jueves, 20 de noviembre de 2008

Maloya (Reunión)



El Maloya es una expresión pluricultural de origen malgache, y es a la vez instrumental, vocal y danzada. El origen se éste estilo se operó en los campos de esclavos, por una mezcla entre la población malgache, autóctonos de la Isla Reunión, y los mozambiqueños que llegaban allí como esclavos. Maloya en Mozambique significa brujería, y en malgache deriva de la expresión maloy aho, que quiere decir hablar, expresarse. Durante mucho tiempo fue ocultado e incluso prohibido por la autoridad colonial francesa y los propietarios de esclavos. Esta música había casi desaparecido antes de ser redescubierto y revalorizado por el autor-compositor Daniel Wàro en los años 70. El Maloya se asocia con el Kabar, que es un ritual afro-malgache que rinde culto a los espíritus de los antepasados. Maloya es una denominación reciente. Hacia 1750 se lo llamaba Tchéga, Tsiega y luego Séga, palabra portuguesa de origen swahili que designa la acción de levantarse las ropas, característica de las danzas bantúes. El Maloya, música fusión que se encuentra esparcida por todo el océano Índico, se llama Séga Ravane en Mauricio; Séga tambor en Rodrigues y Mouitia en Seychelles. Según un documento escrito en 1740 en la isla Reunión, la comunidad de Saint Louis estaba poco habitada. Allí sólo había algunos negros mientras que los amos de las tierras permanecían en Saint Paul e iban de vez en cuando a sus haciendas. Este espacio de libertad permitió distintos intercambios entre los mozambiqueños y malgaches, en particular a nivel musical, mejor tolerado por los amos. La relativa cortesía entre los primeros colonos franceses y los negros, que llegaron incluso a matrimonios interraciales, comenzó a cambiar a mediados del Siglo XVIII. El Código Negro aparecido en Mascareignes en 1723, cambió el status de los negros, que pasaron de ser criados a ser esclavos. Para investigar las raíces mismas del Maloya hay que remontarse hasta el Siglo XVI. En esa época los malgaches de la provincia Gujerat comerciaban con Madagascar, aportando sal y aceite a cambio de oro. Los músicos malgaches interpretaban su música en los muelles en donde también participaban los africanos, que a falta de instrumentos acompañaban con palmas.

En la danza Maloya, los bailarines forman un círculo en cuyo centro baila una mujer que elije a su pareja que se incorpora dentro del círculo. La pareja comienza a bailar sin ningún contacto físico con la posibilidad de que la bailarina cambie de compañero. Luego, los pasos de baile se tornan cada vez más lascivos y terminan con una representación corporal del acto sexual. El universo sonoro del Maloya se caracteriza ante todo por la presencia permanente de las percusiones. Entre otros, el tambor Malbar es sin dudas el más emblemático. Construido con la piel de cabrito estirada sobre un círculo de hierro de gran diámetro, resuena bajo los golpes de un palillo de madera de guayabo, mientras que otro palillo de bambú permanece en contacto con la piel, lo que permite variar el sonido. El instrumento debe ser calentado previamente para que su tensión sea satisfactoria. Otros instrumentos utilizados son el Piker, que consiste en un trozo de bambú de 50 a 70 centímetros de largo, que es golpeado con tallos de madera; y el Bobre, que es una especie de cítara de una sola cuerda. A veces puede usarse el Naslon, que es una especie de clarinete. Las primeras bandas actuales comenzaron a surgir a partir de 1975, entre ellas Cimendef, Ziskakan y Anchaing. A pesar de la represión oficial, los primeros discos comenzaron a grabarse desde 1976 a espaldas del gobierno. El Maloya es una música que les permitió a los esclavos resistir para existir. Era un instrumento fundamental para conservar las esperanzas de una futura libertad. Es un canto de esperanza, de dolor, una queja ante todo.

















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