones de
provinciales argentinos desde 1820 hasta 1870, y en la campaña desde la misma
fecha hasta un poco más tarde, llegando hasta los primeros años del Siglo XX.
En su minucioso estudio, Vega presenta un análisis comparativo de la forma de
las dos danzas y concluyó que el Pala-Pala es en parte quechua y en parte
castellano. El estudioso Jorge Furt recogió otros versos que
parecen muy antiguos, acompañados por una música diferente a la cual atribuye
puro sabor indígena. Por eso la musicóloga Isabel Aretz cree que existió un
Pala-Pala indígena al que corresponderían los datos citados por Furt.
Musicalmente, el Pala-Pala que
hoy conocemos, no tiene música antigua ni elementos indígenas. Si observamos
las naciones que tienen danzas de animales con argumentos semejantes al
Pala-Pala, en el Ártico existe una danza que representa la caza del pájaro, que
al ser atrapado, se convierte en una hermosa mujer. En el Schuhplattler bávaro
el hombre imita al urogallo, en el Gallinazo peruano, una pareja imita con
pañuelos, el aleteo de las aves. Probablemente, una recreación del Gallinazo
peruano es la que apareció en Chile alrededor de 1799-1800 con el nombre de
Sandoval, en la que también una pareja danza pantomímicamente la persecución y
caza de la paloma por el gavilán. El Pala-Pala se practicó en Santiago del
Estero, Tucumán y Salta desde 1870 hasta 1925 aproximadamente, como una danza
de pareja suelta e independiente, de carácter vivaz y pantomímico. Mientras que
tradicionalistas urbanos bailan el Pala-Pala a cada paso, es muy difícil
hallarlo al natural en las zonas rurales. Las evoluciones coreográficas son
propias de las danzas picarescas y no recuerdan a una danza aborigen. El
argumento trata sobre el cuervo que persigue a la paloma, y que al atraparla,
le arranca el corazón. Para su interpretación, los bailarines deben calzarse un
poncho, abrir lateralmente los brazos y balancearlos alternadamente hacia
arriba y hacia abajo simulando el aletear del cuervo o Pala-Pala, el hombre, y
de paloma o chuña la mujer. Al finalizar la segunda parte de la danza, la mujer
al ser rodeada por los brazos del hombre, le entrega un pañuelo rojo que
simboliza el corazón. Al parecer, el Pala-Pala dejó de bailarse regularmente
hace unos 30 años.
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