martes, 4 de noviembre de 2008

Cantantes-Compositores



La canción tradicional fue dejando paso, en los años 60, a una canción de autor que poco a poco se hizo más intimista, por lo que perdió gran parte de su carga política. El corte no se produjo de una manera brusca. La guerra de Vietnam tardaría aún varios años en concluir, y los héroes de ésta nueva generación se ocuparon esporádicamente de los derechos humanos, las matanzas, la energía nuclear y otros asuntos. La doble revolución de los años 60 (la rebeldía ideológica expresada en parámetros poéticos y el inconformismo musical que preconizaron Dylan y los Beatles), posibilitó el nacimiento de una generación de reconcentrados cantautores. Poco atraídos, en líneas generales, por la fuerza y vitalidad del Rock’n Roll, su mundo artístico estaba más cercano a la literatura (Beat Generation, Norman Mailer), el cine europeo (la Nouvelle Vague francesa), y la tradición del reciente Folk-Rock. Recién estrenada la década del 60 la confluencia de dos estrellas causó un torrente de luz y color. Con majestuosidad llegaron las canciones de James Taylor y Carole King. Pareció como si hasta ese entonces los compositores no hubiesen existido. En los 70 los compositores salieron a la luz. Se lanzaron a interpretar sus obras, subiendo cada vez con más frecuencia un piano al escenario, mostrando sus rostros jóvenes y guapos. Hasta el paisaje cambió. Del Greenwich Village, reducto del Folk, se pasó a las tibias aguas californianas. Los grandes festivales dieron la alternativa a gente como Crosby, Stills y Nash, o Melanie. A pesar de todo, eran años de bienestar, en los que la felicidad parecía estar al alcance de la mano. Sólo pequeñas tragedias personales alteraban esta plácida situación. A mediados de los años 60 hubo cantantes que pusieron el acento en cuestiones diferentes labrando una obra más personal.
Woody Guthrie

Uno de ellos fue Tim Buckley, que había publicado su primer álbum en 1966. Otro personaje un tanto marginal a este mundo era el canadiense Leonard Cohen, poeta y novelista que un buen día, venciendo su natural timidez, se atrevió a grabar. Si Buckley y la sensibilidad a flor de piel, Cohen con su voz sombría, era la cabeza y la ternura interior. En Nueva York, allá por 1967, había ya muchos cantantes que desde el Folk o desde fuera, buscaban ese algo más. Estaba Laura Nyro, eterna precursora que nunca alcanzó el triunfo esperado. También Janis Ian, que irrumpió con fuerza a sus 16 años. También estaban Arlo Guthrie y Tim Hardin. Desde Canadá llegó una canción que le abriría las puertas a su autor: Early Morning Rain, de Gordon Lightfood. La década terminaba y los compositores se dispusieron a dar el salto. Crosby, Stills & Nash prepararon el camino. Habiendo pertenecido a diversos grupos, se reunieron en un conjunto imposible en el que cada cual llevaba su voz cantante, apoyado por los otros dos. Impusieron además de una imagen, una música electroacústica a medio camino entre el Folk y el Rock. En California, James Taylor con la canción de Carole King You’ve Got a Friend, se convirtió en el principal referente. La misma Carole King, con una larga trayectoria tras de sí, comenzó a grabar sus composiciones. A ese grupo de californianos afortunados se les sumó Carly Simon. Los Angeles siguió surtiendo artesanos de la canción. Jackson Browne, Warren Zevon o Tom Waits imprimieron un sello muy personal a su obra. Algunos autores de sonido Country ayudaron a engrosar la lista, como Kris Kristofferson, Jerry Jeff Walter o John Stewart. A ésta lista habría que añadirle los músicos de estudio que un buen día decidieron poner su guitarra al servicio de su propia música. Tipos como J.J. Cale o David Bromberg. En Inglaterra se destacaron Donovan, Ralph Mc Tell y la figura estelar, Cat Stevens. En Francia, por su parte, Georges Moustaki, Maxime Leforestier e Yves Simon. Entre los cantautores predominó un elevado tono intelectual, una mirada crítica hacia la sociedad circundante y una inspiración musical basada en acentos intimistas y sentimentales. Fue una pléyade de artistas que no acabó de asumir la fábula del sueño americano, pero que en buena medida, acabó engullida por ella.



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